La Federación Provincial de la Pequeña y Mediana Empresa del Metal cumple el 12 de julio 35 años. Tirando de calendario, y con la experiencia acumulada, Femepa se ha convertido en todo un clásico de las asociaciones empresariales canarias. Y en la bandera de buena parte de la industria del Archipiélago, junto con su homóloga en Santa Cruz de Tenerife, Femete. En el caso de la federación de Las Palmas, su papel no ha dejado de ser especialmente relevante para un sector que aglutina dos mil empresas y 20.000 trabajadores en la provincia, y que ha sabido reinventarse década a década para seguir ejerciendo de protagonista en el entorno económico canario.

En el momento de su constitución, en 1977, el marco de la negociación colectiva aún venía dado por las influencias del sindicato vertical. De hecho, éste fue el principal motivo de constitución de la federación empresarial, que impulsaron entonces 16 asociaciones de pequeños empresarios de los sectores del gas, el aire acondicionado, el mobiliario de oficina, las máquinas recreativas, las chatarras, talleres navales, talleres de automóviles, importadores de coches, electricistas, carpinterías metálicas, ferreterías o rótulos.

El amparo legal era la Ley 1/77 de Libertad Sindical, que también daba cobertura a las asociaciones empresariales. Todos querían un convenio y un marco de paz social con sus trabajadores, para lo que necesitaban la asesoría legal y el respaldo de un colectivo potente.

Femepa, en plena transición democrática, aportó todo eso para vivir unas primeras negociaciones no exentas de tensión, con los propios empresarios sentados en la mesa frente a los representantes de la plantilla, en un contexto en el que no fueron extrañas las alusiones personales entre ambos bandos, más allá de la idea de colectivo que debía regir el diálogo.

Un comienzo 'salvaje'

La consecuencia fue una huelga salvaje, que se mantuvo durante meses, pero tras la que se sentaron las bases para que, en la década siguiente, el sector del metal en la provincial pudiera alcanzar la indispensable paz sindical para su desarrollo. El asesoramiento legal de Femepa fue decisivo para dar forma a tres líneas de convenios que han regido desde esos primeros años de vida de la federación: siderometalurgia (que afecta a instaladores, talleres...), comercio de automóviles (importadores, concesionarios...) y comercio del metal (que abarca desde las ferreterías a los instrumentos musicales).

El servicio jurídico-laboral de Femepa había cumplido una primera función básica que permitió crecer a la entidad, tradicionalmente sostenida con las cuotas aportadas por los propios socios, y no por una desmedida dependencia de ayudas o subvenciones, como observa Juan Carlos Betancor, secretario de la organización desde el año 1986, a la que llegó desde Santa Bárbara, firma especializada en la producción de carros de combate o fusiles.

La siguiente etapa llegó con el desarrollo turístico y económico de la región, y con ello, el de la construcción. En los ochenta la federación pasó de tener cientos de asociados a contar con miles de ellos. Éstos comenzaron a demandar más servicios, y no sólo los jurídicos. Las empresas querían también otra clase de orientación, relacionada con la gestión empresarial y la ayuda burocrática. Algo que se constituyó en un atractivo importante para el colectivo empresarial.

En los noventa Femepa asumió un nuevo papel, sin abandonar sus otras funciones. Las demandas de actualización de un sector siempre ligado a la tecnología, además de las nuevas líneas de financiación destinadas a la formación (tanto nacionales como europeas), permitieron en esta década que la federación comenzara a ofertar planes de capacitación para empleados en el sector, y desempleados como potenciales trabajadores de sus empresas.

Una oferta formativa que desde entonces no sólo se ha mantenido constante, sino que ha ido creciendo hasta acumular más de 30.000 alumnos hasta la actualidad. Los contenidos se han especializado cada vez más, para atender las necesidades de las empresas.

Y las instalaciones de Femepa han crecido hasta ocupar dos naves completas en El Sebadal, con maquinaria de primer nivel, cabinas de soldadura y hasta un túnel de viento, con personal docente "que además tiene que hacer de sus clases algo ameno y entretenido, porque los alumnos muchas veces entran a las siete de la tarde después de una larga jornada de trabajo", explica Betancor. El secretario de Femepa destaca su oferta formativa como "probablemente, la mejor de Canarias de índole privado".

