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memorias (I)

El senador por antonomasia

El senador por antonomasia

José Macías Santana (Telde, 1925) cumplirá 90 años el próximo 6 de julio A pesar de su longeva edad, se mantiene firme y con buena salud, si exceptuamos los achaques típicos. Tiene solo una hermana menor ya que su hermano falleció. Es el senador por antonomasia pues no en vano pasó la mayor parte de su carrera política en la cámara alta. También fue diputado nacional y regional, presidente del Cabildo de Gran Canaria y alcalde accidental de Telde en tres ocasiones, todo ello tras trabajar en el Instituto Nacional de Previsión de entonces, en el que llegó a ser director provincial. El Gobierno de España acaba de concederle la Medalla al Mérito en el Trabajo en su categoría de plata.

Está casado y tiene cuatro hijos: un varón y tres mujeres, todos casados. Su hijo es psiquiatra infantil y vive y trabaja en Suiza, donde se casó. "Yo fui a la boda", afirma orgulloso. Tiene ocho nietos. "Los que viven aquí están muy en contacto con nosotros. No tengo nada que ocultar. Mi vida es transparente", afirma.

La aparcería y el Viera y Clavijo. De su infancia recuerda su trato con los aparceros debido al trabajo de su padre. "Mi madre era ama de casa y mi padre se dedicaba al empaquetado de tomates, era el encargado del almacén. Me dediqué mucho tiempo a hablar con los aparceros, con los que tuvo mucho contacto cuando era niño".

Estuvo interno en el colegio Viera y Clavijo, centro del que todavía conserva muy buenos recuerdos. "Entre los alumnos con los que tenía más relación estaba Juan Andrés Melián, que también seguiría luego la misma senda política que yo, al pasar por AP y el PP, y que además era hijo del director del colegio. Todavía hoy conservo muy buena amistad porque es una gran persona".

No se halla en la actual situación un tanto ociosa en la que vive porque en las últimas décadas siempre se acostumbró a tener una actividad pública intensa. "Ahora estamos en un descanso aburrido porque apenas hago nada después de tantos años de tener una actividad frenética, sobre todo en política".

El INP y el Agua de Firgas. Empezó a trabajar en abril de 1956 en el Instituto Nacional de Previsión, que en aquella época estaba donde está ahora el Ayuntamiento de Telde, en la plaza de San Juan. "Donde está ahora la entrada al ayuntamiento es donde nosotros teníamos las oficinas. Allí estuve trabajando mucho tiempo y luego me vine a la sede provincial a Las Palmas, en la calle General Franco (actual Primero de Mayo). Allí fui jefe de departamento, luego me nombraron subdirector y terminé siendo director provincial del Instituto Nacional de Previsión".

Tras ir al cuartel inició esa actividad pública que le ha tenido ocupado en el último período de la dictadura franquista, la transición a la democracia y la democracia propiamente dicha. "Después de la mili comencé todo el barullo de la vida política".

Empezó en el Ayuntamiento de Telde y después estuvo en el Cabildo de Gran Canaria. "Yo estaba en el Instituto Nacional de Previsión y Domingo González Guerra, el del Agua de Firgas, me llamó y me dijo que estaba en una reunión con los consejeros del Cabildo y me pidieron si podía ir. Fui y me dijeron que iban a hacer un pleno esa tarde para nombrar un vicepresidente y que estaban pensando nombrarme a mí para que cuando Alejandro Castro dimitiera en el pleno de esa noche de presidente yo pudiera ocupar su lugar".

Alejandro Castro dimitió porque se iba de alcalde a Telde. "Mi vida política ha sido una continua actividad: Ayuntamiento de Telde, Cabildo de Gran Canaria, Parlamento de Canarias, Congreso de los Diputados, Senado? Solo me ha faltado el Parlamento Europeo".

El juego de la piola y Acción Católica. Rememora sus años de niño y los juegos infantiles e inocentes. "Recuerdo de mi infancia cuando nos reuníamos la pandilla de amigos, la camarilla, para jugar a la piola, que era un juego muy de nuestra edad. Eran esas edades saludables en las que se juega mucho y esos juegos simples del boliche y demás".

