Decapitados por dos córneres. La UD besó la lona tras sendas concesiones a balón parado. En el minuto 27, Bruno ejecutó a Varas, ante la falta de reflejos de Mauricio Lemos y Sergio Araujo. El zaguero uruguayo, que regresaba al once, no pudo abortar el misil, que iba teledirigido a una zona maldita. En lo referente al pistolero argentino, su falta de determinación evoca al tanto que recibió la UD en el Heliodoro. Con Paco Herrera como técnico, el Chino remató a la red de Raúl.

Y en el fotograma 46, en el último del primer acto, Mandi disparaba el drama amarillo. El mismo proceder, la misma agonía. Un córner, balón al primera palo y la pasividad de la retaguardia. Varas colabora de forma notable, al quedarse debajo del larguero. Era el 2-0.

En un combate espeso, marcado por la falta de ocasiones, los pecados de la UD en su jardín fueron su perdición. Una silla eléctrica. Además, la política de rotaciones, en esta ocasión, resultó una trampa mortal. Los regresos de Varas, Lemos y Momo no estuvieron a la altura de su talento y valía. Por encima de las concesiones y los cambios sin rédito, el Betis se mostró con una dureza excesiva. Supo maniantar las salidas de balón de Roque Mesa, Tana o Viera.

La UD no fue la UD. Estuvo a mil kilómetro de su versión más poética. Fue la noche más tenebrosa de los poetas. El timonero teldense no pudo lucir su maestría, secuestrado en este telón de acero bético. La presión de Donk y Petros fue el arma atómica de Víctor Sánchez.

En la zona de los ejecutores, Araujo solo pudo firmar una volea y Prince se estrelló en los guantes de Adán. Y en el cemento de la grada. Careció de precisión, el príncipe del Roque Nublo. El fichaje más mediático de la historia de la UD fue una amenaza constante pero sin fortuna. Todo salió mal. Hasta que Vicente Gómez pisó el césped.

Inspiración en el caos

El calvario de Viera. Romario fue abocado a caminar en el infierno del Villamarín sin el aroma mágico del esférico. En esa película soporífera, la aparición de Vicente resultó una bendición. El futbolista del barrio de Schamann alcanzó la excelencia en el caos. Su presencia, en esos veinte minutos finales, fue un canto a la esperanza. Con dos disparos, acarició la hazaña.

El apagón en el Villamarín, deja a la UD de Setién a la cola en la tabla de los foráneos. Un visitante con cuatro puntos, que solo cuenta con una victoria [en la primera jornada ante el Valencia, el pasado 22 de agosto por (2-4)]. El agónico empate ante Osasuna (2-2) completa el botín. El desliz de ayer, en el Villamarín, se suma a los tropiezo ante Sevilla, Real Sociedad y Villarreal. En una zona plácida de la tabla, el próximo pulso ante el Athletic -lunes 28 de noviembre, en el Gran Canaria- se presenta como la mejor ocasión para lucir variantes antes esta presión de fuego. Cuando los rivales, como el Betis, aprietan y muerden, los amarillos sufren en exceso. Se les detiene el corazón. Los de Víctor cometieron 22 faltas, por las 10 de los isleños. Hay que reflexionar. El otro fútbol también te lleva al paraíso.