Las portadas de los periódicos de ayer desataron el runrún para que corriera libre y velozmente por los salones del hotel Santa Catalina. El alcance, la oportunidad y el origen de los titulares que sitúan a la candidata de Podemos Victoria Rosell en el centro de una investigación de la Fiscalía se convirtieron en tema de debate apriorístico, en conversación que cortar de manera precipitada si lo recomendaba el pie de cojeo de quien de forma súbita se incorporaba a ella. Terminó de manera definitiva cuando el ministro José Manuel Soria explicó a los medios de comunicación su postura y se lanzó a desgranar los logros de su gestión en el mundo digital.
En términos de campeonato, léase campaña electoral, iniciada horas después de celebrarse el acto, jugó Soria en campo propio. Lo puso de manifiesto la práctica total ausencia de afición foránea y la presencia de la propia: el delegado del Gobierno, Enrique Hernández Bento; la candidata al Congreso de los Diputados Matilde Asián, sus homólogos al Senado Borja Benítez de Lugo y María del Carmen Hernández Bento, la senadora por la comunidad autónoma Mercedes Roldós y los diputados regionales Asier Antona, Australia Navarro, Josefa Luzardo y Miguel Jorge Blanco.
Sin rastro de la entrega incondicional a la que obligan las siglas, aparecieron salpicados por diferentes mesas el viceconsejero de Hacienda del Gobierno de Canarias, Luis Padilla, o Milagros Luis, si bien la presencia de esta última venía obligada por su condición de vicepresidenta de la Zona Especial Canaria (ZEC); business is business.
Ver y oír
La conferencia del ministro perdió amenidad al enmarcarse en el cajón temático del universo digital. "Estas cosas son más de verlas, usarlas y comprobar sus efectos que de escucharlas", expresó un empresario que pidió permanecer en el anonimato. Eso y que la amplitud del espectro discursivo, al grito de tema libre, da para la emoción en las subidas y bajadas sin tener que atenerse al llaneo de dato en dato y de logro en logro.
El cambio de puesta en escena y la entrada en juego de los tres interlocutores que charlaron son Soria sobre redes y bytes mejoraron el ritmo. De acuerdo en todo, discurrieron por el camino dialéctico de un horizonte en el que todos los habitantes estén en la nube, en el tecnológico y buen sentido de la palabra. Hasta la elección de las respectivas corbatas pareció venir a asistirles en su empeño por la esperanza, todas verdes como la del ministro menos la del director general de Estrategia y Operaciones de The Valley Digital Business School, Juan Luis Moreno.
El paroxismo cibernético llegó de la mano de Juan José Flores, director regional de Telefónica en Canarias, quien abogó por que ese acceso y acumulación de información sirva para ser mejores personas. La era digital da por tanto para reinventar la aristotélica afirmación de que la retórica (léase ahora tecleo o navegación) es el arte de decir bien para hacer el bien.
"La lejanía no mide la distancia", afirmó Antoine de Saint-Éxupéry y vinieron a corroborar los intervinientes en el coloquio, si bien desde la orilla filosófica que tiene de su parte la pedestre comprobación diaria que se obtiene a golpe de clic. Cierto que es así. Tanto como que el nuevo orden de cosas ha generado una industria de valor añadido que se asemeja al dulce en la puerta del colegio. "Hay que ir a por ella", afirmó el consejero delegado de Inerza, Germán Suárez, ante el común asentimiento.
Como verdad es que la infinitud es cualidad inherente al mundo que se ha abierto, pero no, y se encargó de destacarlo el ministro de Industria, Energía y Turismo, al talento. Es decir, las miras puestas sobre la nueva oportunidad deben ser tan amplias como se pueda imaginar, pero la concreción del beneficio debe existir como la conocemos en el mundo terrestre y tridimensional. Otra vez el business is business, porque de que podamos "escuchar música" o "ver fútbol" on line, enumeró Soria, se han encargado varios talentosos.