Está a punto de cumplir 90 años, "una edad muy avanzada que Dios me ha dado oportunidad de vivir. En todos estos años he intentado por todos los medios hacer las cosas lo mejor posible con la gente con la que me ha tocado convivir tanto en el terreno humano como el político".

"A esta edad empiezo a mirar para atrás y echo mucho de menos hacer algunas obras, como en las que pude colaborar cuando joven, como Acción Católica, donde hacíamos todo lo posible por ayudar. En ese sentido, en mi larga época de político he intentado, y creo que logrado, estar lo más cerca posible de las personas porque son las que nos hacen convivir y disfrutar de hacer el bien".

El centro de parapléjicos de Toledo y el Faro de Maspalomas. Todo el mundo recuerda las visitas que José Macías hacía con frecuencia al centro de parapléjicos de Toledo, donde se reunía con los canarios que allí residían. "Yo he tenido la norma, la costumbre en estos años de política, de visitar los centros donde sufren las personas, especialmente el centro de parapléjicos de Toledo, y también en los centros de Madrid donde han estado alojados canarios".

"Recuerdo siempre al Faro de Maspalomas, que estuvo interno en el hospital Primero de Octubre. Fui a verlo, pregunté por él y la enfermera lo describió como el canario que no le llega una silla para poner los pies, por lo alto que era. Se alegró mucho. El pobre era una gran persona, de una humanidad tremenda. Impresionaba mucho cuando levantaba por el aire el arado. Ahí lo recordamos con la estatua en la entrada a Telde por la autovía. Esa imagen es sobrecogedora".

La primera mujer en el Ayuntamiento de Telde. Compara su época de mayor fulgor político con la actual y se queda con la suya. "En mi época las cosas eran muy distintas, qué sé yo. La política era muy distinta porque se trabajaba, en el caso de Telde, por el bien del municipio. Me acuerdo que Manolo Padrón me llama un día y me dice que me quiere meter en la candidatura al Ayuntamiento de Telde y yo le contesté que sí, pero con una condición: que vaya una mujer también. Y entonces propuso a María Antonia Fleitas, que fue la primera mujer que entró en el Ayuntamiento de Telde". En eso fue también un pionero antes de que los partidos se inventaran la cuota femenina en las candidaturas.

No olvida esa época, que aún rememora, cuando puede, con aquellos supervivientes. "El otro día nos reunimos en Melenara Carmelo Barrera, ella y yo, y precisamente estuvimos hablando de esa época, que fue muy bonita. Se trabajaba para el pueblo y con el pueblo. Los concejales de aquella época se metían muchas horas en el despacho y en la calle, eran trabajadores".

La mano blanda de Franco. En la época de la dictadura, del tardofranquismo más bien, tiene varias anécdotas. "Una vez fue toda la corporación de Telde a visitar a Franco, no sé por qué motivo, la memoria me flaquea ya. Fuimos todos, en aquella época Franco ya estaba muy mayor, tenía una edad muy avanzada, y recuerdo que estábamos todos allí y hablaba muy lentamente, poco audible. Al saludarnos, la mano de Franco era una mano muerta, muy blandita, no era el ímpetu de un saludo. Ya estaba enfermo, en las últimas".

Macías Santana siempre se caracterizó por ser un verso libre dentro del PP, no porque no fuera un hombre obediente y disciplinado en el partido sino porque organizaba actos por su cuenta y se reunía con los ciudadanos muy a su aire. "Cuando se está en política se está para servir al pueblo, al margen de la ideología de uno y la de los demás. Yo siempre lo he intentado, no sé si lo he conseguido".

Mucha gente le votaba por ser él, independientemente del partido al que pertenecía. "Mucha gente vota a las personas, además del partido. En el Senado se puede ver, que la votación es abierta y no hay listas cerradas. El senador es el único político que conserva el tratamiento de excelentísimo toda la vida".

