El Gobierno canario sorprendió ayer con unos datos que destierran la idea de que las bonificaciones, suspendidas desde el 1 de enero, benefician más a unas compañías que a otras. De los 19,1 millones de euros que ahorraron las aerolíneas el año pasado por incrementar el número de pasajeros y las frecuencias con respecto a 2010, 11,8 millones han ido a parar a las tradicionales, mientras que las de bajo coste recogieron los 7,3 millones restantes.

El dato fue corroborado, además, por el presidente de la Asociación de Líneas Aéreas que operan en Canarias (ACO), Braulio Marrero.

La idea transmitida es que las bonificaciones no crean agravios comparativos entre compañías. A la luz de estos datos, Rivero consiguió convencer a todos los presentes en la reunión de que no existen tales ventajas para unas en detrimento de otras. Cierto es que, al menos en la comparecencia posterior, no se aportaron las cifras que habían supuesto las bonificaciones por la creación de nuevas rutas y utilización de los aeródromos en los días de menor tráfico.

También el primer día del año quedó suspendida la medida que contemplaba a los aeropuertos de Gran Canaria y Tenerife Sur en el nivel inferior al que realmente les corresponde, con el fin de abaratar las operaciones que se realizan en ellos. Por este concepto Aena perdió 7 millones de euros de ingresos -solo el 14,3% fueron para las low cost-, si bien el conjunto de los ocho aeropuertos canarios aportaron por tasas al regulador aéreo 70 millones de euros.

El superávit de los aeropuertos canarios fue otro de los datos destacados por Paulino Rivero. Según afirmó, los aeropuertos canarios fueron en 2010 "aportadores netos al mantenimiento del sistema en España", mientras que "Madrid y Barcelona son deficitarios".

Ante estos datos positivos para Aena, el jefe del ejecutivo canario afirmó: "No estamos pidiendo ninguna ayuda, ninguna limosna".