Las pretemporadas no son de fiar. Es muy común que un equipo intratable en verano, sea cual sea el deporte, se venga abajo cuando empieza la competición. O viceversa. Es lo que le ha pasado al Herbalife Gran Canaria, que tras ganarlo todo antes del comienzo de la Liga Endesa ha encajado su segunda derrota en las dos primeras jornadas. La de ayer, en Andorra (97-89), tras desaprovechar una ventaja de 18 puntos al inicio del tercer cuarto. Ocurre que en el caso del conjunto de Luis Casimiro no se veía venir. Y es que antes de la Liga logró el mayor hito de su historia: levantar la Supercopa Endesa tras batir en Vitoria a Baskonia y Barcelona dando una gran imagen. Pero la Liga es otra cosa.

El Herbalife mostró en el pabellón del Principado las dos caras que ha evidenciado en este curso. Tras un primer período muy igualado, en el segundo cuarto puso el modo avión y con un parcial de 20-34 pareció dejar el partido sentenciado. Se vislumbraron todas las virtudes del equipo de Luis Casimiro. Muy inspirados en defensa y en la línea de tres con un Sasu Salin desbordante, en la pintura también se atiborraba el equipo claretiano con las penetraciones de Bo McCalebb y los movimientos elegantes de sus interiores.

Sin embargo, y tras alcanzar una ventaja de 18 puntos en el inicio del tercer cuarto, todo se desmoronó. Apareció ahí la cara de circunstancias que tuvo el cuadro claretiano en el derbi del domingo, cuando Javier Beirán lo anotaba todo desde la línea de 6,75 metros y Fran Vázquez hacía sangre en la pintura. En esta ocasión Jelinek por fuera, Shermadini por dentro y Stevic y Burjanadze por todas partes fueron los verdugos en unos últimos quince minutos para el olvido. Y en medio de este panorama el domingo aterriza el Valencia Basket de Pedro Martínez en el Arena.

Una hipoteca tiene en esta Liga Endesa ya el Herbalife Gran Canaria, que salvo catástrofe remontará el vuelo más pronto que tarde, pero pagará caro estos dos deslices ante rivales que no parten como favoritos para estar entre los seis mejores de la competición. Pero el cuadro claretiano les dio alas con sus desconexiones. Y eso que ayer en Andorra, donde todavía no ha ganado el Gran Canaria, se lo tomó muy en serio para empezar. Casimiro cambió dos piezas en el quinteto de inicio y formó con Kyle Kuric por Sasu Salin y con Darko Planinic por Richard Hendrix. Y tanto el croata como Bo McCalebb fueron los protagonistas en los primeros minutos. El equipo insular salió con todos los sentidos activados y dispuestos a arreglar la decepción del derbi. Planinic y el gigante local Shermadini se hacían daño mutuamente. En la pintura era donde más fabricaba el cuadro de Luis Casimiro, pues hasta allí llegaba como una exhalación Bo McCalebb, que con varias recuperaciones y cambios de ritmo regalaba sus mejores momentos del curso. Sin embargo, se quedó en un amago del base estadounidense, que en la segunda parte naufragó en su intento de ser el héroe.

Pero de inicio el equipo amarillo estaba enchufado en ataque. Solo un triple de Kyle Kuric (8-11, m. 4) servía para variar la producción ofensiva del Herbalife, que en defensa sufría concediendo demasiados rebotes, la inercia de todo el duelo. El cuarto se cerró con unos buenos minutos de Anzejs Pasecniks, que con seis puntos mantenía a los amarillos en el partido a pesar de que el eléctrico base francés Albicy empezaba a aparecer para el MoraBanc (23-23, min. 10).

En el segundo parcial se despegó el Herbalife gracias a un inmenso Sasu Salin, que con tres triples en un abrir y cerrar de ojos lanzó a los amarillos en el marcador. Albert Oliver, con un robo y una gran canasta al vuelo, terminó de obligar a Peñarroya a pedir tiempo muerto debido a la primera gran ventaja en el marcador (33-40, m. 15).

No se quedó ahí la cosa ya que mientras en el Andorra solo sumaba el alero Burjanadze, un joven a tener muy en cuenta, varios amarillos se sumaban al festival de Sasu Salin, extramotivado por haber solo jugado nueve segundos en el primer cuarto. Así, un gran Eulis Báez y más detalles de McCalebb y Planinic estiraron la ventaja hasta un 43-57 al descanso.

En la reanudación Salin mantuvo la inspiración, y tanto un triple de Báez como una canasta de Rabaseda dieron a los amarillos la máxima ventaja del partido (47-65, min. 23). A partir de ahí, una desconexión inexplicable. Dejó de defender con intensidad el Herbalife y en ataque se nubló. Cuando volvió a abrir los ojos ya el Andorra ganaba gracias a un triple de Navarro (77-76, min. 35). Bo McCalebb, con varias penetraciones fallidas, Eulis Báez por dentro y Salin y Kuric por fuera trataron de resucitar a un Herbalife que se había cargado de faltas demasiado pronto. Pero no hubo remedio. Fue una sangría.