El Senado y la cárcel. Asegura que la del Senado fue una experiencia muy entrañable. "Cuando me enteraba de canarios necesitados por la península, acudía a acompañarlos y ayudarlos. Una vez fui a ver a uno que estaba encarcelado en Toledo, dije que quería saludar a los canarios, me recibió el director y me reuní con los paisanos. Uno, que era de Telde, me dijo: "senador yo vivo en su calle". Fue muy curioso. Estuvimos hablando. Ellos eran de distintos pabellones y por eso no se veían con frecuencia, entonces aprovechaban para verse en esos momentos y hablar de su tierra. Cuando me voy a marchar, me dicen: "¿cuándo viene otra vez?; es que cuando usted viene nos vemos todos los canarios juntos".

"En Toledo el tema de los parapléjicos te impone porque ves a mucha gente joven postrada en una silla de ruedas. Había uno que era de Telde, de la Higuera Canaria. Estaba de cacería, dio un paso atrás, se cayó y quedó parapléjico. Cuando le dieron de alta se volvió a la isla pero no salía. Yo fui a verlo. Logré que el inspector médico lo viera. Vino un día a verlo con su mujer. Hacía rehabilitación y tenía que llevarlo una ambulancia. Empezó a mentalizarse de que podía evolucionar positivamente y habilitó un coche manual con los cambios para poder conducir. Se levantaba por la mañana, cogía a los hijos, los llevaba al colegio a Telde y luego regresaba a su casa. Con eso se empezó a sentir útil. Le perdí de vista, hace mucho tiempo que no lo veo".

El senador Macías no paraba de visitar a todo canario que sufriera y estuviera lejos de las islas. "Otra vez fui a la Unidad de Quemados de Sevilla para ver a una señora de aquí. Hablé con ella. Siempre he intentado aprovechar la situación que se tiene con un cargo político para ayudar en lo posible a la gente, colaborar en lo posible".

El ladrón de banderas. En otra ocasión tuvo que mediar a favor de un joven canario que en el extranjero se dedicó a robar banderas. "Tuve que hablar con el embajador del país en Madrid para que al menos se le pudiera juzgar aquí. Él tenía en la casa en la que vivía un montón de banderas de países a los que viajaba. Era coleccionista de banderas. Claro que el ministro de Exteriores de la época me dijo: sí, claro, yo entiendo que coleccione banderas, pero que por lo menos las compre y no se las lleve. Al final logramos que lo juzgaran aquí, que ya fue un logro".

"Él tenía manía por las banderas. País al que viajaba, bandera que cogía. Se las apropiaba. Las cogía en la calle, de esas que se cuelgan en las fiestas de los pueblos. El joven se subía a la farola y se llevaba la bandera. El hombre lo pasó mal. Son cosas, anécdotas que te ocurren en tu vida. Acompañé a la madre a hablar con el embajador y al menos logramos que el juicio se hiciera aquí, en España, porque allá seguramente lo habrían condenado más duramente porque la legislación era más estricta".

Macías, Pepe para los amigos, era una especie de conseguidor, un gestor, un hombre bueno que se prestaba a hacer de intermediario en cualquier problema que pudiera tener un paisano. "Yo hacía muchas gestiones, siempre tratando de ayudar a los canarios que representaba. En política muchas veces se hacen más gestiones fuera que dentro de las instituciones. Eso ocurre de manera más especial en el Senado".

"Un senador tiene una capacidad de gestión inmensa porque tiene acceso a todos los ministros. Todo pasa por el Congreso y el Senado. A lo mejor no tienes una amistad, pero sí conoces al ministro de Asuntos Exteriores o de Agricultura, como me pasó con Arias Cañete. Yo fui miembro de la Comisión de Agricultura del Senado y despaché mucho con Miguel Arias Cañete cuando era ministro del ramo. Como tienes relación con ellos todos los meses, puedes ayudar a solucionar algo con esos contactos que te facilitan el trabajo", continúa.

