Los condicionantes con los que encaró Zidane el primero de los cinco títulos a los que opta el Real Madrid en el curso que arranca, refuerzan su figura como técnico. Sin sus dos grandes líderes en la convocatoria, Cristiano Ronaldo y Gareth Bale. Con la ausencia del portero titular, Keylor Navas, y Pepe en defensa.

Nada cambió el paso de Zizou, que decidió no arriesgar y confiar plenamente en el grupo de futbolistas que completaron el trabajo de pretemporada. Por eso dejó en casa a Toni Kroos y Bale, recién incorporados a los entrenamientos con apenas tres sesiones en sus piernas. Y en el banquillo a Luka Modric y James Rodríguez, con menor ritmo, y a Karim Benzema, que acababa de recuperarse de la lesión de cadera que le frenó.

Riesgos cero y aún así el Real Madrid respondió fielmente a sus valores, peleó hasta el final y consiguió la remontada cuando el título ya volaba para Sevilla. La tercera Supercopa de Europa para el madridismo que deja a Zidane como el primero en el club que la ganó como jugador, en 2002 derrotando al Feyenoord en Mónaco, y ahora como entrenador.

Suma su nombre al de Vicente Del Bosque y Carlo Ancelotti, únicos entrenadores que habían conseguido el título para el Real Madrid, curiosamente con una forma de entrenar similar y de gestionar grupos y a futbolistas. Le admiraban como icono futbolístico y desde que tomó las riendas como técnico, han demostrado que están con él para cubrir las posibles carencias con las que llegaba por su corta experiencia en los banquillos.

Y es el quinto que conquista la Supercopa europea sobre el césped y desde el banquillo. Ancelotti lo firmó con el Milán jugando y con el Real Madrid entrenando; Diego Pablo Simeone como futbolista del Lazio y técnico del Atlético de Madrid; Pep Guardiola en el Barcelona en los dos puestos y dirigiendo al Bayern Múnich; y finalmente Luis Enrique en el Barça.

La leyenda de Zidane, como una de las personas más influyentes de la historia del Real Madrid, va tomando forma. El éxito de la Undécima Copa de Europa cambió el rumbo en su primera temporada tras sustituir a Rafa Benítez a mitad del curso.

Ahora, comienza uno nuevo y el desafío es mayor, asumiendo la responsabilidad desde el inicio. Y lo hace firmando el primero de los cinco títulos a los que aspira, con un equipo titular que con casi total seguridad no se volverá a repetir en el año. Su crecimiento va a la par de los éxitos. El madridismo arranca feliz bajo el amparo de la sonrisa de su entrenador.