El Black Friday aterrizó ayer con fuerza en la capital grancanaria. Los consumidores salieron a la calle ávidos de chollos que saciaran sus expectativas de compra. La tradición estadounidense, importada hace tres años a España, acaparó los escaparates y lineales de tiendas, no sólo de moda o tecnología, también de alimentación y juguetería. La mayoría de los descuentos oscilaban entre el 20% y el 30%, pero los más afortunados pudieron hacerse con algunos artículos a la mitad de su precio habitual. Por eso la tónica general en muchas tiendas estuvo marcada por las colas, con lo que muchos compradores tuvieron que armarse de paciencia. El Viernes Negro, traducción al español de esta cita, dio ayer inicio a la campaña de Navidad en medio del entusiasmo y optimismo por el buen ritmo en las compras.

En Triana el bullicio era mayúsculo. Pocas personas fueron las que no recorrieron de una punta a otra la reconocida calle comercial en busca de alguna "ganga". Saida Romero y su hija Alondra García calificaron de "estupenda" su hazaña. Dos chaquetas, un bolso y un traje formaban parte de su botín. "Hay importantes descuentos", indicaba Romero, quien sugiere la organización de este evento cada mes "porque es una maravilla". Las ganas de que llegase el día eran tales que muchos fueron a "tiro hecho", como Remedios Díaz, una jubilada que compró dos pares de zapatos mirados en días anteriores.

La inyección de optimismo en las cajas registradoras se reflejaba en las caras de los dependientes de las tiendas. Abenehuara Sánchez, al frente de uno de ellos, aseguraba que "el movimiento había sido importante" mientras no paraba de atender a la clientela, una circunstancia ratificada por Eloy Vélez, propietario de un pequeño comercio. A su juicio, la capacidad de gasto de los canarios ha ido aumentando en los últimos tiempos, un hecho "digno de celebración".

Los llamativos escaparates, la enorme cartelería anunciando descuentos -en la mayoría de los casos aplicables a la totalidad de los artículos de las superficies comerciales-, y el efecto llamada del boca a boca convirtieron en éxito una jornada que los empresarios desean que se repita a lo largo de toda la Navidad como una evidencia más de la lenta recuperación económica.

La presencia de estudiantes que acudieron a la caza de oportunidades fue destacada. Muchas caras jóvenes miraban con detenimiento los productos que deseaban para calcular si su bolsillo podría resistir sus ansias de consumo. Así, Laura Trujillo aseguraba que el descuento se notaba bastante, más aún por la cercanía de las fechas navideñas puesto que se podían encontrar, aunque de forma muy residual, rebajas de un 70%.

Variadas fórmulas comerciales

Esta acción comercial, programada un día después de la jornada de Acción de Gracias en el gigante norteamericano, busca dinamizar la actividad comercial y animar el inicio de la campaña navideña.

La sorpresa para muchos fue que las rebajas no solo agraciaron a la ropa fuera de temporada o productos de stock, sino también a la nueva mercancía. El objetivo de los comerciantes es aumentar el nivel de las ventas entre un 8% y 10%, un índice significativo que esperan mantener hasta la llegada de las rebajas de enero, un revulsivo más para la maltrecha economía.

Pero las ofertas de este Black Friday, además de venir vestidas de descuentos, aterrizaron en forma de promoción. Así, por ejemplo, una gran superficie comercial ofrecía 100 euros en un viaje como contrapartida a la compra. Eso sí, y es lo que muchos críticos advierten cada año, siempre hay que leerse la letra pequeña. En este caso, la oferta está condicionada a realizar el desplazamiento en el mes de diciembre por un precio mínimo para la aplicación de ese cheque regalo, un hecho que no era bien recibido por algunos clientes. "Hay que andarse con ojo, porque detrás de las ofertas se puede encontrar algún engaño". Muchas tiendas se acogían también al descuento sobre la compra conjunta o a la rebaja aplicable a la segunda prenda. Pero el cliente, lejos de desanimarse, se motivaba aún más.

En el entorno de Mesa y López, Delia Rosa Medina se dirigía con paso firme a una gran superficie con un objetivo claro: encontrar una buena rebaja en confección, calzado y complementos. Aunque le gustaría que en España se apostara por la originalidad dejando de lado las tradiciones extranjeras, destaca que los descuentos "siempre son buenos" en tiempos de crisis.

Por eso Sayuri Takahashi no podía ocultar su alegría mientras contemplaba los coloridos zapatos de un pequeño comercio de calzado de la capital grancanaria. De forma habitual, los artículos de esta tienda cuestan entre 120 y 190 euros por tratarse de un diseño exclusivo. Sin embargo, gracias al Viernes Negro era posible adquirir un par de ellos por 99 euros. "Soy cliente habitual y compradora de estos artículos únicos, por eso aprovecho estos descuentos como cualquier trabajador de clase media", esgrimió.

Tecnología en rebaja

Uno de los grandes ganchos de esta cita comercial se encuentran en los descuentos que los clientes pueden encontrar en productos tecnológicos. Si bien no se trataban de grandes rebajas, sí podrían encontrarse precios ventajosos : pantallas planas de 48 pulgadas por 444 euros -cuando un día antes costaba 589-, pulseras de actividad 13 euros más baratas o portátiles con un 15% de descuento.

En el Centro Comercial Las Arenas el aumento del trasiego también fue notorio. En uno de sus pasillos Mariló Otero paseaba con varias bolsas en las manos. Tras una intensa mañana junto a su hija escogiendo las mejores prendas, se dirige al aparcamiento para descargar toda la compra y regresar a por más. "Está claro que con estos precios la gente se gasta el dinero y se mueve la economía", explica, "pero también es necesario que se contrate a más personal para que no se colapsen las tiendas".

Sin embargo, no todas las personas se mostraron contentas por la rebaja de precios. Sofía Martí consideraba que esta tradición "no se ha asentado aún como debe" porque los descuentos "no son tan significativos" como esperaba. En cambio, el Black Friday ha tomado fuerza con los años y cada vez son más los comercios que se suman a esta iniciativa. Además de las grandes superficies y franquicias, las pequeñas tiendas de barrio cuelgan sus descuentos en los escaparates con la esperanza de atraer el mayor volumen de clientes posible.