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Perfil

Sol Daurella, la chispa de los negocios

Es la empresaria más rica de Cataluña, capitaneó la integración de embotelladoras de Coca-Cola en el ámbito de Europa y ahora presidirá un gugante con 27.000 empleados

Sol Daurella. LP / DLP

Cuando Sol Daurella nació, mediados los años sesenta del pasado siglo, la Coca-Cola aún no era un refresco muy popular en Barcelona. A los miembros de su familia, los Daurella, se les conocía, con cierto desdén, como "los de las gaseosas". Ahora, la heredera de aquellos primeros embotelladores del refresco americano es considerada la mujer más rica de Cataluña y está a punto de convertirse en una de las más poderosas de Europa. Será nombrada presidenta de Coca-Cola European Partners, el mayor embotellador independiente del mundo de la marca de refrescos, resultante de la integración de Coca-Cola Enterprises, Coca-Cola Erfrischungsgetränke y Coca-Cola Iberian Partners. Un gigante con 50 plantas embotelladoras y 27.000 empleados.

Sol Daurella Comadrán nació en Barcelona en 1966 entre los algodones de la burguesía conservadora catalana. Su familia materna, los Comadrán, pertenecieron al grupo de industriales textiles que crearon lo que hoy es el Banco Sabadell. Y su familia paterna, los Daurella, era de las que cortaban el bacalao en Barcelona, pero no metafóricamente, porque se dedicaban a la importación de ese pescado. En 1951, Santiago Daurella Rull, el abuelo de Sol, obtuvo con el permiso del régimen de Franco la primera licencia para embotellar en España el refresco de cola estadounidense. El mismo contrato había pasado antes por las manos del banquero mallorquín Juan March, que en ese caso no demostró tener mucho olfato. Y es que el negocio pronto desbordó el vaso y a ello contribuyó de forma notable también el padre de Sol, José Daurella Franco, que heredó la concesión del refresco y halló nuevos manantiales de negocio que luego traspasó a su hija. En 1993, con sólo 27 años, Sol Daurella se convirtió en presidenta de Cobega, embotelladora del refresco para Cataluña, Aragón, Baleares y Canarias. La prensa más casposa la bautizó como "miss Coca-Cola". Comenzaba su vida pública.

Educada en un internado suizo, Sol Daurella habla cuatro idiomas. Es licenciada en Ciencias Empresariales y MBA por Esade, y cursó un máster en Finanzas en la Universidad de Berkeley. Lejos de conformarse con preservar la herencia, la ha multiplicado. Con ella al frente, Cobega se posicionó dentro de otras embotelladoras en España, Islandia y el norte y el oeste de África y se ganó la confianza de la multinacional de Atlanta.

Entró en otros negocios como la comercialización de las cápsulas de café Nespresso o la fabricación de productos lácteos a través de la marca Cacaolat, de la que Daurella es copresidente. Y además mantuvo la propiedad del viejo negocio familiar del bacalao, la empresa Copesco-Sefrisa, que con los años se ha refinado y a través de la marca Royal es el principal vendedor español de ahumados, principalmente salmón noruego.

La trascendencia pública de Sol Daurella fue creciendo a medida que su currículo se iba llenando de cargos al margen de la empresa familiar. En 2009 entró a formar parte del consejo del Banco Sabadell, del que era accionista, y también fue consejera de Ebro Foods y Acciona.

Las participaciones que la familia Daurella había ido tomando en otras embotelladoras de España le permitieron convertirse en dominante dentro de Coca-Cola Iberian Partners, la empresa de capital español fundada en 2013 como resultado de la integración de las ocho embotelladoras familiares existentes en la Península. Sol se convirtió en presidenta de la mayor empresa de alimentación y bebidas del mercado ibérico, un gigante con unos ingresos anuales de más de 3.000 millones que comercializa 17 marcas y que actualmente cuenta con ocho fábricas de refrescos, una de zumos y seis manantiales de agua mineral.

Cuando se puso en marcha la integración de las embotelladoras españolas, Daurella ya tenía en la cabeza una operación mayor: la fusión con las grandes embotelladoras de Coca-Cola en Europa, para lo que aceleró el proceso de reestructuración de la nueva compañía en España -para mostrar su capacidad a The Coca-Cola Company- y amplió la participación de su familia hasta el 55% para tener un dominio más holgado. La empresaria dejó la silla en los consejos de Acciona, Ebro y Banco Sabadell -aunque para sorpresa de la entidad catalana al poco tiempo se sentó en el consejo del Santander junto a su amiga Ana Botín- y se centró en la macrofusión.

Había que mejorar la eficiencia y el plan incluyó el cierre de cuatro fábricas que se consideraban obsoletas y un expediente de regulación de empleo que los tribunales tumbaron por ilegal. Una metedura de pata que ha erosionado la imagen de la marca de refrescos pero que no impidió que Coca-Cola diera el visto bueno a la fusión de Iberian Partners con Coca-Cola Enterprises y Coca-Cola Erfrischungsgetränke para que juntas operen en trece países.

Iberian Partners, controlada por la familia Daurella, tendrá el 34% de la nueva Coca-Cola European Partners y un papel protagonista, porque el accionariado de las otras sociedades está muy atomizado. Sol Daurella será la primera presidenta de la compañía.

Banca Rothschild actuó como asesor financiero de Iberian Partners en la operación. Su vicepresidente en España, Carles Vilarrubí, es el actual esposo de Sol Daurella. Forman una pareja peculiar. Ella proviene de la burguesía catalana beneficiada por el franquismo y él encarna el modelo de nuevo empresario amamantado por las ubres del nacionalismo catalán. Vilarrubí fue ayudante de Jordi Pujol, es amigo íntimo de su hijo Jordi y es vicepresidente del Fútbol Club Barcelona.

La pareja se conoció jugando al golf, deporte que Sol practica, al igual que la equitación. Y como es tradición entre los adinerados catalanes, ella es miembro de numerosas fundaciones, preside el Teatro Nacional de Catalunya y es cónsul honoraria de Islandia, país en el que sus ascendientes ya compraban bacalao antes de embotellar "la chispa de la vida".

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