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Análisis

El ahorro imposible de la luz

El incremento de la parte fija de la factura provoca que familias que apenas gastan electricidad paguen más que otras que la derrochan

Seguro que este verano se lo ha oído decir, de forma airada, a algún conocido: "Estuve todo el mes de vacaciones, fuera de casa, pero apenas se ha notado en el recibo de la luz. Casi pago lo mismo". ¿Qué pasa?. ¿Es por el consumo de esa nevera que da tanta pereza descongelar?. ¿Es que los contadores digitales que las compañías eléctricas han instalado con celeridad en las viviendas en realidad son unas máquinas tragaperras?

La respuesta está en el recibo. La factura de la luz regulada por el Gobierno está dividida en dos partes. Por un lado está la parte variable, la vinculada al consumo, esa que el ministro José Manuel Soria se empeña en decir todos los meses que bajará, pero que no acaba de hacerlo. Precisamente el titular de Industria había anunciado para este mes una caída de la factura del 2,2% por un recorte en los peajes que fija el Gobierno del 4%, pero se ha neutralizado por el comportamiento del mercado mayorista de electricidad. En el denominado pool el precio del megavatio hora (MWh) se situó en julio en 59,54 euros, el más alto del año y un 23,5% por encima de el del mismo mes del pasado ejercicio, según datos de la Asociación Empresarial Eólica (AEE). El aumento del consumo eléctrico de este verano por el calor y la baja producción con energías renovables (principalmente de la eólica) por las condiciones meteorológicas, dispararon los precios en el tramo no regulado de la factura.

Sin embargo, siguiendo con el ejemplo de ese conocido que está tan indignado con su factura, a él no le deberían haber afectado los movimientos de la parte variable del recibo porque en su casa no hubo consumo más allá del de la solitaria nevera (que por cierto es uno de los electrodomésticos que más electricidad consume). Sigue pagando un buen pico por la segunda parte de la factura, la fija, que corresponde a la potencia contratada. En febrero de 2014 el Gobierno aumentó la parte fija de la factura en un 20%, con lo que se subió el precio para todos los consumidores al margen de su comportamiento. Esa decisión, que no tiene más motivación aparente que favorecer a las compañías eléctricas, hace que una casa con una potencia instalada elevada pero que haya consumido muy poco durante un mes pueda pagar más que una casa con una potencia contratada inferior pero con un consumo superior. No se premia el ahorro y convierte en inútil la austeridad que practican las familias con menos recursos.

El término fijo de potencia es una cantidad que el consumidor paga mensualmente a su compañía eléctrica aunque no haya consumido ningún kWh, lo se paga con esa cantidad es la garantía de poder conectar la potencia especificada en su contrato -que depende de la superficie de la vivienda y de sus electrodomésticos- siempre que lo necesite aunque nunca llegue a hacerlo. El importe se obtiene multiplicando la potencia contratada por un coeficiente actualizado periódicamente por el Gobierno y por el número de días de la factura. A esa parte fija hay que añadirle impuestos y el alquiler del contador, aunque sus números estén anclados todas las vacaciones.

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