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Compartir revoluciona el mercado

El intercambio de bienes y servicios entre particulares resulta "más innovador, económico y ecológico"

Compartir revoluciona el mercado

Grandes volúmenes de viviendas y vehículos circulan por el mercado y las carreteras del mundo. Su número ha ido aumentando de década en década, hasta el punto que su consumo se ha convertido en uno de los indicadores que mide la salud económica de los países desarrollados. Entre ellos está España, que se ha vanagloriado de estar entre las principales economías europeas consumidoras de este tipo de bienes, hasta que llegó la crisis.

Desde entonces, las carencias en las que ha vivido una amplia parte de la población ha inoculado en el sistema económico convencional una especie de virus: compartir, ya sea la casa, el coche o algún tipo de servicio. Su contagio se produce por la necesidad de ahorrar y, en combinación con un fenómeno previo, el desarrollo de las nuevas tecnologías, ha dado lugar a la aparición de un nuevo concepto: "la economía o el consumo colaborativo".

Airbnb, Uber y Blablacar son la máxima expresión de estos nuevos operadores económicos, que intermedian a través de la red y están jugando una reñida partida de ajedrez con los agentes tradicionales. Mueven en torno a los 26.000 millones de euros en el mundo y, según el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), llegará a los 82.000 millones. En los próximos diez años, registrará crecimientos del 30% anuales.

El intercambio de bienes y servicios entre particulares "de igual a igual" -el peer to peer (P2P)- no es, en definitiva, un fenómeno coyuntural. Como se dice popularmente: ha llegado para quedarse.

Quienes lo cuestionan sostienen que es una actividad que utiliza subterfugios para ejercer "una competencia desleal frente a quienes actúan en el mercado cumpliendo estrictamente la ley". Quienes la utilizan, se defienden alegando que es "una reacción legítima contra el despilfarro, abusos e inmovilismo del sistema capitalista". Y muestran, en general, su disponibilidad a ser regulados.

Pero lo cierto es que compartir y no rivalizar, o consumir conjuntamente y no de forma individual, atenta contra los cimientos mismos del capitalismo: la propiedad. En este caso la cuestión se dirime entre el tener y no tener. Y parece ser que comienza a interesar menos poseer que alquilar.

Lo cierto es que, según las encuestas que se vienen realizando, la gente se siente más cerca de los valores que representa el consumo colaborativo que de los tradicionales que mueve el modelo puramente capitalista. Valores como la cercanía con el cliente, el ahorro y la sostenibilidad. "No sabemos si estos atributos se corresponden a la verdad", ha explicado Dianne Dredge, experta europea en el análisis de este sector emergente. "Usan palabras atractivas como sostenible, auténtico o responsable que, ciertas a no, son en cualquier caso muy difíciles de contrarrestar para la industrial tradicional", precisa la profesora de Estudios Globales de la Universidad de Aalborg (Copenhague).

El Observatorio Europeo Cetelem, que analiza cada año las tendencias de consumo de Europa, detectó que el 52% de los ciudadanos entrevistados en 12 países de la UE tiene previsto utilizar plataformas de trueque e intercambio de bienes o servicios en los próximos años. La firma de estudios de mercado Nielsen, elevó un punto el porcentaje: el 53% de los españoles está predispuesto a usarlas.

"La opinión pública está muy entregada a este fenómeno, pero hay muchos mitos asociados a esta modalidad de negocio que hay que desmitificar", ha señalado por su parte el vicepresidente de Exceltur, José Luis Zoreda. El lobby turístico ha sido el primero en elaborar un exhaustivo informe sobre el impacto de la economía colaborativa en el sector turístico que apunta una conclusión: "No es factible parar el fenómeno, pero hay que regularlo para competir con él en igualdad de condiciones".

La ´hotelización´ de la vivienda

El alojamiento es, precisamente, el ámbito en el que más impacto está teniendo la economía colaborativa: "Vamos hacia la hotelización de las viviendas, porque una cosa es el alquiler turístico de toda la vida y otra el alquiler por días e incluso por horas de pisos y habitaciones", señaló Zoreda.

Según el informe de Exceltur, el uso de la vivienda alquilada por turistas extranjeros se ha incrementado un 59,7% desde 2010. Y en 2015, mantiene la tendencia creciendo un 20,5%. Desde el punto de vista de las plazas alojativas, hay 1,4 millones de viviendas de alquiler turístico no reguladas, frente a 450.000 regladas. La cifra se aproxima, advierten, al número de plazas hoteleras existentes en España: 2,7 millones. "El sector turístico se enfrenta a uno de los retos de mayor calado de las últimas décadas", concluye Exceltur.

Además de los alojamientos, la economía compartida también se está desarrollando a gran velocidad en el mundo de los transportes. Uber mantiene un pulso con los taxistas de diversos países, que han protagonizado huelgas globales para parar "el intrusismo" que supone el uso compartido del coche. Desde el otro lado se ofrecen datos para la reflexión: los coches particulares están infrautilizados, ya que la media mundial registra que el 95% del tiempo están parados. Por su parte Blablacar, con mucho arraigo en España, afecta especialmente a los autobuses que cubren las rutas interurbanas.

La irrupción de esta prestación de bienes y servicios ofrece a día de hoy más interrogantes que respuestas. En realidad no se sabe si generará más empleo del que puede destruir (Exceltur asegura que el sector hotelero perderá entre 5.000 y 13.000 empleos en diez años); quién y cómo representará los intereses de quienes alquilan su casa o su coche; y quién y cómo se defenderán los derechos de los consumidores. Hay cuestiones relacionadas con la calidad del servicio, la seguridad, la privacidad y la fiscalidad que están aún por definir y regular. Se suceden por ello los estudios y debates sobre este fenómeno económico. Y se promueven diversas fórmulas de regulación, que deben además distinguir entre la actividad amateur y la profesional. Sea cual sea su futuro, la revista Time considera que la economía colaborativa es "una de los diez grandes ideas que cambiarán el mundo".

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