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Herbalife Gran Canaria El reportaje

El sueño amarillo de Biram Faye

El joven pívot júnior del Granca acaba de lograr su segundo trofeo de MVP en el Campeonato de España

Biram Faye sentado sobre el aro de una de las canastas de la Vega de San José. ANDRÉS CRUZ

A la entrada del Pabellón de La Vega de San José, ahí donde el Gran Canaria pule su talento, hay desde hace unos meses un mural que todo aquel que viste de amarillo y cruza ese pasillo desea emular. En él, la plantilla del Herbalife celebra en la pista del Fernando Buesa Arena la Supercopa 2016, el primer título en la historia del club. Alrededor de él, pósteres de diferentes etapas, copas, banderines y carteles con algunos de los jugadores más influyentes del club, adornan el resto de la instalación.

Con estar algún día en ese otro lado es con lo que sueña Biram Faye (Senegal, 2000). "Solo quiero llegar al Gran Canaria Arena", explica desde sus 208 centímetros de altura. Becado por el club amarillo desde hace tres temporadas, el pívot africano acaba de concluir su participación con el campeonato de España con el conjunto júnior del Granca, comandado por Gabi Alonso. Un torneo donde los amarillos pusieron su punto final en los cuartos tras ceder en la prórroga frente al Real Madrid. Un hecho que no impidió que Biram Faye se alzara con el trofeo de jugador más valorado del torneo y con el de máximo reboteador.

Él le resta importancia al asunto. "Bueno, sí, está bien, pero lo más importante es el equipo. Creo que tendremos opciones de hacerlo mejor el próximo año. Muchos somos de júnior de primer año y tenemos que seguir mejorando", explica en un buen español, aunque dice que no tiene buena pronunciación. Este es el primer año de Biram en esta categoría, pero no el primer MVP como júnior. El curso pasado, el senegalés ya se llevó este trofeo individual en el nacional de 2016 cuando solo era cadete, donde también fue el más valorado del torneo.

Sus números en el último Campeonato de España asombran: 16.3 puntos, 12.8 rebotes y 27 de valoración; su cuerpo para su edad, también. Porque a sus 208 centímetros de altura hay que sumarle una envergadura de otros 229 centímetros. Algo que le hace ser letal bajo el aro, con un poderío físico imponente.

Pero Biram Faye no quiere que le suceda lo que le ha pasado a otros tantos jóvenes jugadores africanos que han brillado en categorías inferiores, cuando agarrados a su potencia física van dejando rivales atrás, pero una vez igualadas las fuerzas con el transcurso de los años acaban desterrados. "Sé que tengo muchas cosas que mejorar: tener un mejor tiro, hacer mejores los movimientos. Me gustaría poder jugar de cuatro y de cinco. Voy a trabajar muchísimo para lograrlo", resume Biram con entusiasmo.

De portero a pívot

Desde que llegó a Gran Canaria, Biram Faye no ha parado de progresar. Antes de recabar en la Isla, Faye anduvo por Málaga. Allí llegó guiado por sus representantes, que le vieron condiciones para triunfar en el baloncesto tras meterse de lleno con el balón naranaja. Porque antes que la canasta, Biram peloteaba con otro balón: el de fútbol. "Me gustaba ser portero, me encantaba tiararme a por el balón", confiesa mientras saca una amplia sonrisa.

Tras salir de allí y mientras buscaba otra oportunidad por Tenerife, Juanmi Morales, director de cantera del Herbalife Gran Canaria, conoció su caso. "En Málaga nunca creyeron en mí, no tenían confianza en lo que podía ser. Entonces me dijeron que no valía y me marché", apostilla Biram.

Solo dos años después, el gigante senegalés se ha convertido en uno de los proyectos de la generación del 2000 más interesantes del baloncesto nacional. La evolución de Biram Faye ahí es notoria. Y la culpa él se la echa, en gran parte, a los técnicos de la base Néstor Santana, Gabi Alonso y al propio Juan Morales. "Me están enseñando muchísimas cosas, pero muchísimas", sentencia.

Para empezar, a aspectos que salen fuera de la cancha, como controlar su temperamento. Su tremendo carácter competitivo le ha jugado malas pasadas más de una vez. Aún así, en la Vega de San José están convecidos de su potencial. "Al principio me costaba controlarme un poco. Era como un tigre", dice entre risas Biram.

La implicación del club con él se va notando poco a poco. Más domado, su sueño de convertirse en profesional está siempre presente. "Solo quiero entrenar a tope. No puedo parar", añade. Los ejemplos de Sitapha Savané, que ayudó a calmar ese temperamento el pasado año; el ejemplo de Edy Tavares, el gran emblema de La Vega de San José y la tutorización de Juanmi Morales guían su camino.

Eso y su familia. Porque en un pueblo cercano a Dakar, capital de Senegal, le esperan sus padres Dei Llalo y Babakar Faye junto a sus dos hermanos, uno mayor y otro menor. Ellos también guían sus pasos en la Isla, tanto dentro como fuera de la cancha, donde intenta completar la ESO este curso. "Me dicen que aproveche esta oportunidad como sea, que tengo que hacerlo. Y eso es lo que intento hacer día tras días", sentencia Biram Faye, el coleccionista de MVP.

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