O currió una vez en la cima del Teide. Allí estaba el promotor turístico Francisco Díaz-Casanova Marrero junto a su amigo el aparejador Ulises Medina y las esposas de ambos. Hacía un día tan claro que se veían las siete islas, las condiciones idóneas para que el empresario echara a volar -una vez más- su teoría. Según dejó dicho este pionero del turismo ya fallecido resultaba increíble que "no se haya programado qué islas son turísticas y cuáles no. Yo comprendo que todos queremos más, pero nos estamos pasando del exceso, aunque todavía estamos a tiempo de ordenar el desorden y darle a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César", proclamó. Y no lo dijo cualquiera, sino un pionero, el hombre que encabezó al grupo inversor canario que construyó el primer hotel del emporio Maspalomas Costa Canaria, el Folías, iniciativa en la que él vio también con su vista afilada "la posibilidad del turismo". "El clima que tenemos nosotros no lo hay en ninguna parte del mundo, sobre todo en las orientales", destacó siempre.

"Francisco Díaz-Casanova vivía en Valsequillo y era un hombre de una honradez a prueba de bomba, muy inteligente, dinámico y emprendedor", recuerda hoy en día la persona que estaba junto a él aquel día en las alturas y que participó activamente en la construcción del hotel Folías, el aparejador Ulises Medina. Él mismo formó parte de un grupo inversor en el que también participaron el arquitecto Manuel de la Peña y empresarios como Pedro Hernández Melián, Manuel Montenegro Bastos, Arístides Jaén Suárez, Manuel Álvarez o Fernando Cardoso, entre otros.

Y también fue un ser generoso. Cuando le dieron el Guanche de Oro por su aportación al desarrollo turístico de Gran Canaria no tardó ni un día en hacer copias para todos los que le acompañaron en la aventura del hotel Folías para que tuvieran también en sus vitrinas una reproducción del premio. "Y lo hizo pagándolo de su bolsillo", subraya Medina, con el que compartió tantos y tantos momentos dando forma a los sueños que tomaban cuerpo sobre la superficie ondulada y arenosa del sur grancanario.

Tristemente en función de la historia y el simbolismo que atesora, el hotel Folías ha cerrado sus puertas, por más que éstas sigan abiertas en la historia insular. Lo que nadie puede cerrar es el ejemplo que dieron empresarios como Díaz-Casanova, que apostaron por Maspalomas Costa Canaria antes de que llegaran los inversores nórdicos y alemanes. Antes de todo ya se había posado el águila.