La ilusión por trabajar a 12.000 metros de altura, en el interior de un lujoso avión y viajando por todo el mundo se esfumó para Beatriz Santana desde el momento en el que se hizo un pequeño tatuaje de una estrella en su mano izquierda. Esa es una de las prohibiciones que impone la aerolínea árabe Emirates, que ayer realizó una selección de personal para auxiliar de vuelo en el Hotel NH Imperial Playa de Las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria. A la cita acudieron 75 jóvenes con la intención de conseguir un puesto de trabajo en una de las mejores compañías aéreas del mundo.

A las nueve de la mañana, un ejército de trajeados asaltaron las instalaciones del citado complejo hotelero que vivió una jornada ajetreada. Pasaron poco más de dos horas cuando más de la mitad de los aspirantes ya se iban a sus casas. Como Alicia Saéz, Patricia Suárez y Patricia Urbina, todas ellas de la capital grancanaria, quienes ojipláticas vieron como sus nombres no estaban entre los primeras 28 seleccionados. "Sólo hemos dado el currículo, no hemos podido hablar en ningún momento", se quejaba la primera, vestida con falda, tal como exige la compañía. "En mayo me presenté y pase casi todo el proceso, pero esta vez no me han dejado ni hablar en inglés, ha sido un chasco", apuntaba Patricia Suárez, quién agregaba que su insistencia por optar a una plaza en la aerolínea árabe se produce por numerosas razones: "Es un buen sueldo, trabajar con ellos te da un prestigio muy grande, porque es la propia compañía la que te forman, e incluso te dan vivienda en Dubái". "Es una pasada", añadía.

A los pocos minutos era Luis Steedman, un grancancario nacido hace 20 años en Inglaterra, el que cogía la puerta de salida. Lo hacía sorprendido. "Creo que no me han cogido porque me sonó el móvil en mitad de la sala", alegaba, pero se animaba a seguir adelante porque "en los próximos meses voy a participar en otra prueba para British Airways en Londres".

Al mismo tiempo, Beatriz Santana abandonaba el salón donde se celebraba la selección de personal. Lo hacía por el pequeño tatuaje que adorna una de sus manos. "No nos dejan tener tatuajes si son visibles, aparatos o anillos si no es el de casada", detallaba Santana, quién entendía que "son exigentes en este sentido porque así son sus costumbres", por lo que comprendía su eliminación. A pesar de ello, se iba contenta porque "sólo había venido a probar", aunque reconocía que le hacía ilusión pasar una época en el extranjero.

La otra cara de la moneda era Saday Díaz, una filóloga inglesa de Tamaraceite que había superado las primeras pruebas. Los nervios le podían. "A partir de ahora me lo voy a tomar como una experiencia, si me cogen bien, y si no a seguir adelante", comentaba. O el caso de Álvaro Jiménez, de 22 años y residente en Tafira, que aseguraba que tenía "buenas sensaciones". Graduado en Turismo, consideraba que sus estudios le venían como anillo al dedo a este puesto. O Luis González Millares, que calificaba el trabajo como "ideal". "Me encanta viajar y es la aerolínea número 1", aunque a su vez reconocía que es un empleo "duro". "No existen fines de semana, ni fin de año ni festivos".

Sólo unos pocos, dicen los veteranos que no más de diez, conocerán en semanas si Emirates decide que se conviertan en trotamundos.