La delicada situación en que quedan las obras sociales tras el desembarco del Estado en el Banco Financiero y de Ahorros (BFA) tendrá víctimas de carne y hueso. La de La Caja de Canarias atendió el pasado año a 1.069 familias canarias "afectadas por una situación de extrema necesidad". En torno a 3.200 ciudadanos se repartieron los 500.000 euros que la entidad presupuestó. No serán los únicos que noten los nuevos tiempos que se han impuesto en el sistema financiero. Dependientes, excluidos, enfermos, mayores, ONG y asociaciones deportivas también sufrirán la ausencia de unos fondos que la crisis ya se ha encargado de ir reduciendo en los últimos años.

Del medio millón de euros repartido entre los municipios de la provincia de Las Palmas, casi la mitad -el 48%- se destinó a alimentación, lo que da idea del carácter urgente de dichas partidas. Los Servicios Sociales de cada ayuntamiento repartieron entre aquellos cuyos ingresos no les permiten cubrir ni siquiera las necesidades de alimentación tarjetas para pagar en los supermercados comida y productos básicos de aseo personal.

El resto fue a parar al pago del alquiler de viviendas para evitar desahucios, a liquidar recibos de agua, luz y comedores escolares, y compra de ropa.

En el año 2008 la Obra Social contó con un presupuesto de 15,8 millones de euros, un 9,17% más que un año antes. Fue su cenit. A partir de entonces sendos recortes del 15,84%, el 30,30% y el 52,10% comprimieron la cantidad anual hasta los 4,4 millones del pasado año. Para este 2012, el consejo aprobó a finales de abril un disponible de 2,8 millones. La asamblea debe ratificar esa decisión en junio y, a la vista de los acontecimientos, incluso reducirlo aún más.

La Obra Social destinó al área social y asistencial 1,9 millones de euros a lo largo de 2011, el 43,8% del total presupuestado. Entre 59 asociaciones sin ánimo de lucro se repartieron 350.000 euros. Entre ellas, la Asociación Alzheimer Canarias, Amigos contra el Sida, Médicos del Mundo o la Comisión Española de Ayuda al Refugiado.

Del total de proyectos desarrollados por esas 59 organizaciones con cargo al presupuesto de la Obra Social, 27 se centraron en problemas de exclusión social, 23 en ayuda a personas dependientes y los nueve restantes se concentraron en la atención a enfermos. Se beneficiaron directamente 23.775 ciudadanos.

A la obra social le toca reinventarse. Taponado el camino por el que debería llegar el dinero que sustenta sus actividades, convertirse en fundación es la fórmula que a priori cuenta con mayores posibilidades. Al modo de otras ya existentes, su presupuesto lo decidiría la entidad matriz. En este caso, el horizonte de resultados que aguarda a BFA-Bankia tampoco es esperanzador.

Entrarán entonces en juego los remanentes de tesorería con que cuenta la Obra Social de La Caja de Canarias y el patrimonio, inmobiliario y artístico, de la propia entidad integrada en el BFA. A eso hay que sumar, además, los beneficios que obtenga el Monte de Piedad. Todo para alcanzar una cantidad que permita aguantar en espera de tiempos mejores.

Fuentes de La Caja de Canarias señalaron ayer que su Obra Social cuenta con la ventaja frente a otras de "haber hecho los deberes". En una palabra, de someterse a adelgazamiento.

La plantilla actual la conforman cinco trabajadores. Solo dos centros permanecen en sus manos, el Cicca, por cuyo alquiler además se generan ingresos, y el Club Social de Mayores de Las Chumberas, lo que rebaja en mucho lo gastos corrientes y de personal con respecto al pasado.