Reuniones en hoteles. Él ha comprobado que la gente es muy reservada en materia política. "Por eso, cuando alguien me quería ver yo quedaba con ellos en lugares neutros. Había gente que no le gustaba que le relacionasen con el PP y por eso yo no quedaba con ellos en la sede del partido. Los recibía en el hotel Parque, en el Gabinete Literario, en el hotel Santa Catalina, en el Metropole, en sitios que no fuera la sede del PP. Les facilitaba la reunión".

"Recuerdo a un primo mío que un día fue a verme al Cabildo porque tenía un problema de pensión, eso de que se pagan las cuotas pero no se cotiza. Me vino a ver con dos personas más y empecé a leer el expediente y los papeles que me dieron. Empecé a tomar nota de sus datos y en un momento determinado, algo preocupado, mi primo me dijo: oye, primo, nosotros somos del Partido Comunista. Y yo les contesté: y yo también, ¿qué pasa? Los tres estaban de pie y yo sentado".

Nunca tiraba la toalla. "Algunas cosas parecían imposibles y al final conseguíamos algo. No siempre se podían solucionar los temas porque algunos eran muy complicados".

El corazón y los genitales del padre de familia. Rememora "una anécdota muy bonita" sobre los premios de natalidad. "En la época de Franco se daban premios a las personas que más hijos tenían. Canarias era uno de los sitios donde siempre había un premio nacional porque aquí había familias muy prolíficas".

"Una vez tuve que acompañar a Madrid a un matrimonio que había recibido un premio de natalidad, no sé si era de Agüimes o Ingenio. Hablé con la señora y le dije que tenía que venir con su marido a Madrid a recoger el premio y que tendría que comprarse un traje. Entonces me dijo que su marido no podía ir porque padecía del corazón y no podía viajar en avión. Yo le dije que llevara a su marido al médico y que ya le diría él si podía ir o no a Madrid. Si no podía ser, que viajara ella sola, pero si el médico lo autorizaba, irían los dos. A los pocos días me dijo que el médico le permitía viajar a su marido. Me preguntó si podía llevar una mantelería a doña Carmen Polo, le respondí que no, que en El Pardo no dejaban llevar esos regalos. Pues al final me enseñó la fotografía entregando la mantelería a la mujer de Franco, por mucho que le dije que no. Y encima me dijo: "¿no decía usted que no se podía?, pues mire, se la entregué".

"La verdad es que no sé para qué me preguntó si luego hizo lo que le dio la gana, lo que ya tenía pensado. Después me dijo que el siguiente año iría de nuevo a recoger el premio de natalidad. Yo le contesté: "¿pero no me dijo que su marido padecía del corazón?", a lo que me respondió la señora: "sí, don José, del corazón sí pero de lo otro no". Y fueron un año más a Madrid. Franco les daba ayudas en metálico y casas de protección oficial a las familias super numerosas. Había familias de Gáldar, pero la mayoría eran de Ingenio y San Bartolomé. Allí estaban los matrimonios con más hijos".

Tres veces alcalde y dos presidente del Cabildo. Posee el récord de haber sido tres veces alcalde accidental de Telde. "Una vez estaba Agustín Florido, que se cabreó y se marchó, dimitió. Me dijo que me quedara yo de alcalde y esa fue la primera vez que presidí la corporación. La segunda vez fue con Manolo Amador, que dejó la alcaldía para marchar de delegado del Gobierno en Fuerteventura, y la tercera con Alejandro Castro, que se fue al Cabildo. Como era teniente de alcalde, en esos tres casos me quedé yo de alcalde en el municipio".

Antes de ser elegido presidente del Cabildo de Gran Canaria en su última etapa, también lo fue de manera accidental al sustituir a Alejandro Castro. "En el Cabildo figuran dos fechas distintas en las que fui presidente de la corporación. Alejandro dimitió como presidente. Un caso como el mío no hay en el Cabildo".

