¿Qué se necesita para ser un destino gastronómico?
Ayuda tener un paisaje rural bonito y buenos restaurantes, pero eso no es todo. Basta con un encanto único: una sidrería, una quesería, viñedos, una fábrica de cerveza... La clave es tener la capacidad de ofrecer experiencias al visitante.
¿Ayuda una estrella Michelín a convertir todo un enclave en referente mundial?
Tanto puede ser que sí como que no. El Bulli, en Girona, o el Noma, en Copenhague, son restaurantes de destino. Muchas personas no llegan a ellos, pero visitan los alrededores y eso hace que el lugar en su conjunto pueda conocerse más. El Noma ha colocado a la capital danesa en el mapa. Un restaurante lanzado a la fama mundial genera conocimiento internacional del lugar y orgullo entre la población local.
¿España es un destino turístico gastronómico?
Solo ciertas partes, Madrid, Barcelona y algunos restaurantes del País Vasco. El resto de regiones tiene que darse a conocer más. La primera atracción son las grandes ciudades y hay que lograr alejarse de esos modelos. Para ello los viajeros tienen que saber que Galicia, Andalucía o Canarias tienen una gastronomía propia y atractiva.
¿Cómo hacer que se conozcan internacionalmente los quesos canarios, las papas o el puchero de las siete carnes?
Las grandes ciudades copan los medios de comunicación y los destinos más pequeños han de ser creativos; hoy las nuevas tecnologías lo permiten. Por ejemplo, existen blogueros de calidad y sus mensajes tienen peso específico. Cierto es que los grandes hoteles juegan en contra de estas aspiraciones porque los gestionan grandes compañías que solo cuentan beneficios y la gastronomía local les da igual, pero eso también se puede cambiar. Si los chefs son canarios, pueden introducir un producto local, luego otro y otro. Acabo de estar en sendos resorts, en Barbados y el mar Rojo, que sirven comida autóctona. Eso sí, acompañada de información suficiente para que el turista sepa qué se le ofrece.