Cuando uno lee las referencias periodísticas sobre la construcción de la piscina Julio Navarro recuerda, con cierta nostalgia, cómo en aquellos años, las piscinas se construyeron "para uso exclusivamente deportivo", que era lo que indicaba, en aquel entonces, el Ayuntamiento de la ciudad, promotor y ejecutor de la obra.

Evidentemente eran otros tiempos y la mentalidad de nuestros dirigentes era otra, la que demandaba un deporte que había colocado a Canarias en el panorama nacional e internacional, Para ellos, para los deportistas, los verdaderos actores de esta historia, se construía aquella piscina que fue un orgullo de la ciudad y de Canarias entera y el devenir de los hechos y resultados ha demostrado que fue una acertada decisión la que tomaron los responsables municipales de aquellos años, encabezados por el popular alcalde Francisco Hernández Franito.

La historia está ahí para el que la quiera repasar y nuestra ciudad fue durante muchos años casi la capital de la natación hispana, con actividades y con competiciones que atraían espectadores y visitantes de toda España, lo que en términos modernos se diría que es un nicho de mercado y de promoción turística de la ciudad y hasta se acuñó aquella frase que lo decía todo: "Decir Canarias era decir natación y decir natación era decir Canarias".

Los entrenamientos, los cursillos de enseñanza, las competiciones, etcétera ocupaban el espacio deportivo que para eso se había construido, apoyados incluso en aquella frase de "sin cantinas ni bares, que desdicen de esta clase de instalaciones...". Vamos, el deporte en su más pura esencia.

Pero quizás por aquello de la popularidad de la natación o por los reconocidos beneficios para la salud, que se han vendido muy bien, el caso es que la construcción de piscinas se ha disparado en todo el mundo y las islas no han quedado al margen. Raro es el municipio que no tiene o anhela tener una piscina. Dicen los expertos que es el deporte del siglo XXI, al menos en su faceta de deporte para todos, codo a codo con los Runners, pero las estadísticas están ahí.

La cuestión es que la deriva que han tomado las piscinas que cada día se construyen, han ido limitando poco a poco el espacio deportivo para compartirlo con los demás colectivos, que también tienen sus derechos, por supuesto. Como decía un federativo nacional, la natación ha muerto de éxito, se han promocionado tanto sus beneficios, tanta su popularidad, que ya no hay sitio para los herederos de aquellos deportistas como los de la piscina Julio Navarro.

Una deriva, además, promovida por entidades públicas, como los Ayuntamientos, que ya parece que han olvidado el origen y su aportación a la historia de la sociedad, en este caso a Canarias, la lucha diaria de los responsables deportivos y los deportistas para encontrar espacios donde realizar sus entrenamientos y competiciones, así lo atestiguan.

Una triste deriva y un pobre reconocimiento a un deporte que lo dio todo por Canarias y que ahora los herederos de aquella historia deportiva ven como la sociedad ha cambiado sus prioridades y poco parece interesarles la faceta deportiva. Debe ser que el aspecto económico que rodea a estas instalaciones, con predominio de las empresas de servicios con su legítima prioridad económica, ha triunfado sobre los demás aspectos.

Y encima, según las ultimas noticias, parece que ahora hasta se pone en cuestión la idoneidad de su presencia en el Parque Doramas, donde ha estado toda la vida, tanto por sus propios vecinos como por la entidad que hace setenta años tuvo la genial idea de construir la piscina Julio Navarro.

Los tiempos cambian y las ideas parece que también, aunque eso sí, el ayuntamiento capitalino todavía la considera de uso deportivo en su ficha técnica. Menos mal.