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Kitesurf Desafío Islas Canarias

Gisela Pulido: "Unir las islas ha sido una de las mejores experiencias de mi vida"

"El Desafío me ha enseñado a no dar las cosas por sentado; todo puede cambiar en un momento", destaca la Campeona del Mundo de Kitesurf

Gisela Pulido tras completar el desafío de unir los 380 kilómetros que separan las ocho islas. ANDRÉS CRUZ

Decidió tomarse un año sabático. ¿Qué le llevó a ello?

La temporada pasada fue muy dura para mi. Conseguí ganar el Mundial pero psicológicamente supuso un grandísimo esfuerzo. Comencé la temporada con muchos segundos y terceros puestos, pero logré darle la vuelta al Mundial cuando mi gran rival, Carolina Winkowska, empezó a fallar. Tras la victoria sentía que necesitaba un parón. Tenía que oxigenar mi mente y mi cuerpo, encontrarme a mí misma y orientar mi carrera. Después del tiempo que llevaba compitiendo también necesitaba reflexionar sobre lo que había conseguido y pensar en lo que estaba por venir para relanzar mi carrera.

Y dentro de ese año de parón surgió la idea de unir las ocho Islas Canarias en kitesurf.

Estuve aquí en Gran Canaria el pasado mes de enero realizando un clínic. Fuí a cenar con los organizadores y cuando salíamos, hablé con Manuel Martínez y le dije que yo tenía que volver. Fue en ese momento y de manera espontánea cuando se me ocurrió lo de unir las ocho islas en kitesurf. A partir de ahí comencé a trabajar en el proyecto. Me recorrí con el Google Maps las ocho islas buscando las zonas de salidas y llegadas, la ruta que debería tomar según el viento y hablé con Marcos Pérez, que lo había hecho en windsurf. Con todo preparado le presenté el dossier a Movistar y fuimos a por ello. Buscamos el equipo técnico que necesitábamos y los patrocinadores. Éste era el año para afrontar este reto porque no sabemos lo que pasará el próximo. No sé si volveré a competir en kitesurf o si lo haré en otra disciplina. Además, quería hacer algo diferente, retarme con la naturaleza y conmigo misma practicando resistencia, algo que nunca había hecho.

¿Qué ha supuesto el reto a nivel personal?

No se puede comparar la adrenalina que supone ganar un campeonato del mundo con el poder navegar entre las ocho islas. He navegado por lugares a los que desde tierra no se puede acceder y ha sido una suerte poder recorrer las islas desde el este hasta el oeste. He estado acompañada por el grandísimo equipo que tengo y de todas las personas que me acompañaron tanto en el proyecto como en cada una de las islas. Es una suerte que te abran las puertas de su casa y te den de comer. Son las personas lo que voy a conservar y lo que de verdad me llena. Estoy en uno de los mejores momentos de mi vida.

¿Qué aprendizaje saca de esta experiencia?

De esta experiencia me llevo dos grandes enseñanzas. La primera es que nunca se deben dar las cosas por sentadas y que cuando piensas que ya vas a lograr algo siempre pueden surgir imprevistos. Esto me pasó en la travesía entre Gran Canaria y Tenerife, íbamos llegando prácticamente, la travesía había sido muy rápida, el viento soplaba muy bien y en buena dirección. Cerca de la costa de Tenerife el viento se paró. Yo ya estaba en un momento eufórico y muy confiada pensando en lo que pasaría después. En ese momento cuando el viento empieza a bajar y yo veía que no llegaba me empecé a hundir. Gracias a los miembros del equipo pudimos revertir la situación y decidimos desplazarnos, pero llegamos muy justos. Fue una auténtica odisea. La segunda enseñanza es que a nivel personal nunca pensé que fuera capaz de estar tanto tiempo concentrada en algo. Fueron más de tres horas y media de travesía en las que estaba concentrada en el mar y no despegaba la vista. Solo paraba para comer una barrita o una manzana y continuar. Nunca pensé que fuera capaz de eso.

¿Realizó alguna preparación psicológica o física?

Por suerte tengo una mente que cuando tiene un objetivo va a por ello hasta el final. Creo que tengo más miedo al fracaso que a cualquier otra cosa. Fracasar es algo que me frustraría como deportista y dentro de este reto no entraba no hacerlo. Si me daba un tirón o tenía hambre pararía en ese sitio repondría fuerzas y continuaría, al igual que con el viento. El objetivo era terminar y eso lo tenía muy claro. De hecho le dije a mi padre, que si en algún momento me planteaba abandonar no me dejara. En mi cabeza no había otra meta que no fuera terminar. Cuando finalizamos él me dijo que en las llegadas a Tenerife y a La Gomera fueron los momentos en los que más sufrió por mí. En el tema físico sí me estuve preparando dado que eran muchas islas y kilómetros, no tenía la opción de parar y descansar. Otro aspecto fundamental también fue el equipo. Ellos hicieron que estuviera relajada y no me transmitieron ninguna de las preocupaciones que había en el barco. Estaban sufriendo con las olas que había entre Fuerteventura y Gran Canaria, o al llegar a El Hierro. Cuando salí del mar fue cuando fui consciente de ello.

¿Cuál fue el momento más crítico de todo el recorrido?

El momento más difícil a nivel técnico fueron las llegadas a Tenerife y a La Gomera. Fueron dos etapas en las que tuvimos que realizar un cambio de estrategia en busca del viento. Y otra de las etapas más físicas para mí fue la que separa La Palma y El Hierro. Todas las islas están conectadas como de lado con el viento de nordeste, están como en línea pero después tienes que bajar y es muy físico. Iba a favor del viento y de repente fue como si le quitasen la fuerza a la cometa y ya no tenía fuerzas, fue muy duro. Encima nos tuvimos que desviar para entrar, por lo que hicimos más kilómetros y cuando llegué fue como... ¡por fin!

¿Qué retos se le presentan ahora?

Soy una persona muy activa, tanto mental como físicamente. En octubre vendré para entrenar y explorar otros deportes.

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