- Se dice que en un sector como el funerario no se sufren tanto las consecuencias de la crisis. ¿Es eso cierto?

- La crisis pasa para todos por igual y a las funerarias también nos afecta. Lo que pasa es que nosotros damos un servicio que es necesario y tratamos de que siempre sea digno y de confianza para cualquiera que sea el cliente. En esos casos no importa si se trata de una familia pobre o con dinero, lo importante es ajustarnos a lo que nos piden. No obstante, lo evidente es que el precio medio de cada servicio ha descendido.

- ¿Cómo les afecta entonces a las funerarias el contexto económico del país?

- Económicamente, y al igual que otros sectores empresariales, también estamos pasando por un mal momento y nos tenemos que apretar el cinturón. Antes las familias pedían tres coronas y ahora piden una; antes ponían una esquela en el periódico, pues ahora no ponen ninguna... y así con todo el abanico de gestiones que hacemos las funerarias. No obstante, debido a la naturaleza de nuestros servicios, lo que intentamos es que la familia pase lo más tranquilamente posible la situación en la que se encuentra. Nuestro objetivo es mejorar la calidad de las prestaciones que ofrecemos para estar a la altura de unas circunstancias que son muy delicadas.

- Además de disminuir la demanda de servicios complementarios, ¿la crisis ha provocado un cambio en las peticiones que se realizan a las funerarias?

- Pues depende de la zona porque cada lugar tiene una costumbre. Ahora, por ejemplo, se puede decir que en la capital hay más tendencia a las incineraciones. Hay un alza en este servicio, pero, sin embargo, en los pueblos se mantiene más la tradición. Cada uno realiza el ritual como le parece.

- ¿Cómo mejoran la calidad del servicio que ofrecen?

- A las empresas que forman parte de la Asociación les llegan comunicaciones para asistir a las diferentes ferias que el sector organiza tanto en la Península como fuera del país. También realizamos cursos de formación y reciclaje porque no siempre podemos viajar.