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Luis Casimiro, llegar y besar el santo

Con solo unos meses al frente del banquillo del Herbalife Gran Canaria, ya quedará para siempre en los anales de la historia del club por el título de la Supercopa

Tal vez por los años que lleva en los banquillos, Luis Casimiro es un técnico poco explosivo en los partidos.

El nombre de Luis Casimiro ya quedará en los anales de la historia del CB Gran Canaria. Siempre será recordado como el entrenador con el que el club claretiano consiguió el primer título oficial de su historia, el de la Supercopa Endesa 2016. Lo suyo ha sido llegar y besar el santo. Muy pronto, el técnico ciudarrealeño, con casi treinta años de experiencia en estas lides, ha zanjado de raíz las dudas que se cernían sobre su capacidad para poder seguir agrandando la leyenda del Granca tanto a nivel nacional como en Europa, después de las cotas alcanzadas en los últimos tiempos.

Poco ha tardado el nuevo jefe del banquillo del conjunto grancanario en ganarse el respeto de todos. Un dato avala su trayectoria: lleva a la espalda más de medio millar de encuentros dirigidos en la máxima categoría. Se trata del octavo en ese ranking de la ACB -535-.

Desde su llegada, ya dejó muestras de su cordura. Anunciaba que no habría revolución, que iba a aprovecharse del trabajo realizado por su antecesor en el cargo y que tan buenos resultados había dado. Eso sí, introduciendo aspectos de su filosofía baloncestística.

Con la base de la plantilla del ejercicio anterior y la incorporación de cuatro fichajes de peso, en muy poco tiempo ha construido un equipo del que ya se hablan maravillas en el concierto nacional. A la pretemporada impoluta realizada por el Herbalife Gran Canaria se le puso la guinda con la hazaña de la Supercopa. La ilusión ya se ha disparado entre la afición.

El hombre milagro, quien también consiguiera hacer historia con el modesto Basquet Manresa guiándole en la campaña 1997-98 al título liguero en una de los mayores hitos en la historia del baloncesto español, reconoce que la victoria en Vitoria la ha disfrutado de forma diferente a aquella gesta con el cuadro manresano: "Cuando fui por primera vez campeón, con la Liga de Manresa, no lo saboreaba, era todavía muy joven. Ahora con la experiencia y las canas me ha dado tiempo a vivir con más gusto estas situaciones".

A pesar de la euforia, con su mesura habitual, el entrenador advirtió tras coronar al Granca hace unos días en la Supercopa: "Ahora nos toca trabajar para saber que hay que empezar una Liga Endesa en la que no hemos ganado nada. Tenemos que ser más de hechos que de palabras. Cuando pase este momento de felicidad habrá que demostrar la sensatez que como profesionales tenemos, sabiendo que no hemos conseguido nada. Donde vayamos lo dirá nuestro trabajo".

Luis Casimiro Palomo (Ciudad Real, 1960) es el único entrenador español que ha ganado la EBA, la LEB y la ACB. Amén del título con el TDK Manresa, otros logros salpican su historial: subcampeón de la Copa Saporta con el Valencia (2001-02), campeón de la LEB y ascenso con el Fuenlabrada (2004-05) y campeón de la Copa Príncipe de Asturias con el conjunto madrileño (2004-05).

A pesar de esos éxitos, el actual entrenador del Herbalife Gran Canaria también sabe lo es ser un temporero en esto del baloncesto. En su larga trayectoria, ha conocido el sabor amargo del despido y de pelear por otros objetivos menos mediáticos, pero igual de importantes para los clubes modestos que los perseguían.

La trayectoria en los banquillos de Luis Casimiro arranca a alto nivel en la campaña 1992-93, con el CB Don Benito y luego como entrenador ayudante de Ricardo Hevia en el Breogán de Lugo de la ACB. Al curso siguiente se hizo cargo del banquillo del Gandía de Primera División. En la temporada posterior, 1994-95, recala en el Ernesto Electrodomésticos Alicante de la Liga EBA. A continuación (1995-96), dirige en la máxima categoría integrando el cuadro técnico del Baloncesto Salamanca como ayudante del examarillo Pedro Martínez.

En la 1996-97 se hace cargo del Gijón Baloncesto en la LEB, para tomar la alternativa como primer entrenador de un equipo ACB en la 1997-98, haciendo campeón al Baloncesto Manresa y jugando competiciones internacionales. A partir de ahí, se convirtió en un fijo en la élite.

Después de su aventura en el Cáceres (1999-00), da el salto al Pamesa Valencia para liderar al cuadro valenciano durante dos cursos (2000-01 y 2001-02). Su siguiente destino fue el Fórum Filatélico de Valladolid, al que llegó en diciembre de 2002 para relevar a Chechu Mulero. Posteriormente vuelve a Alicante para hacerse con las riendas del Etosa, una aventura efímera que concluyó en diciembre de 2003, al ser sustituido por Trifón Poch.

En la campaña 2004-05 se hace cargo del banquillo del Fuenlabrada en la LEB y lo asciende a la ACB. El club madrileño fue su casa deportiva hasta el curso 2007-08. De ahí da el salto a otro equipo de la capital de España, el Estudiantes, donde permanece desde el año 2008 al 2011.

Tras un fugaz paso por el Blancos de Rueda Valladolid de la Liga Endesa, donde lo destituyen el mes de enero de 2012, en marzo de ese año coge al Unicaja de Málaga. Vuelve a Fuenlabrada en marzo de 2014. En ese banquillo está hasta enero de 2015, cuando pone rumbo al Baloncesto Sevilla. En tierras hispalenses cumple temporada y media, para ahora recalar en Gran Canaria. Un destino en el que ha debutado con muy buen pie ganado la Supercopa.

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