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Entrevista

Savané: "Me voy sin ningún rencor; por encima de todo está el Granca"

"Le digo a mis compañeros que no pierdan la unión del vestuario; ahí está la esencia del Granca", señala el exjugador del Herbalife

Savané en la terraza de la que ha sido su casa en Gran Canaria. ANDRÉS CRUZ

¿Es un adiós o un hasta luego?

Yo tengo claro que es un hasta luego, porque esta es mi casa y más ahora que soy oficialmente hijo adoptivo de la ciudad.

¿Cómo fueron las negociaciones con el club?

El verano empezó convulso por la salida inesperada de Aíto. Se paró todo hasta el fichaje del técnico y me dijeron que estaban contentos con la labor de los tres jugadores (Oliver, Kuric y Savané) que finalizamos contrato. Pero, tras el fichaje de Casimiro me reuní con el director deportivo y éste me comunicó que no me iban a hacer una oferta. No descartaban nada pero no querían limitarme a la hora de mirar otras opciones. Yo entendí que no entraba en las primeras opciones y no fue fácil de encajar. Mi primera opción era seguir, en el caso de contar para el técnico.

Entonces surgió el interés de Salva Maldonado y Estudiantes.

El Granca no contaba conmigo, y, efectivamente, Salva me trasladó su interés al fichar por Estudiantes. Salva y yo tenemos una relación muy larga. Soy el jugador que más años ha jugado con él y él es el que más años me ha entrenado. Siempre nos hemos compenetrado muy bien y nos ha ido muy bien juntos. Así que fue una decisión fácil una vez descartado el Granca.

Le unen cuatro años en Gran Canaria y tres en el Joventut.

Creo que no es casualidad que mis mejores temporadas hayan sido con Salva, tanto cuando era un jugador joven como siendo veterano. Por todo esto, tengo claro que no encontraré mejor entorno para trabajar a gusto, disfrutar del basket a diario y dar lo mejor de mí.

¿La prioridad era tener la confianza plena de su técnico?

Es primordial. En el Granca tuvimos un gran año en lo colectivo, pero no me encontré a gusto en lo individual. El éxito depende de factores externos e internos y los externos no se dieron para encontrar el mejor yo posible. En esta vuelta con Salva tengo la esperanza de recuperar eso, siendo consciente de que estoy en el tramo final de mi carrera. Lo que sí sé es que aún tengo muchísimo baloncesto por dar.

¿Qué sensaciones tiene sobre su rendimiento?

Es muy difícil estar en tu mejor nivel sin tener un mínimo de continuidad. El propio Aíto me lo ha reconocido y no le critico, porque un técnico tiene que elegir. Pero nunca gocé de un mínimo de continuidad para tener esa confianza en el juego necesaria para rendir. Se hizo difícil. Por ser como soy y por estar en mi equipo debía aportar más. Y si no era con números podía contribuir en otras cosas. Y en ese apartado siento que he hecho todo.

¿Cómo lleva el tema de la edad un marine como usted?

La edad es lo primero que se mira en un deportista, pero sus efectos cambian muchísimo de una persona a otra, aunque a todos nos afecta. Un año antes, con Salva, pude rendir a un nivel bastante alto. Pero con 37 años me es imposible estar 15 minutos sentado y salir tres para rendir a tope, volver a sentarme 15 y salir otros cinco. Pero no me gustan las excusas. Solo he intentado hacerlo lo mejor posible.

Usted es un capitán que antepone lo colectivo.

Sí. Y por eso es por lo que el director deportivo está contento con mi labor. Siempre he procurado ser un líder y una fuerza positiva. Lo fácil, si no te ponen, es pensar que otro tire del carro. Yo no entiendo la vida así y menos aún cuando se trata mi equipo de toda la vida. He empujado y ayudado a todos. Con Omic lo he hecho con mucho gusto y cuando me dijo que se iba al Anadolu Efes le dije que seguiré estando ahí para ayudarle.

La Copa y la maldición de cuartos se convirtieron en una obsesión para usted y Jim Moran. Les falta ese logro. Usted lo vivió como espectador en Vitoria y después le tocó ser verdugo con el Joventut en Gran Canaria. ¿Cómo vivió el éxito de la final de Copa del año pasado?

La Copa siempre fue una fijación y, entre otras, una de las razones de mi vuelta. Quería volver a intentarlo con el Granca, ya que lo logré pero a costa del Granca. Fue agridulce. Muy extraño. Vivir esta final fue un momentazo. No solo pasamos de ronda, jugamos la final y tuvimos al Madrid contra las cuerdas. Fue una gozada. Solo por esto valió la pena volver.

