Ulises Medina estuvo allí, y no solo para contarlo, sino para participar activamente en el desarrollo del proyecto Maspalomas Costa Canarias. Por sus palabras habla la historia del turismo en Gran Canaria y Canarias, como ocurrió esta semana durante su conversación con este diario en la sede del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos, del que fue presidente. Medina trabajó codo con codo con el arquitecto Manuel de la Peña en su estudio, así que su trabajo, su empeño y su saber están grabados en los cimientos y estructuras de las obras más emblemáticas que se construyeron en aquellos increíbles años.

Hoy en día mezcla el orgullo con el lamento de que las generaciones posteriores hayan permitido la desaparición de obras que figuraron en revistas internacionales de arquitectura por primera vez en la historia de Gran Canaria. "Hay un sitio que se llamaban las Meloneras, pero lo grandes melones son los que permitieron esas pérdidas, porque es una barbaridad de tipo histórico, cultural y urbanístico", razona.

"La gente decía que estábamos locos", recuerda, coincidiendo con la memoria que guarda de aquellos momentos el propio Alejandro del Castillo y Bravo de Laguna, conde de la Vega Grande. "El turismo estaba en Las Palmas, pero teníamos una enorme confianza en el proyecto Maspalomas Costa Canaria", comenta.