El inicio de la 'era Lopetegui' devolvió la ilusión a la selección española, en un esperanzador primer capítulo con la misma base de jugadores y un estilo levemente retocado, que se impuso con claridad a una decepcionante Bélgica gracias a un doblete de Silva (0-2). España y Bélgica, dos de las selecciones con mejor gusto del planeta, comenzaron una nueva etapa con dos seleccionadores cuya dimensión creció alejados de su país de nacimiento. Julen Lopetegui y Roberto Martínez buscarán imponer el concepto equipo al alto nivel individual del que disponen.

El primer capítulo de ambos tras el disgusto de la Eurocopa apenas mostró cambios. La revolución de Lopetegui no afectó a un once repleto de jugadores que ya contaban con la confianza de Vicente del Bosque. Como novedades respecto a los que estuvieron en la cita en Francia, Carvajal y Vitolo en la banda derecha. Y en el once más protagonismo para Thiago, el nuevo jefe español en el campo, y plena confianza en Koke.

El inicio de partido no fue alentador para España. Con posesión pero sin profundidad, ante una Bélgica vertical que por momentos amenazó con ponerse el disfraz de Italia y hacer daño al contraataque. Le faltaba imaginación a España mientras se maduraba el partido. Morata lanzó alguna carrera contra el mundo y en la pelea cayó lesionado. Un percance muscular le hizo retirarse en el minuto 23. El regreso de Diego Costa cambió de un plumazo la cara a España. Obcecado en triunfar con la Roja, entró dispuesto a comerse el mundo.

Fue cuando aparecieron los galones de Thiago, los pases entre líneas y la profundidad de Vitolo. De su acción nació el primer gol. Silva, el centrocampista más goleador de la anterior época, recogió el balón en el punto de penalti y fusiló.

La ventaja en el marcador instaló la comodidad en España. Ya no volvió a sufrir en el resto del partido. Segura con el balón, buscó siempre goles. Ansia de agradar con un fútbol que recuperó nivel.

A la hora de partido Vitolo volvía a aparecer para hacer daño a Jordan Lukaku, que se comía el recorte y cometía un claro penalti. La responsabilidad recayó sobre Silva, con Ramos en la lejanía viendo cómo engañaba con el cuerpo. El partido estaba sentenciado.

Bélgica lo intentó hasta el final con más orgullo que fútbol. Los silbidos del antiguo Heysel mostraron la decepción de su afición. Habría sido fiesta en España de haber jugado un duelo de tan alto nivel en casa. Lopetegui en Bruselas como Del Bosque en Copenhague.