Todos los bancos españoles que cotizan en la Bolsa se depreciaron en 2015. Su valor cayó entre el 2,34% y el 34,85%. Y su rentabilidad para el accionista (sumados dividendos y minusvalías) fue negativa, salvo en Bankinter.
La caída de las cotizaciones es una mala noticia también para las entidades. Un menor precio hace a las sociedades más vulnera- bles a opas hostiles y dificultará a los bancos para captar capital en el mercado y cumplir futuras exigencias regulatorias salvo que los inversores perciban en la caída del valor una oportunidad de compra si tienen expectativas favorables acerca de su cotización futura.
Un precio bajo de las acciones es un revés para los bancos españoles que tienen obligación de salir a Bolsa por imperativo de la UE (BMN debe hacerlo antes de fin de 2017) y los que están siendo inducidos a ello antes de fines de 2018 por la ley de fundaciones bancarias: Ibercaja y Unicaja. Kutxabank lo ha descartado y asumirá las penalizaciones. Abanca y Cajamar también están siendo invitados a dar el salto al parqué. En principio hay margen para que las cotizaciones se recuperen y que no tengan que malvender sus acciones, pero el BCE ha estado presionando para que todos acorten los plazos.
En estas condiciones también está la exigida privatización de las participaciones del Estado en Bankia y BMN. Hacerlo con las cotizaciones a la baja dañaría el sector público y supondría aún más pérdidas para el conjunto de los españoles por el rescate público del sector financiero.
Una ínfima rentabilidad a los accionistas de las entidades bancarias tiene aún menos sentido cuando el riesgo de invertir en el sector se ha acrecentado, una vez que la nueva norma europea exige que en futuras crisis banca- rias los estados sólo pongan di- nero una vez que lo hayan he- cho accionistas, bonistas, titula-res de productos híbridos y los depositantes (salvo los primeros 100.000 euros).