El maestro, la Falange y la política. Cuando pequeño era "más bien bueno", nada mataperros. "Estuve en la escuela de don Cesáreo, en Telde. Fue mi primer maestro. Era una escuela privada y él tenía la escuela en una calle que sube desde la plaza de San Gregorio. Él hizo una especie de Frente de Juventudes con su uniforme y todo. Cuando yo no le contestaba bien la lección en clase, me decía: "¿y tú quieres ser político?". Yo era un niño torpe, ni estudioso ni empollón. Tampoco era deportista. Jugábamos al fútbol en un campo de fútbol de Telde porque era lo único que había en el pueblo para que la juventud pasara el rato".

Era la época de la Falange, cuando los maestros vestían con el traje de falangista con la camisa azul. A los niños de la época les atraía esa estética. "En aquella época se hacía mucha vida en la calle, jugábamos a la piola en la plaza de San Gregorio. Bajando por esa calle de San Gregorio había una tienda y al lado la Sociedad La Fraternidad. Bajando la calle a la izquierda, en la esquina, estaba Acción Católica, delante de La Fraternidad. Los socios sacaban los sillones y los ponían en la calle. Se ponían a descansar en la calle con los sillones".

"Yo tenía un tío e iba por allí los domingos a saludarlo y darle un beso para que me diera un par de pesetas. Iba expresamente a sacarle dos pesetas para luego gastarlas en golosinas. La juventud era muy sana en aquella época. La de hoy es muy distinta".

La novia de La Higuera Canaria. Su mujer fue la única novia que tuvo. "Es de la Higuera Canaria. La conocí por un primo de ella, que era amigo mío. Ella venía de La Higuera Canaria a San Gregorio a misa, caminando. Yo era amigo de su primo Juan, que luego se fue a vivir a Salinetas. Yo iba a misa porque iba ella y luego la acompañaba con la madre, caminando, a la máquina de azúcar, en el puente que divide Telde con Valsequillo, y luego andando por el barranco". No había coches de hora que cubrieran esa ruta. "No recuerdo a qué edad empezamos a salir, si a los 16, los 18 o 20, la edad del novio. Me la presentó su primo y me gustó desde el primer momento. Tuve la suerte de ser correspondido. Era una juventud sana, practicamos juegos infantiles e inocentes".

"Hoy día la juventud es más complicada. Está el asunto de las drogas, que en mi época era algo que no se veía. Además, los jóvenes de hoy están metidos en medio de muchas maquinitas, de móviles, ordenadores y nuevas tecnologías que no teníamos nosotros en aquel tiempo ni nos podíamos siquiera imaginar. Hoy ves hasta niños pequeños con móviles y maquinitas. Estos días he visto hasta denuncias de padres por acoso escolar a sus hijas. En mi época no existía nada de esto".

Echa de menos aquel tiempo. "Era otra vida, otra edad. Era muy distinto". En 1956 se casó después de estar varios años de novios. "Nos casamos en La Higuera Canaria, de donde era ella. En aquella época se hacía más vida en familia. Se convivía más en familia. Hoy día no. Hoy mucha televisión, muchos ordenadores, muchos móviles, muchas tabletas. La gente viaja más y los miembros de las familias son más despegados".

"Hoy las familias hacen cruceros por el Mediterráneo o por otras rutas, algo que no se hacía en mi época porque tampoco había medios ni recursos. Ahora se hace una vida muy distinta. La mía era una vida más tranquila, más familiar. Claro, no había dinero, y entonces la gente no se podía permitir ciertos lujos".

El estraperlo, los cambulloneros y las conservas. Aunque su época fue más difícil, reconoce que nunca llegó a pasar hambre "porque comprábamos comida al estraperlo. Si se tenía el dinero suficiente, se conseguía de todo. Quizá se pasaban necesidades pero no hambre. Las conservas se conseguían con el estraperlo, con los cambulloneros, bajo cuerda. Hambre no se pasó".

"Yo iba de San Gregorio, en Telde, a la plaza de San Juan a comprar el pan en la panadería desde la madrugada. Recuerdo todavía el olor que desprendía el pan recién hecho, fresco y caliente. Se pasaban apuros, sí, no voy a decir que no, pero las calamidades se pasaban. Las penas con pan eran menos penas".