¿Qué pasó realmente en ese vestuario para lograr esas dos remontadas increíbles?

El equipo se negó a perder. Todo el mundo daba al Valencia por ganador y no fue así. Aún recuerdo la conversación en el descanso de la semifinal contra Bilbao, después de una primera parte nefasta. Nada nos salía, perdíamos de 12 y les dije que podían pasar dos cosas. Podíamos seguir igual y que nos ganaran de 20 o echar el resto en los primeros cinco minutos para engancharnos al partido. Si bajábamos de 10, ellos se iban a poner nerviosos. No debíamos pensar más allá de esos cinco minutos y, efectivamente, se fue dando el guión que habíamos escritor. Rascar y rascar. Les quitamos toda la gasolina y remontamos.

¿Y final contra el Madrid?

Todo el planeta daba ganador al Madrid y fácil. Ellos se pusieron por delante pero se encontraron con un equipo que volvía y volvía; que nunca tiró la toalla. Remontamos y les entraron muchas dudas. Pero, por unos detalles, salvaron la situación. Perdimos, pero ese día el Granca se ganó el respeto del mundo del basket. Un paso adelante grande en la historia del club.

¿Fue este torneo el más bonito de su carrera?

Sí. He estado en muchas ediciones pero he tenido que esperar a las dos últimas para pasar de ronda. Siento un gran cariño hacia estas dos Copas. La primera es especial, pero poder lograrlo con el Granca y llegar a la final, es mucho y la sitúa un escalón por encima.

¿Pensó que el grupo se hundiría cuando detectaron el tumor cerebral de Kyle Kuric?

No. La verdad es que este grupo ha demostrado una enorme fortaleza mental, porque fue muy duro. Aún recuerdo ver las noticias en una escala en Berlín. Nadie sabía qué decir y se impuso el silencio durante todo el viaje. Era la primera vez que veíamos esto en el baloncesto. Tuvimos que hacer un gran esfuerzo mental para sobreponernos y utilizamos el baloncesto como terapia. Tuvimos varios sustos más en el proceso. Pero cuando pasó la parte más complicada sentimos mucho alivio. Y bueno, yo recuerdo, el primer día que llegó y sentí unas lagrimillas en los ojos. Le di un abrazo de mucha alegría, aunque notaba que su cuerpo era pequeño por la pérdida de masa muscular. Estar ahí y ver su sonrisa mereció la pena.

Y después regresó enchufándolas de tres en tres.

Sí. Lo que no se ha visto es la lucha de Kyle para volver. Se convirtió en una inspiración para todos. No nos engañemos, casi se nos va y verle trabajar tan fuerte, cada día en el Arena, corriendo por Las Canteras. No paraba de currar en el gimnasio... Recuerdo la primera vez que le propuse una ronda de triples. Cogió el balón y las enchufó todas. Fue increíble. Una felicidad inmensa. Mi sonrisa era tan grande que se veía desde el Teide.

¿Qué le diría a sus compañeros para mantener la unión en el vestuario que ha sido clave en el crecimiento del club?

Siempre digo que Eulis Báez me ha dejado sentarme a su lado, como capitán. Ahora toca seguir. Está Eulis y Albert Oliver, que sin ser capitán ha sido un líder silencioso. Seguro que irán creciendo otros. Un consejo que les daría es que no dejen escapar esto, porque en mí opinión, ahí está la esencia del Granca. En el deporte no hay nada como lograr ser un equipo de verdad, no un conjunto de jugadores, para sobreponerse a cualquier obstáculo. Espero que sigan tan unidos como siempre, que haya varios líderes mejor que uno y que sean conscientes de las esperanza que hay depositadas en ellos.

¿Y qué le diría a la afición?

Lo primero, que esto es un hasta luego. Mi vínculo con este equipo no va a parar. Y decirles a todos que en el deporte profesional pasan estas cosas. Igual, desde el corazón, queremos una cosa, pero esto no siempre ocurre. Hay decisiones que no son fáciles, pero lo que tiene que quedar por encima es el Granca; el espíritu y el sentimiento del Granca. Me voy sin ningún rencor. Todo lo contrario. Esta mañana me pasé por la Vega a despedirme de los trabajadores. Es una pena no poder hacerlo con toda la afición y aprovecho para hacerlo desde aquí. Decirles hasta luego y que nos veremos pronto aquí en la Isla y cuando cuelgue las botas estaré con ellos, en la grada, animando al Granca.

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