El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean Claude Trichet, ha propuesto a los miembros de la Unión Europea la creación de un ministro de Finanzas comunitario, y ha planteado la posibilidad de que se dote a las autoridades europeas de más autoridad en los países que van "por el mal camino", que incluya el derecho a veto de determinadas políticas nacionales.

"¿Sería demasiado atrevido, en el campo económico, con un mercado único, una moneda única y un único banco central, imaginarse un ministro de Finanzas de la Unión?", se preguntó Trichet durante un discurso pronunciado tras recibir el premio 'Carlo Magno' por su europeismo.

El presidente del BCE aclara que no tiene que ser necesariamente un ministro que gestione un gran presupuesto federal, sino un ministro que tenga responsabilidades directas en tres áreas, entre las que se encuentra la vigilancia de las políticas fiscales y de competitividad.

Además, podría ejercer todas las responsabilidades típicas de los poderes del Ejecutivo en lo que se refiere al sector financiero integrado de la unión, con el objetivo de ayudar a la total integración de los servicios financieros. En tercer lugar, podría ejercer la representación de la unión en las instituciones financieras internacionales.

Por otro lado, Trichet, cuyo mandato al frente del instituto emisor europeo concluye el próximo 31 de octubre, también consideró apropiado establecer en el medio plazo "dos etapas" en el caso de los países que atraviesen dificultades económicas, lo que requeriría un cambio del Tratado de la UE.

Así, sugiere que en una primera etapa está justificado que se aporte ayuda financiera en un contexto de un fuerte programa de ajuste, ya que es "apropiado" dar a los países la oportunidad de arreglar la situación por sí mismos y de restaurar su estabilidad.

Además, incide en que estas ayudas son positivas también para los intereses de la zona euro en su conjunto, ya que prevén que el contagio podría causar problemas en otros países. "Es de suma importancia que el ajuste se produzca, que los países -gobierno y oposición- se unan en este esfuerzo, y que los países prestatarios vigilen con gran cuidado la aplicación del programa", añadió.

Más autoridad para la Unión

En cambio, Trichet añadió que en caso de que un país no cumpla, todo el mundo estaría de acuerdo en que la segunda fase debería ser "diferente". Así, se preguntó si sería "ir demasiado lejos" dar a las autoridades de la zona euro mayor "voz y voto" y autoridad en la creación de las políticas económicas de un país, "si va por el mal camino".

A este respecto, aclaró que el fundamento de este enfoque requiere encontrar un equilibrio entre la independencia de los países y la interdependencia de sus acciones, especialmente en circunstancias excepcionales. De esta manera, se cambiaría radicalmente el actual sistema de gobernanza basado en la vigilancia, las recomendaciones y las sanciones.

"Según este nuevo concepto, sería no sólo posible, sino en algunos casos obligatorio, que en una segunda etapa las autoridades europeas tomen por sí mismas decisiones aplicables a la economía en cuestión", incidió Trichet, quien agregó que esto sólo sería imaginable si las autoridades europeas tuvieran derecho de veto sobre algunas decisiones económica nacionales.