Los británicos sustituyen a Brasil, bajo cuya presidencia anual se organizó en 2008 la cumbre de noviembre pasado en Washington en la que se trató de encontrar una fórmula consensuada frente a la crisis financiera internacional de los últimos meses.

Londres quiere que lo conseguido en Washington no quede en una mera declaración de intenciones y la cita de abril es muy importante para Brown, que ha conseguido recuperar su crédito político interno al ser percibido como uno de los líderes mundiales más activos en la búsqueda de soluciones frente a la crisis.

La oficina del primer ministro afirmó este miércoles, a menos de 24 horas de asumir oficialmente la presidencia del G-20, que el objetivo de la reunión de Londres será doble.

"Se revisarán los progresos del Plan de Acción para el reforzamiento de la regulación financiera y se intentará establecer un proceso claro para la reforma de las instituciones financieras internacionales para que estén preparadas ante una era de capitalismo global", dijo el 10 de Downing Street en un comunicado.

También es doble la importancia de la cumbre de Londres para el Gobierno británico, porque el Reino Unido está notando de manera significativa la crisis (con la libra y los tipos de interés en mínimos históricos y el desempleo al alza), y porque 2009, si no se produce un adelanto, es año pre-electoral.

Antes de la crisis, Brown figuraba en los sondeos de intención de voto hasta 20 puntos por detrás del líder conservador, David Cameron, pero gracias a su gestión de la situación esa diferencia se ha recortado a menos de 5 puntos, según varias encuestas, lo que ha suscitado conjeturas sobre un posible adelanto electoral.

El líder laborista ha manifestado recientemente que el consenso de Washington es sólo el primer paso para dar con soluciones que permitan superar lo que él califica como "un bache".

"Nos comprometemos a que, con acciones nacionales e internacionales y con ayuda real en tiempos de dificultad, sacaremos a la gente por completo de este bache", manifestó Brown en una declaración ante la Cámara de los Comunes el 17 de noviembre.

"El bache puede ser más pequeño y menos profundo si el Reino Unido emprende medidas y esas medidas son correspondidas en otros países", añadió Brown, cuyas ideas para salvar al sistema financiero británico fueron copiadas por el resto de Europa y por EEUU.

Brown rescató a los bancos de la City capitalizando las instituciones en crisis y dándoles acceso a liquidez inmediata y a fondos a tres años vista, y su ejemplo fue seguido por todos.

Hoy, prepara como anfitrión la próxima cumbre del G-20, en la que considera que habrá que acometer "la reforma a gran escala de la arquitectura económica internacional construida en 1945 (en Bretton Woods), que ya no sirve para los desafíos de 2008".

Hasta la cita de abril, Brown tratará también de recomponer la maltrecha unidad europea, que quedó de manifiesto con la decisión de la canciller alemana, Angela Merkel, de no estar en Londres el 8 de diciembre en una "mini-cumbre" europea a la que sí asistieron el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso.

La prensa alemana interpretó el encuentro de Londres como un "desaire" a la canciller alemana, sobre todo después de que varios países de la UE y la CE criticaran a Alemania, como primera potencia económica europea, por considerar que no hace lo suficiente para frenar la situación generalizada de recesión económica.

Frente a las críticas, Merkel, que rechaza endeudar al Estado para sufragar el gasto público, insiste en que el reciente plan germano de estímulo económico de 32.000 millones de euros es el más voluminoso de Europa, frente al del Reino Unido (unos 23.500 millones de euros) y el de Francia (26.000 millones de euros).

En el aire está también la participación en la cita de Londres de España, cuyo jefe de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, estuvo presente en la cumbre de Washington como invitado del Presidente francés.

El pasado día 12, Brown rehusó confirmar si invitará a Zapatero a la cumbre del 2 de abril, aunque manifestó "que las preocupaciones de España serán tenidas en cuenta seriamente".

Previamente, el Gobierno español se manifestó prácticamente convencido de que Zapatero ocupará su silla en la segunda cumbre del G-20 y fuentes del Palacio de la Moncloa aseguraron que Brown es un gran apoyo para garantizar la participación.