El golfo de Guinea es un polvorín. Sólo en los diez primeros meses de este año se han producido ya más de 40 ataques, que han conllevado el secuestro de siete buques y cerca de 130 rehenes. A la piratería marítima a 3.000 kilómetros de Canarias se une el robo de petróleo en Nigeria, crimen organizado que está casi completamente fuera del radar de la comunidad internacional.

Así lo pone de manifiesto un estudio del centro de pensamiento británico Chatham House, que subraya que los gobiernos foráneos deben aunar esfuerzos para reducir las exportaciones de petróleo robado significativamente del territorio nigeriano, principal exportador de hidrocarburos a España. El saqueo de crudo en Nigeria podría dañar intereses estratégicos más amplios en África Occidental.

El golfo de Guinea se ha convertido en un área de máxima preocupación, al convertirse desde el año pasado en la costa más insegura del mundo. Hasta la fecha, la Unión Europea -con la colaboración de España- se ha centrado en atajar la piratería en Somalia y su intervención está dando frutos, con una reducción de ataques en el océano Índico, mientras que el fenómeno se ha trasladado al Atlántico.

El Ejecutivo de Mariano Rajoy descarta, por ahora, intervenir en la costa de Nigeria aunque los buques de acción marítima con base en Las Palmas de Gran Canaria están preparados para zarpar en caso de alerta, según fuentes oficiales.

Numerosos organismos, entre ellos la Cámara Internacional de Comercio, alertan de los ataques piratas en el golfo de Guinea, un área donde la actividad petrolífera ha crecido exponencialmente, con el consiguiente efecto positivo en el aumento de la prestación de servicios en los puertos de las Islas.

El informe de Chatam House, traducido por Casa África, subraya que el crudo de Nigeria está siendo robado a escala industrial y parte de lo que se roba se destina a la exportación. Añade que centros financieros mundiales blanquean estos procesos, cuyos beneficios se emplean en la compra de activos tanto dentro como fuera del país. De ahí que este tanque de ideas llama a los actores políticos internacionales a movilizarse en una campaña transfronteriza que podría "cerrar mercados y aumentar el coste del robo".

Entre los motivos para actuar en Nigeria el centro esgrime que el oro negro expoliado y el dinero obtenido de él contaminan los mercados y las instituciones extranjeras, creando "riesgos políticos, legales y de reputación", además de que "puede comprometer parte del negocio petrolero". De hecho, sostiene que el pillaje afecta en diferentes niveles a cinco compañías petroleras mundiales que producen la mayor parte del carburante nigeriano.

Según esta investigación de Christina Katsouris y Aaron Sayne, las grandes redes de robo de crudo en Nigeria usan bancos extranjeros y otros canales para acumular y blanquear sus ganancias. En esta línea, señalan que los ladrones utilizan "muchas formas para disfrazar los fondos que mueven por todo el mundo", como el contrabando de dinero y préstamos en efectivo, el uso de intermediarios, empresas fantasmas y paraísos fiscales, el soborno de banqueros, crear negocios legítimos y comprar artículos de lujo.

Ambos expertos apuntan hacia países del Este, Oeste y Sur de África, Dubai, Indonesia, India, Singapur, Estados Unidos, Reino Unido y Suiza como posibles puntos de lavado de dinero. Si bien, agregan que "buena parte termina en Ni-geria, aunque algunos evitan el sistema financiero".

Precisamente seguir el rastro del dinero se presenta como una medida clave para controlar el hurto de petróleo en Nigeria, donde la industria de hidrocarburos es "una de las menos transparentes del mundo", remarcan los investigadores, que estiman que el marcado genético del crudo no es una herramienta fiable para evitar su saqueo. Con todo, sugieren que ningún país debe barajar prohibir las importaciones de petróleo y consideran que la ayuda internacional a agencias de seguridad que patrullan en el golfo de Guinea sí podría contribuir a poner "en aprietos" a los ladrones.