Si solo anotas 19 tiros en 62 lanzamientos (un 30% de acierto en tiros de campo, 12/41 de dos y 7/21 en triples) es difícil ganar un partido. Si a ese aspecto también se le suma que estás en un partido de Playoff de la Liga Endesa, ese objetivo se complica un poco más. Si encima das la sensación de haberte quedado en la cuneta, falto de un combustible que propulse tu motor, parece ya casi imposible. Si además tienes al Baskonia delante, un equipo de Euroliga que en cualquier momento te puede destrozar con un par de zarpazos, la ecuación que proporcione una victoria con esos valores de por medio es completamente irresoluble.

Y con esas variables sobre sí, el Herbalife Gran Canaria patinó en su intento de ponerse por delante en la serie de los cuartos de final de la Liga Endesa en Vitoria. En un partido bregado en el fango, feo, poca sofisticado, el Granca resbaló para caer (71-59) ante el Baskonia. Ahora al Herbalife no le queda otra cosa más que volver al Fernando Buesa Arena para remendar la caída y seguir creyendo en alcanzar las semifinales de la ACB. Para ello, con este 1-0 en la serie, tendrá que ganar el próximo jueves en Siete Palmas (21.00 horas, Movistar Deportes 2). Un supuesto que no conseguirá si muestra el nivel de ayer.

Porque el Baskonia, que tampoco hizo demasiados alardes para llevarse el partido, no pareció que debiera emplearse demasiado a fondo. Más bien, todo lo contrario. Siempre administrando sus ventajas -más cortas que excesivamente largas- jugó con comodidad, contestando al instante cada vez que al Gran Canaria le daba por anotar una canasta, relativizando todo el partido sin pisar en exceso el acelerador; gastando exclusivamente lo que le parecía justo.

En frente, el Granca se hundió. Metido en sus problemas de anotación, se dejó vencer cuando el Baskonia, ya al final del partido, se divirtió. Dio síntomas de una endeblez mental y física que es más que preocupante. Recuperarse del golpe, levantarse de la lona y volver a poner la guardia es lo que le queda al Granca. Y no tiene mucho demasiado tiempo para andar en otros lares.

El Herbalife sabía que solo tenía un camino si quería llevarse el primer asalto de los cuartos del Playoff: defender como si le fuera la vida en ello. Y esa fue premisa que se aplicó al principio del partido. Doblando al enérgico Shane Larkin, sacándole tres rebotes ofensivos al aro baskonista y provocando dos pérdidas en los dos primeros ataques del conjunto vasco. Sin embargo, más allá de eso, se encontró un problema en ataque. Porque el Granca se abonó al fallo en opciones cantadas en los primeros embistes del día (5-5, min 7).

Tampoco andaba muy fino el Baskonia, al que le costaba un mundo anotar. El partido, por un momento, ni siquiera parecía de Playoff, con dos equipos que no encontraban la manera de meterle mano a un aro contestón. Cuando apenas quedaban poco más de tres minutos para que acabara el cuarto, el resultado pintaba a minibasket: 9-5. Lo mejor para el Granca era que a pesar de estar casi seis minutos sin anotar, el Baskonia aún no se lo había devorado (11-7, min. 8)

Pero la salida de Tornike Shengelia estimuló al conjunto de Alonso, que se sacó un parcial de 6-0 para mandar el partido al final del primer cuarto con 10 puntos de desventaja para el Granca, que se podía contentar. Y es que la sangría podía haber sido mucho peor. Porque sus números en ataque eran para llorar: 3/18 en tiros de campo. O lo que es lo mismo un penoso 16% de acierto ( 3/18 en tiros de dos puntos y 2/5 en triples). Lo mejor, el resultado del Buesa Arena que señalaba el 17-7.

Ante ese panorama, al Herbalife le quedaba un único remedio, tan simple como el principio elemental del baloncesto: meter el balón por dentro del aro. Bajo la batuta de Albert Oliver el Herbalife se sintió mejor. A ello se le unión la muñeca de Kyle Kuric, el anotador más fiable del equipo claretiano esta temporada. Juntos sacaron un parcial de 0-5 que dio algo de aire al Granca (19-14, min. 14).

