Pagar más por nuestra deuda "nos empobrece", tal y como afirma el economista Antonio González Viéitez. Si España se ve en la necesidad de elevar la rentabilidad de sus bonos, obligaciones y letras -los tres productos básicos que un Estado pone en el mercado para obtener financiación- con el fin de atraer a los inversores, tendrá que dedicar más fondos de sus arcas a devolver ese capital prestado. Los perjudicados son los servicios que se ofrecen a los ciudadanos, que ven recortadas las partidas que se dedican a ellos.

Si España debe devolver más dinero, tiene "menos fondos para los servicios", apunta el presidente de la CEOE-Tenerife, José Carlos Francisco. Pero no solo es el sector público el que se resiente, porque ese incremento de los tipos de la deuda tiene también traducción en la financiación de las empresas. Si los empresarios ya tienen difícil el acceso al crédito, ahora tendrán que pagarlo "mucho más caro", dice Francisco.

Buena parte de la responsabilidad de que los inversores exijan a España un interés alto para comprar su deuda la tienen las agencias de calificación. Son "empresas privadas", tal como recuerda González Viéitez, que, según el presidente de la Confederación Canaria de Empresarios, Sebastián Grisaleña, "están haciendo mucho daño".

Una rebaja en la calificación de la deuda por parte de una de las tres únicas agencias reconocidas mundialmente -Moody's, Fitch y Standard & Poor's, todas estadounidenses-, es un mensaje que los mercados captan en el mismo instante en que se produce. Lo que las agencias están comunicando a los inversores es que si compran deuda de ese país se están arriesgando a no ver nunca más su capital.

El efecto inmediato es que los compradores de deuda se retiran al bono alemán, el más seguro. Ese aumento de demanda hacia los títulos teutones motiva que la rentabilidad que estos ofrecen se reduzca. Al mismo tiempo, España se ve obligada a incrementar la rentabilidad de sus títulos, hacerlos más atractivos, para obtener la necesaria financiación. Este doble movimiento eleva la prima de riesgo, que no es otra cosa que la diferencia existente entre la rentabilidad que ofrecen los bonos españoles y alemanes a diez años.

Ante la importancia que cobra una nota mala por parte de las agencias de calificación, Grisaleña afirma que los estados "tienen que tomar medidas contra" ellas. Es la solución que aporta para salir "de este círculo infernal que nos empobrece", descrito por González Viéitez.

La medida que los estados europeos barajan es la creación de una agencia en el Viejo Continente. "Probablemente sería bueno", señala José Carlos Francisco, sobre todo para romper "este oligopolio", tal y como lo definen tanto él como González Viéitez.

Grisaleña va un paso más allá: "No he visto ningún informe muy negativo de estas agencias sobre Estados Unidos, cuando ha estado a pocas horas de entrar en mora". A su juicio, si la situación que se ha vivido en el país norteamericano, se hubiese producido en España, "habría que haber visto" las medidas adoptadas por las agencias.

González Viéitez no se explica "cómo la sociedad mundial permite el vapuleo constante de los mercados". Al "martillo" de los vaivenes de la deuda, él une el "yunque del pensamiento liberal que insiste en machacar el déficit" y que certifica la cuadratura del "círculo infernal" del que habla: menos recursos dedicados a los servicios públicos esenciales y menor capacidad de endeudamiento para poder prestar dichos servicios.

Este economista estima un error intentar combatir a los mercados con sus mismas armas. "Tocan a rebato, el Banco Central Europeo emite bonos, se ponen manos a la obra con Grecia. Están intentando utilizar los mismos elementos, pero los mercados tienen tales recursos financieros que si quieres luchar así con ellos estás perdido, se llevan por delante todo".

La cuestión está en saber en qué momento la rueda se detendrá. Sebastián Grisaleña espera que a pesar del ataque de los mercados, no haya que rescatar a España. "Sería un golpe durísimo para Europa", afirma. González Viéitez, por su parte, estima que nada cambiará "mientras no se les meta en collera y se siga tolerando la especulación bajista".