Luis Enrique Martínez, nacido en Gijón el 8 de mayo de 1970, ha anunciado el 1 de marzo de 2017 que deja un banquillo que cogió en verano de 2014 debido al desgaste de su trabajo y a no tener apenas tiempo de descansar, pese a que ha ganado 8 títulos de 10 posibles en sus dos primeras campañas y que todavía opta a añadir otros tres a un palmarés cuyo porcentaje de éxito puede ser el mejor de la historia blaugrana.

El adiós de Luis Enrique deja varias similitudes con el de Pep Guardiola, quien aguantó una temporada más, hasta cuatro, antes de sentirse vacío de energía y optar por un año sabático. El de Santpedor conquistó 14 de 19 títulos, un 73,68% de éxito sin igual con anterioridad y, además, marcando una época con un estilo de juego dominador y ofensivo.

De momento Luis Enrique lleva un 80% y tiene ante sí una final de Copa del Rey para sumar el noveno título, está luchando en LaLiga Santander con el Real Madrid, líder, y el Sevilla o Atlético de Madrid para revalidarla y, más difícil, tiene que remontar un 4-0 adverso en la Liga de Campeones para seguir aspirando a un hipotético y harto complicado triplete que ya logró en su primera temporada, como Guardiola.

Su regreso hace apenas tres años a un club por el que ya había pasado con éxito como jugador, ganándose el corazón de los culés pese a venir del Real Madrid, y como técnico del filial, hizo prolongar el camino de éxitos de predecesores con carrera similar como Guardiola o el fallecido Tito Vilanova.

Hombre de carácter duro, luchador, de rabia y entrega infinitas como jugador, aportará savia nueva al banquillo blaugrana además de todas estas características para intentar cambiar el rumbo de un equipo de enorme calidad pero que, antes de su llegada, se había quedado en blanco en cuanto a títulos grandes con síntomas de cansancio, fatiga e incluso apatía, sin hambre de ganar.

Nacido en Gijón, Asturias, y criado futbolísticamente en la escuela sportinguista de Mareo tras iniciarse en el fútbol sala, se ha tenido que ganar siempre un lugar allá donde ha estado, y lo ha logrado. Se tuvo que ir de Mareo, pero su lucha en el La Braña le hizo ganarse un billete de vuelta al Sporting, primero al filial y luego al primer equipo. Tampoco cuajó en el Real Madrid, su primer gran club, pero hizo callar bocas antes de irse al eterno rival, un Barcelona en donde se convirtió en ídolo.

En su tercera etapa en Can Barça ha devuelto, parcialmente, al equipo a la elite. Con su carácter ganador, su pundonor y el no rendirse nunca, el ir a pelear cada balón hasta el final. Un cambio de rumbo, aunque con el mismo estilo ofensivo y de toque, de presión alta, sin regalar un balón y defenderse con la posesión, que no obstante ha ido virando hasta ser un estilo desconocido para muchos de los que idolatraban a Guardiola y Vilanova.

Además, su relación con la prensa ha ido cobrando protagonismo a medida que se evidenciaba la incomodidad del técnico asturiano en sus comparecencias. Sin entrevistas, con la única excepción de los medios oficiales del club, y ruedas de prensa cada vez más tensas y con respuestas rozando, para algunos, la mala educación se labró una enemistad con parte del entorno blaugrana. El otro, y la mayor parte de la afición, parece defenderle hasta el final de su camino, el 30 de junio de 2017.

Igual como era como jugador lo es como entrenador. Su debut en el filial blaugrana, donde sustituyó a un Pep Guardiola, llamó la atención de la Roma de la Serie A italiana, que le fichó en verano de 2011. No le fue bien, eliminado en la previa de la Europa League y séptimo en Liga, lo que hizo que el club rescindiera su contrato.

Tras este episodio, Luis Enrique optó por alejarse momentáneamente de los banquillos y convertirse en 'iron man', dedicándose a deportes extremos y a practicar el ciclismo, otra de sus pasiones, pero en junio de 2013 decidió volver a los banquillos de la mano del Celta de Vigo, con quien finalizó octavo en la Liga con un gran final de temporada, en que eludió sin problemas el descenso. Hasta emprender la gran aventura con un Barcelona al que todavía puede dar 3 títulos más y ser uno de los técnicos más laureados de la historia y, quien sabe, el de mayor porcentaje de éxitos.