El empresario e industrial Onelio Ramos lo tiene claro: "Ese sería un negocio redondo... para el que pueda meterse en él. El clima es perfecto, los apartamentos y bungalós no funcionan como antes, hay, siempre la ha habido, una sobreoferta. Y desde que se popularizaron los cruceros la gente prefiere los hoteles todo incluido, como en los barcos, en vez de tener las mujeres que hacer las camas y la comida y fregar calderos". Propietario de numerosos bungalós, en uno de los complejos que han tenido que cerrar sus puertas, Vista Golf, este hombre de negocios, ex subdirector general de La Caja, lo ha asumido: "Con una pequeña inversión para adecuar los baños y mejorar la accesibilidad, y las piscinas, tendríamos una oferta de un gran futuro en el mercado".

Los arquitectos, abogados, ingenieros, médicos, profesionales libres o altos funcionarios, se hacen mayores, pero mantienen un elevado poder adquisitivo, y encima son propietarios de sus viviendas, "que se les han vaciado, porque sus hijos se han casado y se han marchado, y las casas se les hacen enormes, inhóspitas, y además se deterioran", comenta Pedro Quevedo, consejero del área sociosanitaria del Cabildo de Gran Canaria. "Este, sin duda, es el futuro. Este tipo de comunidades con servicios centralizados, y lógicamente con asistencia médica, la tensión, las pastillas, la artrosis, es un éxito claro. Hay mucha gente que huye de las residencias, porque les suenan a abandono; pero que ven muy bien estar abajo en el Sur, en unos chalés, con buenos jardines, en un terreno llano, donde pueden pasear, y donde sus hijos y nietos lo pasen bien cuando vayan de visita".

"Es un tema que hay que estudiar", reconoce este médico metido de lleno en política desde hace años. "La clave está en atender un segmento que quiere encontrar comodidad, servicios médicos, un buen comedor, rehabilitación..." Hay muchos ejemplos en la Península. "Habría que negociar incluso con otros países para que sus jubilados vengan a Canarias en estas condiciones. Es un nicho de empleo con una alta tasa de retorno". Un canario que reside en Suecia hace una reflexión interesante: "A la Seguridad Social sueca le sale mucho más barato pagar residencias en Gran Canaria que en Suecia".

Román Rodríguez, coincide totalmente. "Florida es un referente mundial. Esta actividad podría complementar los proyectos en marcha para incentivar el turismo sanitario". Ciertamente, como confiesa Roberto Moreno, responsable insular de turismo, podría ser una buena alternativa de futuro.

La crisis, destacan Onelio Ramos y Ángel Luis Tadeo, desarrolla la imaginación. Por ahora los datos son demoledores: casi un centenar de complejos están en bancarrota; y millares de propietarios hace meses que no reciben renta. "Yo hace un año que no veo un euro", reconoce María Luisa, propietaria de unos apartamentos en Campo Internacional. Algunos administradores, aquí y en Puerto de la Cruz, han terminado en los juzgados. Y esta señora no verá dinero en mucho tiempo, porque rehabilitaciones aparte, los todo incluido compiten por la clientela, y llevan las de ganar.

No es una idea descabellada. En realidad, como recuerda el arquitecto Domingo González Chaparro, ex concejal de Urbanismo con Rodríguez Doreste en Las Palmas de Gran Canaria, esos fueron los comienzos del turismo en el Archipiélago. Los ingleses venían a pasar largas temporadas en los hoteles para huir de los fríos del invierno británico. Así empezó el Taoro, en Tenerife, o el Santa Catalina y el Metropole, en Las Palmas, o los hospedajes en Tafira, el Santa Brígida, Los Frailes, el Quiney... Hace unos años un constructor gallego planteó un proyecto en Agaete, que pretendía acoger a mayores de Tenerife y de Gran Canaria. Los terrenos siguen con ese uso. También en la actualidad se ha planteado una iniciativa similar en Barranco Seco. Hay, en fin, pequeñas señales, pero no acaban de cuajar.

"Aquí lo que hay es una imaginación de cucaracha", sentencia González Chaparro. "Hay que dejarse de tantos logotipos, siempre repitiendo tópicos, y hacer lo que hay que hacer. El problema es que llevamos más de treinta años dando vueltas al mismo punto, y hay que reciclarse. Hay un potencial turístico formidable de la tercera edad, porque los europeos ven a Canarias como un lugar muy próximo culturalmente, con buenas instalaciones y con servicios médicos a la altura de los mejores. Un anciano nórdico, o alemán, no iría a Marruecos, porque sabe que si le da un infarto, se muere. Aquí no. Sería un negocio enorme".

Bien, pues parece que hay un amplio consenso en la idea de encontrar quienes ocupen esos miles de apartamentos y bungalós vacíos y en franco deterioro. El consorcio que lleva adelante el plan de rehabilitación, y que encabeza el ingeniero José Fernández, ex director general de Costas, podría ser la oportunidad decisiva, el tren que hay que tomar, si pasa por la estación adecuada en el momento adecuado.

Muchas veces ha dicho el empresario alemán Teo Gerlach que lo que necesita el turismo no son tanto nuevas promesas de infraestructuras y planes incumplibles sino una gestión eficiente: que no haya ratas como gatos, ni plagas de cucarachas, ni malos olores por depuradoras mal ubicadas, ni ejércitos de mosquitos, ni farolas rotas, papeleras desparramadas, contenedores malolientes, y una visible falta de seguridad en las calles. Claro, eso es básico para poder plantearse cualquier meta que pase, ineludiblemente, por la combinación de calidad y tranquilidad. Y más si hablamos de mayores.

El doctor José Vicente Rodríguez, uno de los máximos impulsores del turismo sanitario, ve una "fuente de oportunidades", para los hoteleros y para las clínicas privadas, en algunos casos, pues se trata de una clientela que por su edad y achaques es demandante neta de cuidados especiales. "Hay que hablar de un turismo de salud, y bienestar, que busca confort".

Para llegar a alguna parte hay que contar con la compleja tela de araña de ordenanzas, normas, leyes, decretos y barreras burocráticas, locales, insulares y regionales. Pero el consejero de Política Territorial del Cabildo, Emilio Mayoral, no ve obstáculos en la planificación. El problema es que alguien tiene que empezar; y es claro que se trata de la iniciativa privada. Después llegarían los conciertos, y el efecto multiplicador.

Por ahora, la ola de quiebras continúa, y los juzgados de lo Concursal se desbordan. Mientras, no solo no se cubre un servicio para el que hay perspectivas claras, sino que se desaprovechan oportunidades que aliviarían la crisis financiera y abrirían nuevas perspectivas para el futuro. Parece un sino. ¿No hay nadie que quiera apostar a caballo ganador?