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Cambio de papeles en el Granca

En el choque de ayer, los 'secundarios' tuvieron que paliar las carencias de los llamados a decidir

Richard Hendrix ejecuta un mate ante la mirada de Paulí. SABRINA CEBALLOS

Dejando claro que resulta alarmista hacer valoraciones extremas de un trabajo por tres resultados negativos, sobre todo teniendo en cuenta que la competición está dando sus primeros pasos, la realidad del Herbalife Gran Canaria, al menos, invita a la precaución. Tras no encontrar su sitio en el derbi frente al Iberostar Tenerife, después de hacer un Dr. Jekyll y Mr. Hyde en Andorra -ganaba de dieciocho en el tercer cuarto y acabó perdiendo de ocho-, el choque frente al Valencia Basket se esperaba como el de la redención de los amarillos. Pero no pudo ser, pues los de Luis Casimiro, en vez de disipar dudas sobre su rendimiento, las acrecentaron.

Amén del poderío del rival, el Granca no enviaba buenas señales desde el salto inicial. Como reflejaban las estadísticas, frías pero aclaratorias, su principales baluartes daban muestras de ansiedad, lo que se tradujo en una inoperancia realmente abrumadora en algunos casos. Solo Richard Hendrix, que hasta este momento únicamente había mostrado pinceladas de su clase en la pintura, dio lo mejor de sí entre los actores principales del conjunto que dirige Luis Casimiro.

El técnico acudió a la rotación para intentar desentrañar el entuerto. Y, ¡oh sorpresa!, los secundarios fueron los encargados de reactivar al equipo y mostrar la cara más cercana de lo que se espera de este Herbalife Gran Canaria.

Los muy buenos minutos del joven Anzejs Pasecniks jugando de cuatro, la garra de Xavi Rabaseda y hasta la aportación de Oriol Paulí cuando aparecía en cancha permitieron ver a un Granca en su versión menos mala, lo que le valió para darle la vuelta al marcador a pocos segundos del descanso.

Pero el hecho de tenerlo ahí, tan cerca, y las ansias de agradar volvieron a propiciar que los amarillos cavasen su tumba. Y eso, de nuevo, con sus jugadores punteros en la cancha. Hubo jugadores desconocidos para el potencial que han demostrado anteriormente. Incluso, algunos infalibles como el capitán Eulis Báez. Esta vez no pudo cumplir con el expediente impoluto que siempre suele presentar en cuanto a números al finalizar un encuentro, con una aportación razonable en puntos, rebotes y valoración. Y que decir de Sasu Salin, otro seguro que, como en el derbi, volvió a estar desconocido; o Royce O'Neale, que desde que viste de amarillo casi siempre ha dado muestras de una regularidad apabullante y que ayer también se vio muy afectado por las faltas.

Mención aparte merece el 7 del Granca, el fichaje mediático de los amarillos para la actual temporada, el hombre que llegó con el halo de figura internacional. Bo McCalebb sumó otra actuación de tono grisáceo. La tercera consecutiva podríamos decir.

Y es que hasta el momento el base de Nueva Orleans no está resultando desequilibrante. Es más, se parece a ése que en su última época en Europa dejaba más sobras que luces en las pistas. Venía a Gran Canaria a recuperar ese antiguo esplendor, pero...

Hasta el entrenador Luis Casimiro se ha percatado de ello y, por eso quizás le tiene que otorgar más minutos de los que él quisiera al otro director de la escuadra amarilla, Albert Oliver, un hombre de su total confianza que tampoco está demostrando en estos tres encuentros de la Liga Endesa los registros de juego a los que nos tiene acostumbrados desde que viste la amarilla.

Lo mejor para este enfermo, que contará con muy poco tiempo para darle vueltas al coco sobre sus desdichas. Una nueva ocasión de revancha se le presenta en únicamente dos días. Empieza la Eurocup y la ocasión de brindar el primer triunfo de la temporada a un público deseoso de ello. El rival, el Cedevita Zagreg.

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