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Suero de ida y vuelta

Investigadores canarios estudian el uso de residuos de las queserías como alimento para las cabras

Corral de cabras de una ganadería de Guatiza, en el municipio de Teguise. LP / DLP

Investigadores canarios comprueban los beneficios de reutilizar el suero de leche de cabra para alimentar otra vez al ganado y, a su vez, elaborar una leche de mejor calidad, más rica en proteínas. Aunque el suero ya se emplea para dar de comer a los cerdos y crear insecticidas y fertilizantes, el objetivo del proyecto es que las casi 450 pequeñas explotaciones ganaderas del Archipiélago puedan aprovecharlo para alimentar a sus propios animales y, por ende, ahorrar costes.

Un grupo de científicos del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), organismo autónomo adscrito a la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas del Gobierno regional, estudian desde hace dos años la reutilización del lactosuero, residuo que se genera en las queserías, como fuente de alimentación de ganado caprino en explotaciones que fabrican queso artesano.

Los primeros resultados del proyecto, denominado Requalca y financiado por la Fundación CajaCanarias con 20.000 euros, revelan que su uso no ocasiona ningún problema de salud para las cabras, además de que la producción de leche ordeñada de estos rumiantes se mantiene prácticamente igual e incluso ofrece mayor calidad en grasa, proteína y extracto seco.

Otra ventaja del reciclaje del suero es que solventaría otro problema de las queserías artesanales, para las que resulta complicado deshacerse de estos residuos. Gracias a la solución que plantean los científicos y que, de facto, ya se lleva a cabo en algunas explotaciones isleñas, los ganaderos se ahorrarían los costes de instalar depuradoras para tratar estos líquidos.

El experimento desarrollado por la Unidad de Producción Animal, Pastos y Forrajes del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), ubicada en la Finca El Pico, en Tejina (Tenerife) se realizó con dos grupos de cabras: diez de ellas bebían suero y agua, mientras que otras tantas sólo agua.

Los ensayos en las instalaciones laguneras evidencian el gran valor nutritivo del suero para alimentar a las cabras y la incorporación en su dieta no afecta al bienestar de los mamíferos ni repercute negativamente en la producción de leche. Así lo destaca la directora científica del ICIA y principal investigadora de este estudio, María Fresno, que apunta que la intención es "protocolizar prácticas tradicionales de los ganaderos" y facilitarles unas indicaciones técnicas para el uso adecuado del suero líquido en caprino.

Mediante la reutilización de esta sustancia se disminuye, además, el coste económico de la alimentación de la cabaña ganadera de las Islas, que actualmente se abastece de productos caros e importados. En estos momentos el censo de caprino ronda las 350.000 cabezas en el Archipiélago, de las que 240.000 son hembras en ordeño.

"La finalidad es ser lo más autosuficientes posible y reducir costes", subraya Fresno, que avanza que el ganadero se puede llegar a ahorrar de uno a dos litros de agua por cabra y entre un 5 y un 10% de media de pienso (materia seca) por animal.

Añade que el destino normal del suero es para alimentar a los cochinos, por lo que, con la alternativa que se propone, los granjeros "no tienen por qué tener cerdos en su explotación, ya que le podrían dar de beber el suero a sus cabras".

En cuanto al uso del lactosuero en los quesos preparados con esta leche, los investigadores confirman que no hay un efecto negativo del suero en la calidad del queso.

Asimismo, el ICIA está analizando la incorporación del suero como agua de bebida en los cabritos durante el destete, y ejecuta otros ensayos utilizando un ensilado (método de conservación sin oxígeno) de suero y paja de cereal como alimento para el ganado.

El proyecto está en una fase experimental y se prevé que sus conclusiones definitivas, junto con el estudio del impacto económico para los ganaderos, culminará a mediados del próximo año.

Los trabajos cuentan con la colaboración de investigadores de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agraria de la Universidad de La Laguna.

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