La crisis de los últimos años supuso, sin embargo, una interrupción en la tendencia de crecimiento experimentada por la federación. En los últimos cuatro años se ha experimentado un descenso de un 20% en la cifra de asociados. Femepa ha perdido unas cuatrocientas empresas en este periodo. Pymes o compañías que, o bien han dejado de existir, o bien atraviesan un momento crítico que les imposibilita hacer frente al pago de las cuotas o a sus obligaciones como entidad adherida a la organización.

Sin embargo, tal como explica Betancor, la caída en cifras de asociados parece haber llegado a su fin, y en la actualidad "volvemos a estar creciendo, aunque muy lentamente, no lo rápido que nos gustaría".

Hoy, el colectivo empresarial con más presencia en Femepa es el constituido por los talleres de reparación de automóviles. Instaladores y electricistas son el segundo, después de superar en el último periodo a las carpinterías metálicas. Luego se sitúan, en orden de relevancia, las empresas de reparación naval, los fontaneros y las empresas de aire acondicionado. Todas ellas conforman el 60 % del total de asociados a la federación.

Claro que la crisis la soportan mejor unos que otros. La gran mayoría de bajas en la asociación tienen relación con las carpinterías metálicas o de aluminio, en particular. Y en general, con el conjunto de empresas cuya actividad mantiene una relación directa con el sector de la construcción.

Entre estas últimas se cuentan fontaneros y electricistas, que también están sufriendo de manera palpable las dificultades del actual momento económico.

Otro punto caliente en el sector es el de los talleres de reparación de automóviles, su principal colectivo. En efecto, tal como se reconoce desde la propia organización, se sufre un creciente problema de intrusismo profesional. El recorte de personal o incluso el cierre en los talleres ha obtenido como respuesta la apertura de un buen número de instalaciones clandestinas, que a menudo se gestionan de forma individual y clandestina.

En cambio, hay sectores que no sólo sobreviven a la crisis, sino que viven un momento de gran actividad. Este es el caso, sobre todo, de las reparaciones navales. Un colectivo de empresas que sufrió como ningún otro el descenso de la flota pesquera en Canarias (consecuencia de los sucesivos acuerdos internacionales que mermaron su radio de acción), y que ahora vuelve a vivir un momento de auge.

Estas compañías se ocupan en la actualidad de las reparaciones en las plataformas petrolíferas, y en las embarcaciones offshore que actúan habitualmente en estas instalaciones. A estos clientes, de procedencia internacional, hay que añadir las embarcaciones de transportes de pasajeros y otros buques comerciales, que han reactivado un apartado característico en la economía canaria, que vuelve a tener importancia en un entorno que no está boyante.

Aparte de las tendencias del mercado doméstico, la última vuelta de tuerca en Femepa se está produciendo justo en estos meses, y en una acción conjunta con la Federación de Empresarios del Metal y Nuevas Tecnologías de la provincia de Santa Cruz de Tenerife (Femete). Femepa y Femete juntas se reúnen bajo las siglas de la Confederación Regional de Empresarios del Metal (CREM), que ya ha comenzado a poner en marcha un plan para ofrecer toda una carta de servicios a los empresarios asociados, sus trabajadores... y las familias de éstos.

Condiciones ventajosas

La idea es la de facilitar condiciones ventajosas en apartados como el consumo de combustibles, la telefonía, los seguros o incluso la compra de productos de alimentación. "Queremos que lo que el empresario invierte en la cuota de la federación le retorne por otras vías", explica Juan Carlos Betancor. Y no es escaso el público objetivo de esta promoción: la CREM reúne a 9.000 empresas, 50.000 trabajadores y hasta 200.000 consumidores potenciales, si se cuentan sus familias. En algunos casos, el producto que se oferta en descuento o con más ventajas es puramente empresarial: por ejemplo, los seguros específicos para las pymes. Pero en otros, se trata de atender las necesidades de un público general (seguros del hogar, coches, contratos de telefonía móvil, compras de bienes de consumo....).

Encarada la crisis desde el sector, Femepa pretende ahora seguir ampliando sus prestaciones para un conjunto de pequeñas y medianas empresas (y de mayor calado, que también las hay en la organización) que siguen ejerciendo de generadores de empleo y dinamizadores de la actividad económica, cuando consiguen sobreponerse a los embates del momento financiero. La federación, hasta la fecha, siempre ha transmitido más fuerza que malos augurios.