Ni por asomo, ni siquiera para tener algo más de tiempo de hacer turismo y salir a peregrinar por Tierra Santa, quería el Herbalife Gran Canaria volver a Jerusalén. Un viaje largo -cerca de 5.000 kilómetros si se unen sus dos puntos más cercanos- que los amarillos no querían repetir. Una aspiración destrozada ayer en el Pais Arena. Porque al Herbalife, tras el tropiezo de ayer en la pista del Hapoel, solo tiene un camino para alcanzar las semifinales de la Eurocup: volver a Israel. Pero para eso tendrá que ganar este viernes (20.30 horas, RTVC.es) al mismo equipo que lo tumbó ayer (87-67) con mano de hierro.

Porque el Granca se estampó de lleno con un muro que, al final, como la última pared en pie del Templo Antioguo de Jerusalén, acabó lleno de lamentaciones y súplicas. El Hapoel Jerusalén, rocoso, compuesto piedra a pieda, ganó el partido desde su defensa pegajosa, en el límite de lo estipulado en el reglamento, pasando sudor al rival y pegándole el aliento en el cogote al Herbalife Gran Canaria. Entre eso, la velocidad de su juego y una eficacia final de tercer cuarto -ligado con el inicio del último- desconectó a un Granca al que le sobró más de la mitad del periodo final. Ahí, superado por los golpes del Hapoel decidió retirarse del partido para pensar en otra cosa.

Porque el Granca, tras un triple de Tarence Kinsey cuando aún restaban casi siete minutos de partidos puso una ventaja de catorce puntos a favor de los hebreos (76-62). El tiro, totalmente liberado, fue un deja vú de lo que tanto se repitió en el último tramo el partido donde el Herbalife, roto ante el físico del cuadro israelí -condición que lleva solo en el escudo y es que solo jugaron dos jugadores nacionales de los diez que utilizó Simone Pianigiani-.

La permisividad del Granca atrás y su descontrol delante hizo que el Hapoel se desatara. En ese punto, el cuadro de Luis Casimiro se dejó ir hasta el final. No había mucho que arreglar con el tiempo que quedaba y el Herbalife decidió guardar sus fuerzas para el viernes. Son los 'lujos' que uno se puede permitir cuando en una serie, cuando da casi lo mismo perder por 20 puntos -como hizo ayer el Herbalife- que por uno.

Ese fue el momento donde el partido se terminó de romper. Antes, el Granca había ofrecido otra cara. Sobre todo en la primera mitad del encuentro, donde compitió frente a Amare Stoudemire -seis veces All-Star de la NBA- y el resto de sus chicos.

De entrada, a los de Casimiro le costó calentarse en el Pasi Arena de Jerusalén. Los problemas para el Granca empezon antes del partido con la baja por lesión de Anzejs Pasecnicks. Un contratiempo importante cuando delante está un tipo como Stoudemire: cuantos más interiores, mejor.

Fue el expívot de la NBA el que dio la primera ventaja importante a los suyos en todo el partido (7-2, min. 2), que daba continuidad al triple inicial de Travis Peterson y a otra canasta de Curtis Jerrells. Echó entonces el Granca mano de Bo McCalebb para empezar a reducir distancias. El de Nueva Orleans quería imponer su ritmo, su criterio sobre el parqué. Empezó a hacerlo y una lanzamiento en suspensión ejecutado por su mano significó el primer tiempo muerto del partido (8-13, min.6) solicitado por uno Pianigiani, su mentor durante la etapa del sureño en el Montepaschi Siena.

Amare Stoudemire y Jerome Dyson -el mejor del Hapoel al final del partido con 20 puntos- hicieron reaccionar a los suyos en un partido lento, pesado, quizá por lo mucho que había en juego. Pero al final del primer acto, el Herbalife Gran Canaria era el que mandaba en el marcador: 16-17 después de que Brian Randle acortará con una canasta a falta de cinco segundos la desventaja.

En el segundo cuarto, el Granca tuvo que echar mano del desfibrilador. Aunque Aguilar, con un par de canastas seguidas devolvió alas a los grancanarios (17-21, min.13), al Herbalife le venía el primer cachetón de la noche. Tras un triple de Kyle Kuric -Al Hapoel solo le faltó perseguirle hasta el aseo- (26-24, min. 15), los hebreos lanzaron una ofensiva peligrosa con Dyson al mando. Con un 8-0 de parcial, los de Jerusalén alcanzaron una renta de 10 puntos. McCalebb buscó la reacción inmediata, pero fue Eulis Báez el que la escenificó. Jugando de cinco por los problemas de faltas de Hendrix, el caribeño abrió un parcial de 0-10 tras una canasta de Eliyahu para pasar del 37-28 al 37-38. El Herbalife estaba otra vez por delante, pero Kinsey negó ese honor a los amarillos con una canasta sobre la bocina para cerrar los primeros 20 minutos.

Después del paso por los vestuarios, llegó el drama. El tercer cuarto resultó fatal para el Granca, negado de nuevo en el triple (6/27, un 22%). Los amarillos no supieron frenar la inspiración de Dyson ni atajar la fuerza de Jerrells. Superados y cediendo tiros abiertos fáciles para tiradores como loes hebreos, el Herbalife se desdibujaba. Cuando ya había pasado la mitad del cuarto el Herbalife solo llevaba cinco puntos por los 14 del Hapoel (54-43, min. 24). Un ritmo endiablado que Albert Oliver a base de cabeza pudo enderezar para recudir la distancia hasta los siete puntos antes de encarar los últimos diez minutos (64-57).

El trecho parecía salvable, pero la realidad fue otra bien distinta. El Hapoel volvió a sacudir al Granca y lo mandó a la lona sin piedad. Crecidos, levitando después de aquel triple de Kinsey que había roto el partido, el Herbalife se evadió del duelo en alma y entregó su cuerpo al Hapoel. El viernes, el Herbalife buscará su redención y su perdón sin tiempo para volver a pensar en más lamentaciones.