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Entrevista a Ángel y María Cappa

"Han convertido al aficionado en un cliente, en un comprador"

"El fútbol es una excusa para ser feliz, claro que nos gusta ganar, pero lo que nos llena de orgullo es jugar bien", reconocen los autores de 'También nos roban el fútbol'

Ángel Cappa, en una visita a Gijón. FERNANDO RODRÍGUEZ

En este texto se ofrece una visión del deporte rey distinta, alejada de los terrenos de juego, con menos aspectos tácticos y más ideológicos y con un paralelismo continuo con la vida misma y las tendencias que sigue. En También nos robaron el fútbol, se puede descubrir una cara oculta del balompié, en muchas ocasiones negativa, pero siempre acompañada de una aura de esperanza puesta en que el futuro, como cualquier tiempo pasado, será mejor.

El título del libro es También nos roban el fútbol, ¿qué otras cosas nos roban?

Ángel Cappa: Nos están robando continuamente, a diario, bienes comunes: la sanidad pública, la educación, los servicios sociales, la cultura y por supuesto también el deporte con ello. El dinero se está apoderando de todo eso, nos lo está quitando, y lo está convirtiendo en un negocio en el que se está comerciando con derechos fundamentales.

¿Por qué afirman que nos roban el fútbol?

AC: Quizás el fútbol sea lo más fácil de robar, debido a su grandioso poder de convocatoria. Se apropiaron de la estructura del fútbol para hacer dinero, pero, lo que es más grave, se apropiaron también de sus valores, cambiándolos para imponer la lógica empresarial.

¿Se podría decir que están comerciando con las emociones de la gente?

María Cappa: Desde luego que sí. Hacen negocio con todo lo que se mueve, y por ello, mucho más si cabe con las emociones. En el libro hablamos sobre un artículo que hace un estudio sobre las campañas de marketing, llegando a la conclusión de que aquellas que apelan a las emociones son mucho más efectivas que las que apelan a la razón; esta misma lógica es la que se aplica en el fútbol: nos convierten en clientes a través de la emoción, para vendernos desde partidos a camisetas, pasando por cualquier otro producto que tenga relación con el fútbol.

Lo que están consiguiendo es que los aficionados se sientan cada vez menos identificados con el fútbol pero, ¿puede el fútbol sobrevivir sin ellos?

AC: El problema es que los aficionados se están viendo convertidos en consumidores, más o menos como nos pasa en la vida, en vez de ser ciudadanos somos única y exclusivamente clientes. Aprovechando la pasión irrenunciable del hincha por su equipo, por sus colores, lo convierten en un comprador.

MC: De todos modos, sin hinchas en los estadios quizás sí que puedan sobrevivir, pero sería un fútbol vacío, de peor calidad, peor para toda la sociedad, un fútbol robado a sus legítimos dueños. Pero sin espectadores, seguro que no podrían seguir adelante. Aunque es cierto que en las últimas fechas se está denunciando, una sobreexposición al fútbol, con partidos todos los días, que llegan incluso a saturar el mercado y cansar a la gente.

Entonces, ¿está todo perdido?

AC: No, nunca está todo perdido, siempre hay esperanza. La esperanza se puede ver en los jugadores que siguen defendiendo lo bonito del juego, en los espectadores que acuden a la cancha a emocionarse, en los equipos de fútbol de barrio, fieles a sus ideales. Todo eso nos permite tener esperanza, como en la sociedad. Cuando el capitalismo nos ahoga, siempre hay una luz que nos demuestra que se puede hacer una sociedad más justa.

Hay una frase muy manida: "el fútbol es una metáfora de la vida". ¿Hasta qué punto es cierta?

MC: Fíjese hasta donde llega esa metáfora, que el fútbol es un reflejo de la sociedad, de tal modo que causa gran cantidad de daños colaterales para otras áreas, actitudes negativas que se dan el fútbol y que tienen su eco fuera de él: machismo, explotación infantil, dopaje, amaños de partidos, blanqueo de capitales, trata de personas?

Y evasión fiscal, muy en boga en las últimas fechas.

AC: Un reflejo más de la sociedad. 34 de las 35 empresas del IBEX tributan en el exterior de España. Todo legal, gracias a la ingeniería fiscal, pero de nula moralidad. En el fútbol pasa lo mismo, con la complicidad de clubes, organismos, representantes?

¿Qué parte de culpa tienen organismos como la FIFA, la Liga de Fútbol Profesional o la UEFA en este nuevo modelo de fútbol-negocio?

MC: En realidad toda. Desde que las innovaciones tecnológicas convirtieron un partido de fútbol en un show, los equipos y estas organizaciones se dieron cuenta que tenían un mayor beneficio si la gente veía el partido por la televisión. Por eso los operadores televisivos tienen el control, hasta el punto de que La Liga no se plantea solucionar el problema de la baja asistencia a los estadios con medidas que favorezcan que la gente acuda, sino obligando a llenar la zona que se ve en televisión, para promover esa venta de contenidos a India o China, imponiendo los horarios de los partidos. La complicidad es total.

¿Hay una cara oculta que no se quiere contar sobre las concesiones de grandes campeonatos como el Mundial de Qatar 2022?

MC: Por supuesto, y hay muchas organizaciones como Amnistía Internacional que están intentando sacar a la luz las prácticas ilegales que se están llevando a cabo, respecto a la contratación de trabajadores o los desplazamientos forzosos. Eso en España no se ve, no se sabe, o no se quiere saber.

¿Cómo fue la experiencia de escribir juntos?

AC: Es una gran satisfacción. En realidad yo soy el que la ayudó a ella, solamente marqué las pautas referidas al juego, lo que creía que había que investigar. Luego fue ella la que hizo todo ese trabajo, con una enorme voluntad y capacidad de trabajo. Yo le di más trabajo a ella que viceversa.

MC: Más allá del gran trabajo de investigación que ha llevado, ha sido la tarea más fácil que he hecho, precisamente porque lo hacía junto a mi padre. Cuando redactaba se lo mandaba y él me decía lo que había que cambiar. Ha habido muchísimo diálogo, muy fluido y muy grato, encaminado a hacernos mejores mutuamente.

Si el fútbol es una metáfora de la vida, ¿el fin justifica los medios?

AC: Para nada, es totalmente amoral. La vida consiste en los medios. Se vive para vivir, para ser feliz, los fines son secundarios. El fútbol es una excusa para ser feliz, claro que nos gusta ganar, pero lo que nos hace felices, nos llena de orgullo y satisfacción, es jugar bien.

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