Que todo tiene un principio y un final, tanto en lo positivo como en lo negativo, hay que asumirlo, y más cuando hablamos de deporte. Pero sorprende cuando se trata de algo inesperado, como lo que le ocurría ayer al Herbalife Gran Canaria. Pocos pensaban que diera por finalizada su racha histórica de victorias consecutivas en el Olímpico de Badalona ante un rival de la zona baja de la clasificación, el Joventut. Más aún cuando los amarillos se encontraban ante una ocasión única de igualar al primer clasificado en el número de triunfos. A pesar de la decepción, y vista la irregularidad que muestran todos los que optan a los lugares de honor de la tabla clasificatoria, éste no supone un golpe definitivo a las aspiraciones isleñas. La marca se queda en ocho y, de nuevo, el contador a cero. A pensar ya en el choque del próximo viernes en Vitoria ante un rival directo, el Baskonia, para el que hay que recuperar las buenas sensaciones anteriores.

El Granca se llevaba una bofetada sin manos frente a la Penya, en un choque donde ambos contendientes intercambiaron las partituras que estaban llamados a interpretar sobre el parqué. Esta vez, el cuadro verdinegro era el que mostraba hechuras de grande, mientras que el amarillo transmitía unas impresiones pobres, inauditas casi para un conjunto que llegaba enchufadísimo y dando auténticas lecciones magistrales de baloncesto jornada tras jornada.

El Joventut tuvo la sapiencia necesaria para reducir a la más mínima expresión los poderes del Herbalife Gran Canaria. Es más, parecía mimetizarse con él, pues tomaba como referencia los puntos fuertes exhibidos por el cuadro claretiano para rozar la excelencia en sus ocho últimos encuentros. Poderío defensivo, rigor bajo los tableros y pulcritud en ataque. Se puede decir que los de Luis Casimiro recibieron una ración de su misma medicina y el ciclón amarillo quedaba minimizado por su adversario.

El tufillo que desprendía el duelo desde los compases iniciales no resultaba favorable para el Granca. En los albores del choque, ya se atisbaban factores que a la postre acabarían convirtiéndose en una losa para el equipo claretiano: imprecisiones, muy poco certero en ataque, escasa consistencia en el rebote, falta de rudeza en defensa... Algunos datos reflejan a la perfección la aciaga mañana que padeció el Granca en Badalona. Un 7 de 22 desde la línea del triple (32%), una veintena de balones perdidos y bastantes hombres de peso en el juego totalmente missing, como Royce O'Neale, Richard Hendrix, Darko Planinic, Eulis Báez, Anzejs Pasecniks... Únicamente un par de efectivos escapan de la quema; Bo McCalebb (12 puntos y 10 de valoración) y Kyle Kuric (23 puntos y 26 de valoración), a lo sumo.

Un 5-0 de entrada constataba la caraja amarilla en el Olímpico de Badalona. Después de tres minutos sin acertar con el aro rival, Sasu Salin, por fin, enchufaba un triple. Tomaba el relevo anotador Bo McCalebb con un canastón y tiro libre adicional para poner por delante a los amarillos (5-6). Tras el empate de Ventura, la respuesta la puso el letón Anzejs Pasecniks (7-8). Fue la última vez que el Herbalife Gran Canaria se veía por delante en el marcador. Con dos triples consecutivos, de Bogdanovic y Smith, la Penya cogía carrerilla (13-8).

Solo una canasta, de Bo McCalebb a falta de 2.38, se llevaba a la boca el conjunto grancanario hasta que otra de Darko Planinic cerraba el primer cuarto. El Joventut, entre medias de estas dos acciones, firmaba un parcial de 6-0 y dejaba el 19-12 al término del acto inaugural.

En los albores del segundo, con su francotirador Kyle Kuric como principal estilete atacante, el Granca aguantaba el tipo ante un rival atascado en esos momentos. Cuando se alcanzaba el ecuador de este periodo, de nuevo movimientos importantes. A falta de 5.26, Richard Hendrix ponía el 28-23. Pero a partir de ahí, arreón local para ir marcando sus mayores ventajas. Jordan establecía la decena a 3.44 y un triple de Abalde ponía el +13 para los verdinegros con un parcial de 8-0.

Dimitrijevic elevaba la diferencia a +15 después de un 12-2. Cuando restaban 2.16 para llegar al descanso, 40-25. Surgía entonces la figura de Pablo Aguilar para mitigar la sangría. Bo McCalebb sellaba un 6-0, roto por otro triple de Bogdanovic. Dos tiros libres de Albert Oliver colocaban el 43-33 al intermedio.

Dos datos reflejaban los aspectos más deficitarios de los amarillos en los primeros 20 minutos de juego. Poco acierto desde la línea del triple (2 de 8) y una cifra de balones perdidos inhabitual (14), a los que sacó bastante rédito su oponente.

Nueva caraja amarilla

En la reanudación, de nuevo caraja del Herbalife. Parcial de 4-0 y, otra vez, a esperar más de tres minutos para estrenarse en este tercer cuarto, hasta que acertaba Sasu Salin (47-35). El Granca, que no sabía cómo maniatar el torrente ofensivo del rival, tampoco conseguía revertir la situación a la hora de afrontar el aro del Joventut. Por tanto, no conseguía en ningún momento meter presión en el marcador. Dos triples verdinegros colocaban un desalentador 63-48.

En el arranque del cuarto definitivo, Kyle Kuric sustentaba a los suyos en ataque, pero en defensa el Granca seguía mostrando muchas debilidades. Así, el Joventut pisaba el acelerador para alcanzar una nueva diferencia máxima en el tanteador: +16 (69-53). Aunque aún restaban más de siete minutos por delante, y había tiempo para la reacción, las sensaciones que desprendían uno y otro conjunto no presagiaban grandes cambios en la dinámica del encuentro.

Y así fue, porque el Herbalife Gran Canaria no se mostraba capaz de enmendar los errores que le habían llevado hasta esta situación. Los destellos de un reaparecido Bo McCalebb eran a todas luces insuficientes para propiciar una cambio radical. El 86-72 que reflejaba el marcador después de los 40 minutos de juego hacían justicia a lo visto sobre el parqué. Malísimo día para las huestes de Luis Casimiro. Ahora solo queda la reacción para que la derrota se quede en mera anécdota. Ganar al Baskonia en Vitoria el próximo viernes sería el mejor síntoma.