Ryan Hollins, exjugador del Herbalife Gran Canaria, criticó al club por despedirle después de volar a Estados Unidos para acudir al funeral por el fallecimiento de su tío. El pívot estadounidense, que ahora juega en el Fiat Torino de Italia, narra en primera persona el desarrollo de esos días, en los que se juntaron el nacimiento de su hija Eve en la Isla y la muerte de su tío Gary en California.

"El Gran Canaria inicialmente se comportó como si lo entendieran. No me dieron más que su apoyo con el embarazo de mi mujer, el nacimiento de Eve y la noticia del fallecimiento de Gary. Pero cuando dejé claro que quería volver a EEUU para el funeral, de repente rechazaron mi petición. En mis diez años en la NBA nunca me he enterado de que un equipo rechace a un jugador atender una cuestión de vida o muerte. Me pareció inhumano. Le dije a mi representante la postura del Gran Canaria y lo que yo sentía que tenía que hacer", comienza su relato en la web estadounidense de baloncesto 'bjandbucher.com'.

El pívot, de 32 años, fue despedido el 15 de marzo, menos de dos meses después de su fichaje y su rendimiento no cumplió con las expectativas. Disputó su último partido el 5 de marzo frente al Obradoiro y relata que después de ese choque "el presidente me ofreció sus condolencias, me dijo que entendía mi dolor y que él también pondría siempre a su familia primero". Hollins detalla que en un principio tenía en mente quedarse unos días más para presenciar la boda de su prima Asya, la hija más joven de Gary. "Acudir al funeral provocaba que me perdiera un partido, y si me quedaba para la boda me perdería dos. Después de sopesarlo sentía que le debía al equipo volver tan pronto como pudiera, así que cambié el itinerario de mis vuelos para volver después del funeral", explica.

"Cuando regresé me dijeron que mi contrato iba a ser rescindido por indisciplina. Me puse muy furioso. Me salté la boda para hacer lo correcto con el club y me hicieron viajar 20 horas solo para decirme que me echaban. Aunque sabía que no estaban contentos con mi marcha, no me dieron ninguna indicación de que me echarían si me iba, comenta.

"A ningún club se le debería permitir manejar asuntos personales como el Gran Canaria manejó los míos. Deberían existir normas que protejan a los jugadores de recibir este trato. Creo que nadie en ninguna profesión debería tener que elegir entre su trabajo y decir adiós a un ser querido que significa tanto como lo significa Gary para mí", opina.