La Provincia - Diario de Las Palmas

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DNI canario para pasear guiris

Cada camello de las Islas tendrá su carta genealógica a fin de preservar esta raza única en Europa en peligro de extinción

Un grupo de turistas, ayer, en el Echadero de los Camellos, antes de empezar su paseo por el Parque Nacional de Timanfaya. ADRIEL PERDOMO

Los genes importan. Cabeza mediana, ojos vivos y grandes, orejas pequeñas, cara descarnada, cuello corto y grueso, espalda fuerte, miembros musculados, pelo denso, liso o anillado y joroba centrada en el tronco y de altura moderada. Éstas son algunas de las cualidades que hacen que el camello canario sea la única raza autóctona de dromedario reconocida en Europa. A partir de ahora cada ejemplar tendrá su propio DNI, una carta genealógica que servirá para garantizar su pedigrí y la preservación del patrimonio genético de este animal en peligro de extinción que, hoy por hoy, es un atractivo turístico más en las Islas.

A finales 1800 había unos 25.000 camellos en el Archipiélago, según relatan las crónicas, pero actualmente hay apenas 846 ejemplares, 767 en la provincia de Las Palmas, sobre todo en Fuerteventura y Lanzarote, y 79 en la de Santa Cruz de Tenerife.

El Gobierno regional acaba de aprobar el reglamento del libro genealógico del camello canario, un instrumento que persigue la conservación, mejora genética y cría en pureza de esta especie, que pervive en el Archipiélago desde el siglo XV, con un origen genético común al que hay en Tinduf, en Argelia.

La historia del camello en Canarias se remonta a las fechas de la colonización. Llegaron desde África a partir del año 1405, junto con esclavos, y se utilizaron para desempeñar tareas agrícolas y transportar mercancías a los puertos, rememora el veterinario del Cabildo lanzaroteño y experto en camellos, Francisco Fabelo.

En 1906 el entonces rey de España Alfonso XIII recorrió Lanzarote a lomos de un camello, al igual que hizo el escritor Miguel de Unamuno cuando exploró Fuerteventura en 1924. Incluso los carteros usaban este vehículo para repartir la correspondencia y hasta el encargado de llevar los finados al cementerio. La población camellar ayudó a plantar cultivos y a transformar el paisaje de Canarias. En Lanzarote, por ejemplo, contribuyeron a diseñar La Geria, donde cualquier pezuña de animal se enterraba, pero el camello podía caminar sobre el picón sin hundirse.

Desde hace tres décadas los camellos canarios no se mezclan con los africanos. Directivas de la Unión Europea impiden la entrada de dromedarios del continente vecino por razones sanitarias.

Asimismo, presentan diferencias morfológicas, ya que el camello africano es más alto, más esbelto y larguirucho, adaptado a largas caminatas, mientras que el canario es para distancias cortas y más corpulento, explica Fabelo.

Hoy en día, debido a la mecanización del trabajo agrícola, estos rumiantes ya no se dedican al campo, se destinan a pasear guiris. Aun así, tantos años empleado como animal de carga y trabajo han influido en su fisonomía.

En las Islas hay cerca de 40 explotaciones de camellos. En algunas se está estudiando su aprovechamiento lechero. El objetivo es comercializar leche de camella -muy apreciada en países como Holanda-, dadas sus propiedades beneficiosas para la salud. "Es baja en grasa y muy buena para personas que padecen diabetes tipo 1", afirma el criador de camellos Marcial Viñoly, que posee una ganadería en Uga (Lanzarote) con 21 camellos que pasean turistas por el parque Nacional de Timanfaya.

Viñoly lleva 22 de sus 40 años de edad dedicados a esta actividad, de la que dependen unas 27 familias en la localidad, cuando en el pasado eran 40. Para este criador es importante el paso que se ha dado para conservar "el patrón racial" del camello canario y, con ello, proteger e incrementar esta raza, perfectamente adaptada a la orografía y al clima del Archipiélago.

El reglamento aprobado por la Consejería de Ganadería, que dirige Narvay Quintero, contempla los requisitos que debe cumplir el registro de estos animales y cuál debe ser el prototipo racial. La Asociación de Criadores de Camello Canario será la encargada de gestionar los libros genealógicos, que contendrán información sobre cada animal, y garantizar la fiabilidad de parentesco. Debe figurar la calificación del ejemplar, que se identificará por medio de un microchip subcutáneo colocado en el cuello del animal.

La norma recoge al detalle las características que debe cumplir el camello autóctono en cuanto al color del pelo, tamaño de la cabeza, cuello, tronco, corcova y patas, entre otros. Además de calificar hasta cien puntos diversos aspectos de su morfología antes de su inscripción en los registros definitivo, fundacional y auxiliar del libro genealógico. En el caso de los machos esta valoración se realizará desde los ocho años de edad y en las hembras desde los cinco años.

La comisión gestora del programa de conservación podrá ordenar comprobaciones de las ascendencias de los animales inscritos a través de pruebas de ADN. Se trata de cuidar el linaje. Al fin y al cabo, el camello canario es "un patrimonio cultural y genético que existe en Canarias", defiende el director general de Ganadería, David de Vera.

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