La crisis económica ha incrementado un 50% la venta de productos de marcas blancas en los últimos dos años en Canarias. Las empresas isleñas se han ido adaptando a una nueva realidad comercial y fabrican para los supermercados casi cuatro de cada diez de estas referencias.

El negocio de la alimentación ha experimentado en apenas dos años una enorme revolución. La debilidad económica de las familias y la propia política comercial de los distribuidores ha favorecido que las marcas genéricas o del distribuidor, conocidas como marcas blancas, hayan pasado de representar un 20% de la cuota de mercado a suponer aproximadamente un 30% de las ventas globales en estos momentos. Incluso es superior en el caso de Mercadona, donde acaparan el 35% de las 8.000 referencias de sus tiendas.

Su crecimiento, según los detractores, supone una mayor vulnerabilidad laboral, toda vez que las empresas fabricantes se ven obligadas a ofrecer productos a un precio inferior. El sector estima que el mismo producto y con estándares de calidad semejantes puede ofertarse con un 20% de rebaja por término medio. En algunos casos se disparan esas diferencias, debido a que los niveles de calidad son distintos.

Otro de los riesgos para el fabricante es que el distribuidor cambie de proveedor y mantenga la enseña. De ahí que los grandes fabricantes nacionales hayan emprendido campañas para defender el valor de sus productos y distanciarse del resto, aunque otros se han adherido creando enseñas paralelas para poder seguir siendo competitivos.

Las marcas de distribuidor generan un volumen de negocio de 11.550 millones en España, donde representa el 34% de la cuota de mercado, frente al 43% del Reino unido, el 42% de Bélgica y el 40% de Alemania.