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La versión nacional deprime

El Granca doméstico deja en una mera ilusión óptica el atisbo de mejoría que se dio en la Eurocup

El Herbalife Gran Canaria, después de firmar una primera parte aceptable, se vio superado en todas las facetas del juego por el Unicaja Málaga tras el descanso. El bajón de los amarillos, que estuvieron desacertados en ataque y flojearon en defensa en los dos últimos cuartos, les llevó a un derrota dolorosa, la cuarta de la temporada.

Amén del juego y de lo que digan las frías estadísticas sobre la actuación de un conjunto, sin tener en cuenta el tramo de la temporada en que nos encontramos, hay imágenes que resultan más clarificadoras sobre las sensaciones que transmite un equipo. Y ésas no siempre se producen dentro de la pista. El Granca atraviesa sus peores momentos en el tercer cuarto. El tiro de cámara de la televisión hace un barrido por el banquillo amarillo: unos mirando al suelo y otros bien con la vista perdida o bien tapándose la cara con la toalla.

Nueva imagen posterior, Albert Oliver se desgañitaba desde el banco objetando una mala acción, de las muchas que se produjeron en ese fatídico tercer parcial, que se había producido sobre la pista. Otro flash televisivo, Berdi Pérez, director deportivo del cuadro claretiano, siguiendo las evoluciones de los suyos en el palco del Martín Carpena con rostro muy serio.

Aspectos quizás superfluos, pero que resultan clarificadores sobre la situación anímica de un Granca que transmite sensaciones que no invitan a pensar en un futuro más gratificante. Ése que se preveía después de que los amarillos, en el inicio de su nueva andadura en la competición continental, pasaran el miércoles por encima de un rival complicado como el Cedevita Zagreb croata.

En esa reconciliación con el triunfo después de su soberbia Supercopa, los incondicionales del Herbalife Gran Canaria respiraban tras saborear tres derrotas consecutivas, ante el Iberostar Tenerife, el MoraBanc Andorra y el Valencia Basket. Pudieron reconocer de nuevo a ese equipo que en campañas pasadas, e incluso en los albores del actual ejercicio, generaba ilusión y les colmaba de felicidad a base de buenos resultados.

Su moral, después de lo visto ayer en el Martín Carpena de Málaga, habrá quedado tocada, como la de los propios jugadores y del cuerpo técnico del conjunto claretiano, que deberían empezar a pensarse en pasar por el diván para detectar sus males a fin de afrontar una pronta recuperación. Y pronta debe ser si no quieren verse lastrados por este pésimo arranque en la Liga Endesa en sus intenciones de lograr objetivos ambiciosos.

El primero en el horizonte, la Copa del Rey de Vitoria a principios de 2017. Cuatro derrotas pueden convertirse en una rémora importante para alcanzar una plaza en la cita copera teniendo en cuenta que aún queda enfrentarse con casi toda la clase noble de la competición.

El Herbalife Gran Canaria, ayer, dio continuidad a dos maldiciones que le persiguen, algunas que van camino de convertirse en históricas. Nos referimos al rendimiento de los amarillos en el tercer cuarto de los encuentros.

Ante Unicaja Málaga, los de Luis Casimiro sufrieron un bajón inexplicable que les costó finalmente el encuentro. Algo similar ocurrió en la segunda jornada de la Liga Endesa, cuando los insulares dilapidaron en ese periodo la ventaja de más de dieciséis puntos que le llevaban de diferencia a los andorranos.

Tampoco el Granca pudo terminar esta vez con el gafe que le persigue en sus visitas al feudo cajista. El Martín Carpena es una de las pistas malditas que figuran en el currículo del conjunto amarillo. Con esta última derrota, el cuadro claretiano, de las 28 ocasiones que ha visitado el recinto malagueño, los locales llevan un balance muy favorable con 24 triunfos y sólo cuatro derrotas. La última victoria de los amarillos en feudo malacitano data nada menos que del año 2010.

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