La grada de animación del Granca no da precisamente miedo. No es un lugar donde salten bengalas, ni donde el ruido atormente. En su mayoría, en torno a un par de bombos, se sientan y cantan un grupo de niños que inician su vida en las butacas del Arena. Nada que ver con el ambiente de las tribunas más ruidosas de Europa. Pero en esa fila de asientos, más que decibelios, cánticos y 'tifos' se aprende a mamar el Granca, a sentirlo. Ayer -al igual que los que ya peinan canas-, se llevaron una lección inolvidable, de cátedra. Porque su equipo, el Herbalife Gran Canaria, agarrado a la pasión y la entrega en su historia que le ha llevado al lugar privilegiado donde está hoy, completó un partido mágico para tumbar al FC Barcelona Lassa, todo un gigante (95-82).

Se empaparon de ese sentimiento amarillo juntos, unidos al resto del recinto de Siete Palmas, al igual que jugó el club al que veneran, del que se empiezan a sentir parte. Porque el Herbalife, en una clase colectiva, de empuje hombro tras hombro, destrozó al Barça para hacer historia, sumar su octavo triunfo seguido y colocarse como tercero a la espera de los resultados de hoy. Una victoria de esas que marca en el ADN por lo emocional y por su trascendencia deportiva, altísima para el Granca a estas alturas -pasa al cuadro blaugrana en la tabla y, además, recupera el basketaverage-. Como para que no se marque a hierro en la memoria un día así donde tu equipo llegó a zarandear al Barça, al que mediado el segundo cuarto le sacó 21 puntos en el marcador.

Gente entregada, uno de los mejores equipos de Europa delante -a pesar de que el Barcelona no esté en su mejor año y deambule sin alma en la Liga Endesa y en una Euroliga donde ya está eliminado- y un objetivo tan ambicioso como trepidante: conseguir la mejor racha histórica de victorias consecutivas del club (8) y desbancar al Barça en la clasificación. Casi nada.

Con esas primeras páginas de preámbulo por delante, el partido, de entrada, olía bien. El aroma de baloncesto, de menú con quilates, empezó antes del salto inicial entre Tomic y Planinic con un ambiente de los grandes en el Gran Canaria Arena. Desde que el balón voló al cielo, empezó el espectáculo en mayúsculas.

Porque al Herbalife Gran Canaria salió a comerse al Barça casi en sentido literal. Aguilar avisó desde su casa con un triple larguísimo (3-2, min. 1) para empezar a marcar la línea de 6,75, algo que el Granca hizo suyo en el primer cuarto (6/8 al término de los diez primeros minutos). Sacó el escudo el Barça para, con Perperoglou y Oleson, tirar un par de buenos lanzamientos de tres y recuperar el mando del marcador (3-8, min. 2). Fue la última vez que tuvo ese privilegio.

El Granca, sin inmutarse por el golpe, directo y contundente, se repuso para enseñarle a los casi 7.966 espectadores del Arena los mejores minutos de baloncesto de la temporada -y eso que han caído muchos de un nivel altísimo-. Porque el Gran Canaria se transformó en un auténtico huracán, con un básket total y devastador. De categoría cinco.

A golpe de triple y de una defensa asfixiante, el cuadro claretiano abrió un parcial de 15-0 (18-8, min 5). De tres, media distancia, a una mano, robo y mate, bandejas de película... Un repertorio completísimo con Bo McCalebb en plan estelar -ocho puntos del partical, diez al término del cuarto-. Al Granca no le fallaba el tino y le funcionaba el banquillo para mantener al Barça a raya, que empezaba a sacar a la luz los miedos de un equipo descompuesto y triste. Todo lo contrario que el Granca, recuperado -y de qué manera- de su adiós hace ya casi un mes de la Eurocup. Así, los de Luis Casimiro se marchaban al segundo cuarto con una renta de once puntos en el casillero (29-18). El asunto pintaba bien.

Y mejoró con la llegada de los siguientes diez minutos. Porque el Granca, para el disfrute del Arena y el suyo propio, se gustó con el Barça, donde solo Ante Tomic -18 puntos y 14 rebotes, para 25 de valoración- y el carácter de Juan Carlos Navarro -no tiene la vitalidad de antaño, pero sí su clase para acabar con 19 puntos- pudieron salvar el orgullo de un club roto.

Intensidad total

El Granca seguía así a lo suyo: defender cada jugada como si se tratara de la última y alimentar a su ataque con fluidez, mirando con determinación al aro. Todo regado con la confianza de las victorias y el hambre de un grupo que apunta alto.

Solo así se explican jugadas como la que protagonizaron Xavi Rabaseda y Kyle Kuric. Koponen recuperó un balón y encaró el aro con comodidad desde su campo. Rabaseda siguió la juga-da, persiguió con fe al finés y taponó su bandeja. El contraataque fue de libro. Porque el balón acabó en las mano de Kuric que desde la línea de tres volvió a castigar al Barça. Y eso no es casualidad (39-25, min. 13).

Con el Arena en ebullición, el equipo claretiano volaba. Mientras, el Barça, impotente, redundaba en su frustración. Georgios Bartzokas vio su enésima falta técnica de la temporada mientras el Granca seguía con un porcentaje de acierto por encima de la media. Hendrix, Báez y Salin dejaban al Granca al borde de los veinte puntos de renta (44-25, min. 15 y 47-29, min. 16). Tuvo que ser Bo McCalebb con otro triple (3/3 en ese momento en una zona donde no es precisamente un especialista) el que pusiera los 21 puntos de diferencia entre el Granca y el Barça (50-29, min. 16). De ensueño lo que se vivía en el Arena.

El marcador al descanso pintaba a partido roto: 54-37. Algo que sería sufiente contra cualquier otro equipo de la Liga Endesa, pero no ante un club como el Barça. El Herbalife lo había bordado. Echar un vistazo a las estadísticas lo ratificaba: un 67% de acierto en triples (10/15), un 52% de dos (11/21) y el valor de haber provocado 10 pérdidas azulgranas. Diana y defensa.

Tras el paso por el vestuario, el Granca bajó un punto en ritmo y en acierto, algo casi lógico. El Herbalife se dedicó a jugar con cabeza, a no caer en la tentación de intentar ser tan plástico como en la primera mitad. El colchón de puntos era bueno, pero la dinámica podía variar. Y es que el Barça, por mal que esté, siempre será el Barça.

Los de Bartzokas aplicaron un punto más de choque en su zona y empezaron a complicar la fluidez en ataque del cuadro claretiano. La inspiración de Pablo Aguilar desde el triple -4/4, sin fallo en el 6,75 para dispararse a los 14 puntos al final del choque- dio alas a un Granca atragantado en ataque (59-42, min. 23 y 62-48, min. 26). Pero apareció Darko Planinic para aportar diez puntos consecutivos y permitir al Herbalife aguantar el tiróndel Barça (72-53, min. 29). Cosas de ser un equipo por encima de las individualidades.

El susto

Con el 75-58, los últimos diez minutos pintaban plácidos para el Granca. Sin embargo, el Barça -quizá por su nombre- se empeñó en rechistar. Algo que parecía imposible cuando Báez, con cinco puntos consecutivos, elevara la renta hasta los 18 puntos (88-80, min 34). El Granca se recostó y el Barça respondió por instinto con Navarro al mando y un parcial de 0-11 (88-81, min 38). Un intento abortado por un Granca que no tembló para cerrar su octava victoria seguida ante un rival de empaque. Lo celebraron en la pista, entraron a vestuarios y volvieron a salir. Son historia, presente y futuro. Como esos chicos de la grada del fondo que viven el Granca.