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Pasión desatada en amarillo

Cientos de aficionados vitorean al Granca a su llegada a la Isla tras conquistar la Supercopa Endesa en el Buesa Arena - Jugadores y técnicos alucinaron literalmente con el cariño de los seguidores

Una auténtica marea amarilla de aficionados del Herbalife Gran Canaria inundó en la tarde de ayer la sala de llegadas del Aeropuerto para brindar un recibimiento a la altura del hito conseguido por su equipo, que el pasado sábado protagonizó el primer gran logro en la historia del club claretiano: la Supercopa Endesa. Cientos de seguidores del Granca, desde horas antes del aterrizaje del avión que trasladaba a la expedición desde Madrid, se agolpaban delante de la puerta por donde tiempo después saldrían uno a uno sus héroes.

Después de celebrar por todo lo alto en la intimidad la consecución del título, obtenido de forma contundente ante los grandes del baloncesto nacional (eliminó en semifinales al anfitrión Baskonia y apalizó en la finalísima al FC Barcelona), tocaba ahora festejar con sus incondicionales esta hazaña.

Muchos esperaban un buen recibimiento, pero literalmente alucinaron cuando observaron la multitud que había acudido a rendirles honores. A jugadores, entrenadores y directivos se les iluminaban los ojos viendo la que había montado su fiel afición, deseosa ya de celebrar la consecución de un trofeo, algo que se les había esfumado durante los últimos años en la Eurocup y en la Copa del Rey.

Jugadores de talla internacional como puedan ser Darko Planinic, Bo McCalebb o Richard Hendrix, curtidos en mil batallas en competiciones de altísimo nivel y que aún no habían tenido ocasión de conocer el poder de la marea amarilla ya que ni siquiera han podido vivir el ambiente del Gran Canaria Arena como locales -sí lo han hecho como visitantes-, inmortalizaban con sus teléfonos móviles el momento. Los que ya saben del amor que profesa la afición del Granca por esos colores, se mostraban igual de sorprendidos, gratamente por supuestísimo.

Los cánticos habituales de estas celebraciones resonaban en la sala de recogida de equipajes, mientras la expedición recogía los bártulos de un desplazamiento largo e intenso. "Sí, sí, sí, la copa ya está aquí", "oé, amarillo, oé, oé, oé...", "illa, illa, illa, la copa es amarilla"...

Grandes y pequeños, hombres y mujeres, esperaban con impaciencia poder abrazar a sus héroes. Anzejs Pasecniks, guardián de la Supercopa Endesa desde la salida desde Vitoria hasta la llegada a Gran Canaria, previo paso por Bilbao y Madrid, cedió el trofeo al capitán Eulis Báez para que tuviera el honor de presentársela a los cientos de seguidores reunidos en el recinto aeroportuario.

A partir de ahí, cada uno de los jugadores amarillos eran agasajados con fervor a su paso por el pasillo formado por las fuerzas de seguridad hasta la puerta de salida. Todos respondían a las peticiones de los aficionados de hacerse fotos o pedirles autógrafos.

Sin duda, uno de los momentos de la tarde fue la aparición de Kyle Kuric, recordándole los incondicionales su condición de mejor jugador de la Supercopa Endesa celebrada en Vitoria con el cántico "MVP, MVP, MVP...".

La afición amarilla también tuvo un trato especialmente cariñoso con el entrenador del Herbalife Gran Canaria, al que invitaban a botar: "Qué, qué bote, qué bote Casimiro", resonaba. Poco a poco, la expedición del Granca fue buscando cobijo en la guagua oficial, eso sí, mostrándose todos atentos con los requerimientos y las peticiones que se les hacían. Una vez más, se demostró la buena conexión existente de este equipo con su masa social. Un binomio ganador.

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