El televisor en blanco y negro y el Peugeot 203. En su tiempo no se podía contar con cosas que hoy son normales. "En mi época era un lujo tener televisión. Mi primer televisor en blanco y negro lo compré a un restaurante de Telde porque el dueño se iba a comprar otro pues aquél se le había quedado viejo. En los restaurantes y en los teleclubes sí había televisión, pero en las casas particulares llegaron mucho más tarde. Era un lujo".

Cuando se casó siguió viviendo en Telde, en la calle Lepanto. "Trabajaba en el Instituto Nacional de Previsión durante todo el día. Iba por la mañana, volvía a casa a comer y regresaba al trabajo por la tarde. Me compré un coche, un Peugeot 203, para poder desplazarme a Las Palmas porque me nombraron director".

"Mientras fui jefe de servicio iba y venía todos los días de Las Palmas a Telde, pero cuando me nombraron director provincial del Instituto Nacional de Previsión ya me dieron también vivienda y me mudé de Telde a la calle Tomás Morales de Las Palmas, frente a la Clínica del Pino".

Su primer piso en propiedad. Cuando empezó a dedicarse de lleno a la actividad política con Alianza Popular, compró el piso donde vive actualmente en la calle Venegas de Las Palmas de Gran Canaria. "Salí de senador en el 82, el año en el que Felipe González ganó con sus diez millones de votos. Hasta el final no sabíamos si era yo o el compañero Fernando Peligero el que se hacía con el acta de senador. En primera instancia apareció él pero luego, en el recuento gané yo porque hubo una confusión con los votos. Era catedrático de universidad".

Su primer partido fue Alianza Popular y posteriormente, con la refundación, siguió en el Partido Popular. "No he cambiado nunca de partido. Desde que me eligieron por primera vez siempre saqué mi acta de senador o de diputado en todas las elecciones consecutivas. Cuando en la etapa de Pedro Lezcano fui vicepresidente del Cabildo, en mitad de mandato, cambié el Senado por el Congreso de los Diputados. Encabecé la lista por la provincia de Las Palmas y fui diputado con Nicolás Villalobos. Fuimos juntos al Congreso".

Dedicado a su mujer y la Fundación. Desde que abandonó voluntariamente su escaño en el Senado está dedicado en cuerpo y alma a su mujer y a la Fundación Alejandro da Silva contra la leucemia. "Me viene muy bien porque así mato el tiempo y además estamos haciendo una buena labor con los niños. Hay un equipito bueno de personas en la fundación que colaboran mucho".

"Tenemos dos casas al lado del Negrín para atender a los niños que vienen a la isla para ser tratados de la leucemia. No solo vienen de otras islas, también de Gran Canaria. Si vienen de La Aldea no tienen necesidad de regresar al pueblo el mismo día si tienes que ser tratado en el Negrín durante varias jornadas. Hay mucha gente que colabora económicamente".

Una nota en el periódico hizo que los de la Fundación Alejandro da Silva se fijaran en él y le hicieran una propuesta que no pudo rechazar. "Cuando dejé la actividad política, en LA PROVINCIA escribieron que, como yo no podía estar sin tener alguna actividad, sería bueno que alguna asociación u ONG me ofreciera algo. Y así fue. La Fundación Alejandro da Silva me ofreció la presidencia y yo la acepté con mucha satisfacción. Yo necesito estar activo para sentirme bien y útil. Lo he hecho durante toda mi vida y ahora no voy a dejarlo porque esté a punto de cumplir 90 años".

"Cuando se enteraron de mi dimisión en el Senado y vieron el anuncio en el periódico, el anterior presidente de la Fundación Alejandro da Silva y tres personas más me llamaron, fuimos a tomar café y me propusieron presidir la institución. Me convencieron y acepté. Es una gran obra".

(Segunda entrega, mañana,

lunes: José Macías Santana)

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