La Provincia - Diario de Las Palmas

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Caza Temporada 2016

Peligra la caza tradicional ante la escasez de conejos salvajes

El número de licencias emitidas disminuye cada temporada debido a la ausencia de gestión cinegética

La caza en Gran Canaria ya no es lo que era. Múltiples factores inciden en la problemática y sobre todo la caza tradicional corre peligro, no de desaparición, pero sí en su número de practicantes, detalle que vuelve a apreciar una temporada más. Cada vez son menos los cazadores, si bien los de siempre nunca fallan, y además en las zonas de la Cumbre es donde más se concentran porque allí saben que van a encontrar a los rabiblancos, el objetivo de la cacería.

Todos coinciden en que este año hay pocos conejos y eso, en cierto modo, desanima, sobre todo al que regresa sin alguno. Otros se contentan con uno y pocos son los que llegan al tope de capturas, tres por cazador y nueve en cuadrilla.

Eso sí, la ilusión de los que van al campo es máxima cuando se levanta la veda. Ver a los enérgicos podencos en acción es una gran satisfacción para quienes aman la caza tradicional sólo con perro y hurón. Han estado esperando el momento para disfrutar a su modo del campo y de una actividad necesaria para el control de las especies. Prescindir de la cinegética tendría graves consecuencias.

Pero volviendo a la problemática hay que indicar que esta temporada en Gran Canaria, cuando el uso de la escopeta para el conejos sólo se permitirá los días 18 y 25 de septiembre, hay unas 4.300 licencias, de las que una sexta parte son para la cacería con perro y hurón. La cifra es notablemente inferior a la del año 2005, cuando se llegaron a las 13.000. Se están perdiendo a razón de 150 cazadores por año, y este año se nota más. Ya se sabe que el que abandona la cacería rara vez vuelve a sacar la licencia.

Y hay pocos conejos porque las enfermedades que afectan a esta especie -la hemorrágica vírica y la mixomatosis-, hacen estragos. Ninguna vacuna es efectiva y las sueltas de conejos y perdices se ha demostrado que son ineficaces.

Lo peor de todo es la ausencia de gestión cinegética como sería recomendable. Los expertos insisten en la mejora de hábitats, como bebederos, recuperar nacientes de agua y una campaña efectiva para controlar a los gatos asilvestrados, una auténtica plaga, entre otras.

Encima tampoco la isla destaca por su vigilancia -Medio Ambiente ha perdido efectivos- pese al trabajo de sus agentes, que velan para que todo se haga acorde a la orden de vedas y que los cazadores prefieren evitar porque no siempre se cumple como es debido.

Problema añadido al anterior es el de los furtivos. Personas que, amparándose en la escasa vigilancia, no tienen escrúpulos para cazar en época de veda e incluso salen por la noche. Son los 'comecarne' que no buscan el disfrute de una actividad con muchos atractivos.

El problema de las granjas

Respecto a las sueltas controladas de conejos en Gran Canaria hay cinco granjas, una del Cabildo y las otras de sociedades. Se deberían liberar unos 2.000 conejos al año, como sucede con las perdices, pero no se ha podido alcanzar esos números, ni acercarse, a consecuencia del fracaso reproductivo de una especie que se resiste a la domesticación pese al empeño que existe a la hora de criar conejos en cautividad para su suelta.

Y, por último, lo recomendable sería adecuar los períodos hábiles de caza a la realidad del campo. Desde que existe la veda ésta se levantaba el primer domingo de agosto para perro y hurón como una tradición. En los últimos años se ha retrasado una semana y ahora incluso hay unificación de inicio en todas las islas. Esta medida no es eficaz si la época en la que se puede cazar no se vincula a los periódos biológicos de las especies. Se caza muy pronto y eso se demuestra cuando los perros cogen también los conejos pequeños encamados. "Esa es la caza de la próxima temporada", comentó en la cumbre un cazador, convencido de que este año no se debió permitir la actividad, idea no compartida por otros que defienden la calidad de sus podencos. "Mis perros son buenos y sacan alguno. Hay pocos conejos, pero suficientes para divertirse", al tiempo que rememoran los tiempos pasados y aquellos cazaderos a los que hoy en día no va nadie porque o bien no se puede cazar al estar prohíbido o ya no quedan conejos.

Mientras, hay cazadores que no pierden la afición con la esperanza de que las administraciones se impliquen lo suficiente. La Ley de Caza en Canarias se considera está obsoleta. Peligra la caza, que puede tener los años contados.

Lo que tampoco cambia, para bien en este caso, es el modo de proceder a la hora de la caza. Madrugones, perros excitados, máxima actividad aprovechando las primeras horas de la mañana, recogida a mediodía y muchas historias que contar entre un colectivo en el que decir mentiras y exagerar es todo una.

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