Pero los problemas para el Granca no acabaron ahí. Anotar con algo de regularidad le suponía un mundo; Eulis Báez, de bajón desde hace más de un mes ya acumulaba tres faltas; Larkin daba la sensación de dominar sin esforzarse demasiado; lanzamientos a priori sencillos se salían del aro; Toko Shengalia se imponía (30-19, min. 16 tras dos tiros libres del georgiano). No había manera.

Pablo Aguilar salió al rescate para darle algo de ritmo al Herbalife. El mejor jugador del cuadro claretiano en el último tramo de la campaña, tiró de los suyos. Algo que no era suficiente para frenar los males del Granca. Un triple del granadino puso el 30-23 (min. 17) y otra canasta suya unida a un mate de O'Neale para barrer un rebote ofensivo mandaba a los amarillos al descanso con vida: 34-28 al término de los primeros 20 minutos.

Esperanza al descanso

El paupérrimo bagaje ofensivo de ambos equipos otorgaba esperanza al Granca. Porque el manido 'lo mejor es el resultado' no podía ser una verdad más grande, casi tanto como el número de veces que se ha usado esa frase en el deporte. El Herbalife podía salir de esa.

Ante esa mínima ventaja, el Granca se afanó en mejorar su mano. Salió pronto a calentar, buscando engrasar una muñeca tiesa. Pero el asunto no cambió demasiado, ni en uno, ni en el otro lado de la pista. Porque ni Herbalife, ni Baskonia habían mejorado mucho sus prestaciones. La pizarra, los balones del descanso y el respiro de vestuario no cambió demasiado el asunto. En contra de eso, el partido se embarró cada vez más, con un tanteo que era para pedir perdón por el espectáculo.

Un mísero 12-10 fue lo que dejó el tercer cuarto para las retinas del Fernando Buesa Arena. El que quisiera entretenimiento, que se conformara con la 'Kiss Cam'. Espesos los dos equipos en ambos lados de la cancha, ni el Baskonia aprovechó el momento para dar carpetazo al partido, ni el Gran Canaria para poder acercarse al marcador y meter algo de miedo a los alaveses.

McCalebb era incapaz de dirigir con criterio, cortocircuitado por completo en el partido; Planinic no encontraba la manera de imponer algo de fuerza en la zona; Salin de anotar por lo menos una canasta -acabó con 0/10 en tiros de campo el escolta finés-; Báez era la frustración personificada.

Solo la sapiencia de Albert Oliver ilusionaba al Herbalife que veía como el Baskonia le ponía una y otra vez un cerco insuperable. La línea de personal le sirvió al de Tarrasa para recortar la diferencia de dos dígitos (43-35, min. 39). Y cuando el Baskonia miraba hacia el 1-0 sin medidas tras una canasta de Kim Tillie, otra vez Oliver señaló al marcador. El base catalán hizo una de esas jugadas que tiene sello propio. Oliver se sacó un triple desde la esquina tras finta de tiro en el último segundo del cuarto para mantener a su equipo con fe. El resultado: 46-38, ocho puntos que remontar en diez minutos.

Estocada final

Pero lejos de que aquella acción espoleara a los suyos, el Granca se paró. Entre Nico Laprovittola, Adam Hanga y Johannes Voigtmann, el Baskonia empezó a echar cemento sobre el Herbalife. Ni siquiera salir vivo tras una técnica señalada a Luis Casimiro le valió al Granca. Porque Hanga, con dos canastas consecutivas (63-47, min. 36) condenó a los amarillos. Sin poco más que decir, los claretianos se dedicaron a contemplar cómo se gustaba el Baskonia. Agachó el Herbalife la cabeza y los de Alonso castigaron; quizá andaban ya pensando en el jueves. Eso es lo único que queda.