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Herbalife Gran Canaria Cantera

El diamante que pule el Granca

Aleksander Balcerowski, pívot polaco de 16 años, es uno de los grandes talentos que mima la entidad insular en su base

Aleksander Balcerowski, junto a su madre Sylwia, su padre Marcin y su hermana, en el Gran Canaria Arena. QUIQUE CURBELO

"No hemos tenido en estos años en la cantera un jugador con esas condiciones". La sentencia, categórica en cada una de sus palabras, llega desde los escalones más altos del club. Dicen también que tampoco hace falta saber mucho de baloncesto para darse cuenta de sus extraordinarias condiciones, unión de talento innato y de un físico envidiable. Mide 216 centímetros -calzado- y juega de pívot; domina el rebote y la zona con unos brazos infinitos, pero también es capaz de salir para tirar desde fuera. Ágil, bota el balón como si fuera un escolta y corre la pista con facilidad, en la evolución propia de los interiores modernos, gigantes que deben hacer más cosas que reventar los tableros.

Detrás de esa silueta está Aleksander Balcerowski, un chaval de 16 años al que todos llaman Olek en La Vega de San José. Su apellido no pasa desapercibido, como tampoco lo han hecho sus cualidades desde que llegó a la Isla hace dos temporadas directo desde su Polonia natal para perseguir su sueño: llegar a ser jugador profesional de la mano del Herbalife Gran Canaria.

La historia del imberbe Olek en España, uno de los mayores talentos europeos de la generación de 2000, arranca en septiembre de 2014. Ese verano, tras probar con varios equipos -entre ellos el Real Madrid- aceptó las condiciones del Granca, que tenía su nombre apuntado en su agenda desde hacía algunas temporadas. "Bueno, sabía que estaban trabajando muy bien con la cantera y que había chicos prometedores aquí. Pensé que era un buen sitio para desarrollarme y preferí venir hasta el Gran Canaria. De momento, sólo puedo decir cosas buenas del club. Es un buen sitio", admite Olek en un perfecto castellano.

Directo de Walbrzych

Detrás, Aleksander Balcerowski dejó el Stowarzyszenie Gornik 2010, un modesto equipo de la segunda división polaca, instalado en Walbrzych, su ciudad natal, en el sudeste de Polonia y a pocos kilómetros de la frontera con la República Checa. En él, Olek empezó a llamar la atención de ojeadores de su país y de todo el continente, que veían como aquel espigado chico -alcanzó los 200 centímetros de altura antes de los 13 años- era todo un diamante por pulir.

La apuesta que hizo el Granca con él no dejaba de ser arriesgada. No sólo por sacar a un jugador de su entorno más cercano, con los riesgos que ello conlleva, sino también por su propia fisonomía. Esos dos metros de altura eran buenos, pero insuficientes para lo que se pide hoy de un pívot. "La apuesta era arriesgada, pero pegó el estirón. Decían que era blando y técnicamente le faltaba, pero desde que llegó aquí no ha parado de crecer en ningún sentido", concreta Juanmi Morales, director de la cantera del CB Gran Canaria.

Atrás quedaba su entorno, sus amigos, su familia y también su niñez, aunque a Olek le había tocado empezar a madurar mucho antes. En concreto, desde que un cambio drástico marcó su vida. Su padre, Marcin, que le transmitió su pasión por el baloncesto desde niño, sufrió un grave accidente de tráfico que le postró de por vida en una silla de ruedas. Un duro golpe para la familia Balcerowski, que se rehizo de aquel trauma.

El primero que lo hizo fue el propio Marcin. Antes del accidente ya tenía una muñeca bien dotada para el baloncesto. Jugó en el Gornik hasta aquel momento donde todo cambió para él y los suyos. Así que el padre de Olek se adaptó a su nuevo medio, la silla de ruedas, hasta convertirse en uno de los jugadores más determinantes a nivel europeo en su posición.

Tanto que Marcin llegó hasta la selección del país centroeuropeo. Las ligas española o la italiana de baloncesto en silla de ruedas conocieron sus canastas. Campeonato tras campeonato, alcanzó los Juegos Paralímpicos de Londres 2012, donde llegó a los cuartos de final con Polonia y colocar un diploma en su vitrina.

"Mi padre me ha enseñado cómo luchar en la cancha y en la vida. Él me ha enseñado a jugar con el corazón. Después del accidente que tuvo, nunca se rindió y siguió peleando por lo que más le gustaba. Es mi mentor", explica Aleksander Balcerowski. Ahora, la familia disfruta de unos días unidos en Gran Canaria con motivo de la Navidad.

Después de un comienzo difícil en la Isla, donde las cosas "no fueron fáciles" en un primer momento, Balcerowski empezó a crecer a pasos agigantados. "El primer año me costó, fue duro. Pero ya el curso pasado y en lo que vamos de éste me he acostumbrado. La verdad es que ahora mismo me siento como en casa. Es un club muy familiar y eso me hace sentir mejor", comenta en su tercera temporada en Gran Canaria.

Hasta Aíto García Reneses, técnico del Herbalife hasta el pasado verano, con un gran ojo clínico para la cantera, se quedó pasmado con la progresión del interior claretiano. El pasado curso acudió a una de las citas más importantes del mundo para jugadores jóvenes: el Jordan Brand Classic, un torneo por el que han pasado estrellas consagradas como Carmelo Anthony, Chris Paul o LeBron James, entre otros. "Esas cosas sólo me motivan, no me descentran. Sé que tengo que trabajar mucho más, porque estas cosas no me hacen ser más", contesta Balcerowski, que cursa ahora primero de bachillerato.

En 2014, firmó un contrato de seis años -más uno opcional- con el Granca. Blindado por el club, Olek se encuentra inmerso, junto al resto de sus compañeros del equipo júnior, en su próxima gran cita: el Adidas Next Generation de la Euroliga. Dirigidos por Gabi Alonso, el equipo competirá contra algunos de los mejores conjuntos continentales como Barça, Alba Berlín o Olimpia Ljubljana.

"Tiene una madurez impropia de su edad. Es responsable, trabajador dentro y fuera de la pista, porque es muy buen estudiante, no hay que estar encima de él ni nada por el estilo. Además es una esponja y cualquier cosa que le dices lo aprende", explica Morales.

Un proyecto de jugador ilusionante que ya empieza a deslumbrar en el Gran Canaria.

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