¿Es la hora de aplicar en el sector turístico en Canarias el dicho de renovarse o morir?

Nosotros planteamos un cambio que va más allá del concepto de renovación. El negocio turístico hoy en día no consiste en atraer turistas, sino en un mercado global donde hay que exportar conocimiento. El mercado turístico es que el mercado es el mundo de más de mil millones de turistas y cómo les vendemos servicios, productos, tecnología y conocimiento a todos esos turistas y empresas. La primera oleada turística fue la del desarrollo de los destinos, la segunda oleada la de la internacionalización y la tercera es la del mercado global donde hay que vender y exportar conocimiento turístico y formación. Ése es el verdadero negocio turístico y el cambio en el que tendría que estar Canarias, pero no estamos.

¿Y por qué no estamos?

Porque todavía estamos inmersos en un modelo de economía marrón y no hemos pasado a esa economía verde a la que se llega a través de la economía gris. Economía marrón es la que se centra en el territorio y en la discusión de si se consume más o menos suelo y en que los recursos son ilimitados. La economía verde trata los recursos ilimitados y permite explotarlos teniendo buenos resultados. Todavía estamos en un modelo marrón y por eso son los problemas que tenemos. Nuestra gestión y regulación es de economía marrón. La moratoria es marrón.

¿Es obligado entonces un cambio de mentalidad?

Sí, de políticos, empresarios y sociedad para entender cuál es el nuevo modelo en el que estamos. Queramos o no, estamos compitiendo en ese mercado global.

¿Puede poner ejemplos prácticos de economía verde?

Un ejemplo es el de la playa de Papagayo, en Lanzarote, donde hay una garita en la que se cobran tres euros para permitir el acceso a cinco playas y una vez que pasas la barrera la carretera no está asfaltada. La economía verde sería cobrar seis euros y que el turista pueda bajar del vehículo, entrar en un centro de experimentación donde perciba que está entrando en un sitio único y especial y, con ello, recaudar los tres euros de antes, dos para funcionamiento y uno más que revierte en la sociedad y creas una experiencia para que el turista no sólo vaya a la playa, sino que valore los elementos paisajísticos y geográficos del territorio. Otro ejemplo de economía marrón sería el de un hamaquero que tiene una concesión y, si fuera economía verde, podrían crearse diferentes zonas de playa con especialistas y pasar de hamaquero a otro perfil, en el que la persona conozca aspectos de nutrición y un nivel alto de idiomas.

¿La nueva Ley de Renovación y Modernización Turística propicia la economía verde?

Es una ley marrón para gestionar lo marrón y de ahí no salimos. Estamos con soluciones antiguas a problemas antiguos. No estamos cambiando modelos. La moratoria en cuanto concepto es erróneo porque gestiona lo marrón desde lo marrón, a partir de ahí poco margen hay. No hay que entrar a discutir si los hoteles son de cuatro o cinco estrellas. Nadie usa las estrellas para decidir su viaje.

¿Hay algún estudio que apunte a un aumento de la demanda de hoteles de cuatro estrellas?

No. El turista no usa el criterio de estrellas. Usa las estrellas que le da el turoperador que tiene su propio sistema de estrellas, las categorías que da el turoperador y las valoraciones de clientes en los portales de Internet. El segundo punto es una legislación obsoleta porque se puede tener un hotel de cinco estrellas, pero no tener wifi. Las estrellas no responden a la realidad del mercado. Puedes tener un producto fantástico de tres estrellas y otro de cinco que nace obsoleto porque no surge adaptado. En el concepto de renovación la clave no puede ser algo genérico para toda Canarias, ni siquiera para grandes zonas turísticas sino que se deben crear microdestinos.

¿En qué consiste eso?

Hicimos un estudio en que analizamos los 17 mercados emisores y vemos la diferencia entre la demanda potencial y la demanda real. Así, tenemos 17 perfiles para adaptar a microdestinos, por ejemplo turismo familiar, de descanso puro y confortable, para aquellos que quieren salir de la burbuja y descubrir nuevas experiencias, parejas.... Necesitamos zonas adaptadas, por ejemplo seis hoteles en un espacio con las infraestructuras públicas especializadas para esos segmentos.

¿No está justificada entonces la guerra del Cabildo de Gran Canaria por reclamar hoteles de cuatro estrellas?

No. La guerra tendría que ser por reclamar un cambio en la normativa para especializar las diferentes zonas y tener el apoyo de la administración pública para esa especialización.

¿Este informe se planteó al Gobierno de Canarias antes de que se aprobara la ley?

Lo hicimos para el Consorcio de Rehabilitación Turística del Sur de Gran Canaria. Además, los fondos para investigación se han reducido casi a la mitad y ha habido una reducción de becas significativa. Eso se traduce en que la apuesta de cambio y modelo que siempre se dice es un brindis al sol, detrás no hay nada. Cuando hablamos del cambio de modelo de nuestra economía, si no fomentas y atraes talento, es un brindis al sol.

Los políticos insisten en que el turismo es y será nuestro motor económico, pero hay baja cualificación en el sector, ¿cómo se puede revertir esta situación?

Tenemos que hacer una apuesta decidida por la formación turística. Hay que contar con un centro de excelencia para la formación básica y también ejecutiva para directivos y gestores. Asimismo, hay que captar emprendedores, nuevos empresarios turísticos de pequeña escala que no son los hoteleros, sino destinados al ocio, transformando los recursos en experiencias turísticas. Hay que apoyarles con crédito y flexibilidad en la legislación porque esos nuevos modos. En este sentido, el Tides acaba de lanzar un máster de turismo, transporte y economía sostenible, impartido en inglés.

Hablando de transporte, ¿hay que bajar las tasas aéreas en los aeropuertos canarios para ganar en competitividad?

