El parque inmobiliario que maneja la Sareb lo constituyen 801.000 pisos, valorados en su plan de negocio en 54.394 millones de euros. La sociedad se convierte así en la mayor inmobiliaria del Estado: su actividad definirá la evolución del sector en los próximos años, una vez que se ha asumido la explosión de la burbuja.

Su creación puede tener un impacto mayor en las ventas mayoristas, tal como se confirma desde su directiva. Esto es, otros operadores inmobiliarios podrán engordar su catálogo de propiedades y ejercer como un intermediario ante el comprador final. Las adquisiciones de clientes individuales "serán residuales", según la presidenta de la entidad, Belén Romana.

El Gobierno central espera que la Sareb tenga un impacto incluso mayor que las sucesivas inyecciones de fondos europeos a los bancos españoles, con unos 52.000 millones de euros en ayudas públicas. Así lo defendió el ministro de Economía, Luis de Guindos, quien reiteró su confianza en esta solución para poder paliar los efectos de la crisis financiera en la mayoría de las entidades.

Regiones clave

Será decisiva la gestión de las consecuencias de la burbuja inmobiliaria en tres comunidades autónomas: Valencia, Andalucía y Castilla-La Mancha. Entre las tres acumulan casi la mitad de los activos que ahora maneja el banco malo, con más de 320.000 pisos. Aunque éste ya asume en su plan interno que primero se concentrará en impulsar las ventas de sus propiedades en aquellas regiones que presentan en la actualidad un mayor índice de liquidez. Es decir, Madrid, Cantabria, País Vasco, Navarra y Extremadura, donde se localizan unas 40.000 casas.

De momento, el Ejecutivo sigue dando pasos en el proceso programado para la Sareb. Los bancos españoles deberán tener una base de datos con toda la información para gestionar los activos inmobiliarios que se traspasen a la misma, una medida que se publicó el pasado día 27 en el Boletín Oficial del Estado (BOE).

Lo que ya queda claro es que la sociedad ha introducido un criterio, el regional, que tendrá mucho peso a la hora de definir su actividad en los próximos ejercicios. Sus gestores parten de la base de que la actual saturación del mercado inmobiliario, con mucha más oferta que demanda, será el primer gran obstáculo a superar en lo que se ha dado en llamar su plan de desinversión. O lo que es lo mismo, la progresiva disolución de todas aquellas propiedades que quedaron en el limbo tras el crack del sector. El banco malo comienza a acaparar todas las miradas en plena recesión, como agente decisivo para despejar el camino de salida.