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Las reformas impulsaron la actividad con la ayuda externa

La devaluación interna sustituyó a la monetaria y la bajísima inflación alivió el empeoramiento de las condiciones salariales

Las reformas impulsaron la actividad con la ayuda externa

La agencia de calificación de riesgo crediticio Standard & Poor's (S&P) mejoró el día 2 en un escalón su apreciación sobre la solvencia española. Pese a las dos subidas en esta legislatura, el rating sigue dos peldaños peor de lo que estaba cuando Mariano Rajoy llegó al Gobierno. S&P, que avisó de una rebaja futura de la nota si la deuda pública sigue al alza o si el crecimiento español se enfría, ligó la mejora de la calificación a la capacidad exportadora española por la ganancia de competitividad derivada de "las dos rondas de reformas del mercado de trabajo desde 2010" (la del PSOE en 2010 y la del PP en 2012) y a "unas condiciones financieras más favorables".

Las reformas españolas -en especial la devaluación salarial desde 2012- impulsaron el crecimiento porque replicaron con los salarios lo que hacía el país, antes del euro, con la devaluación de la peseta.

La caída de los salarios tenía graves inconvenientes porque aumentaba el peso relativo de los débitos de los ciudadanos, introducía fuerzas deflacionistas (inconvenientes en casos de deuda elevada) y deprimía la demanda interna. Sin embargo, redujo los costes empresariales, permitió competir en precio y mejorar las ventas. Y el aumento de la actividad, junto con el abaratamiento de la fuerza del trabajo, estimuló la contratación, aunque en niveles insuficientes y en condiciones precarias. La competencia vía precio no tiene mucho recorrido pero sirvió de salida de emergencia. Y sus inconvenientes (merma de la capacidad adquisitiva y aumento del endeudamiento relativo) fueron mitigados por factores externos (petróleo, tipo de cambio del euro, caída de los tipos de interés, desinflación...), lo que permitió amortiguar el empeoramiento de las condiciones de vida y facilitar el consumo allí donde había una demanda retenida y se precisaba reponer bienes de consumo duradero tras siete años de crisis. El rescate europeo de 2012 inyectó 40.000 millones al saneamiento bancario y esto, junto con la política ultraexpansiva del BCE -que estrechó los márgenes bancarios- forzó la reactivación del crédito. Que el esquema siga siendo eficaz para apuntalar la salida de la crisis dependerá de que las condiciones exteriores no se deterioren en exceso.

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