Los precios de Canarias van a ir aumentando no sólo por el petróleo, sino porque estamos a más distancia que otros destinos competidores y seremos cada vez más caros. Aparte las tasas por contaminación van a ir aumentando. Para combatir eso hay que trabajar ya en compensar esa contaminación con la huella ecológica que el turista deja aquí.

¿Eso qué significa?

Hay que ofrecer productos y hoteles con altos estándares medioambientales, por tanto, aquí el turista contaminaría menos y se compensa. Tenemos que ser pioneros en eso y aprovechar las energías renovables. No estamos trabajando en ello, así que dentro de seis años cuando la Unión Europea diga que las tasas tienen que ser más elevadas para las compañías que vengan a Canarias vamos a plantear otra vez el discurso de que somos región ultraperiférica, cuando no estamos haciendo los deberes. Y no es el tema de ´por favor bájame las tasas para ser competitivos´, sino que también tenemos que hacer que nuestros aeropuertos sean competitivos. Hay que reconvertirlos en centros de experimentación turística y convertirse en parte de las vacaciones y conseguir, así, muchos más ingresos propios de los que está consiguiendo.

¿Convertirlos en centros comerciales?

Sí y en centros de ocio y que tengan incluso un museo. Entonces ya no tendríamos el problema de las tasas porque el aeropuerto en sí sería competitivo. Esto requiere un cambio de mentalidad importante. El modelo en sí de pensamiento y desarrollo turístico es obsoleto.

¿Es el momento de aprovechar las revueltas turcas?

Hay que aprovechar esa situación de mercado para dotarnos de herramientas competitivas a largo plazo, que no es bajar tasas ni reducir costes salariales, porque siempre vamos a perder en esa guerra con Turquía y Egipto. Hay que ser más competitivos incrementando los servicios y el valor que le damos a nuestros turistas.

¿De lo contrario Canarias está abocada a un turismo de masas y bajo poder adquisitivo?

Sí y no vamos a ser competitivos. Tenemos mucho mercado de crecimiento en el de descanso y el de turista que desean buscar cosas nuevas, así como en el dirigido a familias y parejas.

¿Qué mercados considera que se deben explotar más?

La estrategia tiene que adaptarse a cada uno de los mercados. Por ejemplo, en el escandinavo hay que trabajar mucho la fidelización y la renovación de la demanda para captar a los hijos de los visitantes tradicionales. Tenemos que abrir el mercado polaco y eliminar barreras en el francés y el ruso.

¿Puede afectar ala imagen exterior de Canarias la elevada tasa de desempleo y pobreza?

Canarias en el mercado internacional significa buen clima. Ese paraguas tiene mucho peso y está por encima de todo. Lo demás son mensajes que llegan, pero muy atenuados. Ese paraguas hace también que muchos elementos como el tema de nuestros recursos naturales y los nuevos productos que podamos ir sacando van a tener problemas para resaltar porque ya está ese gran paraguas.

¿Las recetas que ustedes plantean podrían ayudar a superar la crisis económica en Canarias?

Claro. Entiendo las urgencias, pero a corto plazo no se conseguirían resultados. Un cambio de modelo no lo haces en seis meses ni tres años sino en diez y para llegar al año diez y tener resultados tienes que empezar hoy. Pero políticamente los ciclos de planificación son a tres años. Tendríamos que empezar ya mañana a tener centros punteros en formación, captando talento y apostando en inversión para estar preparados para dentro de diez años. Tenemos una serie de recetas que ayudarían a corto plazo, como la de respaldar los nuevos modelos de negocio en este sector, pero para eso necesitamos un cambio de modelo.

¿Cómo ha afectado la actual coyuntura económica en el personal del Tides?

Actualmente trabajan 58 personas. Debido a los recortes en el último año se eliminaron las seis personas que trabajaban a tiempo parcial.

¿Perjudica esto la labor investigadora de este centro?

Por supuesto y también para la captación y formación de jóvenes investigadores. Las administraciones deben apostar más por la inversión y la investigación.

¿En qué proyectos está trabajando actualmente el Tides?

En varios, algunos internacionales, tales como el Naucan, un proyecto europeo de turismo náutico en conjunto entre Marruecos y Canarias. En Colombia estamos haciendo proyectos de valoración económica de los recursos naturales para poner en valor unas zonas naturales y explotarlas turísticamente de forma sostenible. Dentro del Instituto tenemos la Cátedra Unesco de Planificación Turística y Desarrollo Sostenible, la única cátedra turística concedida en el mundo.

¿Y en las Islas?

Acabamos de dirigir el Plan Estratégico promocional de Canarias 2012-2016, un indicador de que se nos considera cada vez más también aquí y es algo positivo. Por otro lado, estamos trabajando de forma altruista en un libro de casos de éxito de Canarias. Para ayudar al cambio de modelo hemos identificado más de 30 casos de éxito de empresas radicadas en el Archipiélago. Estamos trabajando en desarrollar esos casos de estudio por dos motivos: uno, para que nuestros estudiantes aprendan y estudien con los casos de empresas contextualizadas en Canarias; y que fuera se conozca también Canarias desde el punto de vista de la gestión, no sólo como destino turístico atractivo. Hay que poner en valor también la gestión y la actividad empresarial que se desarrolla aquí.

¿En qué radica su éxito?

Cada caso tiene un hilo conductor diferente. Hay empresas que pueden destacar por su buena gestión medioambiental, de recursos humanos o por una adecuada estrategia comercial.

¿Cuándo prevé que se presentará el libro?

Llevamos un año y medio trabajando y esperamos poder presentarlo en diciembre. Igual que somos críticos también hay que poner en valor los aspectos positivos.