El Archipiélago presentó a lo largo del pasado año una tasa de fraude contra las compañías de seguros del 1,5%, tres décimas superior a la media del Estado. Así lo desvela el II Mapa AXA del fraude en España, que sitúa a Canarias como la cuarta comunidad autónoma con mayor incidencia de este tipo de engaños, que buscan recibir una satisfacción económica para reparar sucesos que nunca han ocurrido o que han sido provocados de manera premeditada.

Los siniestros automovilísticos continúan concentrando la mayor parte (67%) de los intentos de fraude. El resto se los reparten las pólizas multirriesgo -hogar, comunidades...-, con un 25%, mientras que los denominados diversos -transporte, salud...-, se anotan algo más del 7%.

El responsable de Gestión del Fraude y Recobros de AXA, Arturo López Linares, constata un incremento del 500% en el número de tramas organizadas durante el pasado año, es decir, una profesionalización del fraude. A lo largo de 2013 se detectaron solo siete casos en toda España de esta modalidad de timos planeados, mientras que durante el pasado ejercicio el número se elevó hasta los 45.

No es el Archipiélago lugar propicio para estas bandas organizadas, sino la zona de Levante, que es la que se lleva la palma. En Canarias abundan más los fraudes que AXA denomina como "ocasionales u oportunistas" y los "premeditados". En los primeros se "aprovecha la realidad de un siniestro para introducir daños preexistentes o anteriores", por ejemplo un faro que ya estaba roto de un vehículo se incluye en el parte de daños tras una colisión. En los segundos siempre existe una planificación previa para provocar el daño a resarcir por la aseguradora. Mientras que en estos últimos la indemnización media se sitúa en el entorno de los 4.500 euros, en los anteriores dicha cantidad frena en los 600 euros como máximo.

Ejemplos de fraude

Un abogado de la capital grancanaria especializado en pleitear con las aseguradoras para garantizar a sus clientes el cobro de las cantidades que les corresponden afirma que durante el desarrollo de su carrera se ha encontrado con una gran variedad de fraudes premeditados. "Lógicamente, les decimos que no nos hacemos cargo del caso", explica.

Entre estos intentos de timo, señala el de una colisión en cadena de tres vehículos provocado por una joven de poco más de 20 años en la calle Málaga del capitalino barrio de San Cristóbal. Según el relato de esta, "impactó con su utilitario de pequeño tamaño contra otro coche mucho más grande y lo desplazó con la suficiente fuerza como para que este dañara a los ocupantes de un tercero", relata el letrado. "En una vía donde la velocidad está limitada a los 50 kilómetros por hora, que haya once lesionados en tres vehículos no resulta creíble", explica.

Otro de los asuntos que rechazó fue el de un hombre de una edad sobre la treintena al que defendió en una primera ocasión y que retornó a los dos años. "Tener dos accidentes de tráfico en un espacio de dos años es mala suerte, pero es creíble", argumenta. Sin embargo, al entrar en contacto con la aseguradora, los servicios jurídicos le mostraron el historial del sujeto, con supuestos siniestros "en 2007, 2008, 2009, en 2010 descansó, 20111, 2012...". Evidentemente, también rechazó este caso.

Son hechos no aislados y que crecen al calor de los problemas económicos que ha generado la crisis. López Linares afirma que, "claramente", se ha producido un repunte. "La necesidad lleva a la artimaña", sentencia el responsable de AXA en la detección del fraude.

En una de estas representaciones de una realidad paralela estuvo a punto de verse envuelta E. G., vecina de Las Palmas de Gran Canaria, que al salir del garaje de su vivienda se encontró con una mujer que se abalanzaba sobre su vehículo. "Se levantó y se marchó", rememora. A los dos días detectó una furgoneta en las inmediaciones con dos ocupantes, un hombre y una mujer, en su interior y otras dos jornadas más tarde recibió en su domicilio un requerimiento de la Policía Local para que se personara en sus dependencias por un supuesto caso de atropello con omisión de auxilio.

"Cuando comparecí y expliqué a los agentes con detalle los hechos, de inmediato me dijeron que no me preocupara y que aquello se acababa ahí. Al parecer se trataba de una vieja conocida de este tipo de fraudes a las compañías aseguradoras", explica.

A pesar de estar en la parte alta del ranking por tasa de fraude, Canarias no es, a juicio de Arturo López Linares, un lugar especialmente propicio para este tipo de actividades delictivas. "Hay que tener en cuenta que, salvo Andalucía", donde el porcentaje se sitúa por encima del 2%, "el resto de comunidades autónomas se mueven en una horquilla de medio punto". Según sus palabras, las Islas "están muy en la línea del conjunto del territorio español", al presentar un repunte del 0,35% a lo largo de 2014.

Si lo están en los números, lo mismo ocurre en lo que respecta a la tipología de los intentos de defraudar, sin ninguna especificidad que las diferencie del resto de territorios del Estado.

Ante el incremento de estas prácticas, las compañías también dedican más recursos a detectarlas, lo que a la postre se constituye en otro factor importante para que se eleven las tasas al aflorar más fraude. López Linares cuantifica en un 8% el incremento de la partida durante el pasado año, hasta los tres millones de euros. "Solo en AXA nos ahorramos 60 millones de euros con esta medida", detalla para dar cuenta de la rentabilidad de la inversión.

Además, el responsable de la lucha contra el fraude de la mencionada aseguradora resalta que esta partida presupuestaria es de pura "responsabilidad social corporativa", ya que las cantidades que se defraudan tienen "un impacto en el precio de las pólizas". Es decir, en último término es la billetera de los clientes la que también padece una parte del fraude.

Desde la otra orilla, el abogado especializado en defender a los ciudadanos frente a las compañías de seguros destaca que se ganan "más del 90% de los casos". Ese nivel de éxito lo explica porque "también las compañías practican una especie de fraude al realizar ofertas irrisorias para intentar ahorrarse dinero y no pagar a los clientes lo que realmente les corresponde".

Entre estos casos citó, por ejemplo, "pagar solo 20 días de los 45 que duró una baja tras un accidente, porque eran las únicas jornadas efectivas en las que el afectado acudió a rehabilitación".