Hace cuatro años, la consejera de Empleo del Gobierno de Canarias realizó unas declaraciones que dispararon acaloradas reacciones a favor y en contra. Al analizar la escasa capacidad que estaba teniendo el sector turístico para crear empleo, pese a su recuperación, Margarita Ramos lanzó en el Parlamento regional la espinosa cuestión: "¿Habrá alcanzado ya Canarias su techo turístico?". El destino estaba entonces superando la cifra media de los 10 millones de turistas, a la que había llegado ya en la década anterior y en la que se mantenía año tras año, hasta la alarmante caída de 2009.
Una vez superados el bache y el susto, el sector turístico inicio sin embargo a partir de 2011 la escalada hasta la cima en la que hoy se encuentra, al cruzar la barrera de los 13 millones de turistas. En concreto13,2 en 2015, nuevo récord que deben confirmar a finales de este mes las estadísticas oficiales. Y el ascenso, además, podría continuar en 2016, según apuntan las circunstancias y los analistas.
Llegar a la cumbre ofrece la posibilidad de abarcar uno y otro lado del paisaje y observar el conjunto de sus detalles. Es decir, el ayer y el hoy del turismo, para proyectar sobre él su mañana. O dicho de otro modo, volver al debate sobre su crecimiento, su impacto y su techo. Ya lo hizo sin querer el actual presidente del Gobierno de Canarias al inicio de la legislatura. En la primera entrevista a un destacado medio nacional, Fernando Clavijo habló de la necesidad de establecer limitaciones al turismo, reabriendo la caja de Pandora. Los vientos que levanta su mera mención, sobre todo en el sector empresarial, llevó tanto a Ramos como a Clavijo a precisar con todo detalle sus declaraciones: "No se trata de reducir, sino de limitar la oferta turística", precisó en reiteradas ocasiones el actual presidente canario.
La cuestión de fondo es, evidentemente, medioambiental. Pero lo que está en discusión es si el modelo turístico actual es el idóneo para el futuro. Desde hace años, Exceltur viene alertando de "el error que supone apostar por grandes volúmenes de turistas extranjeros, en lugar de buscar aquellos mercados con más capacidad adquisitiva". Y como principal argumento ofrece el dato del gasto turístico, pese a su aumento en términos totales por el incremento del número de viajeros. Así, en su última Valoración turística empresarial del año 2015 y perspectivas para 2016, advierte que "sigue cayendo el ingreso por turistas extranjero (un 1% nominal y un 2,1% real menos, según el Banco de España), al llegar más turistas de los perfiles de menor gasto diario".
En Canarias, por cada habitante llegan al año 6,2 turistas, aunque esta proporción no se distribuye de forma equitativa ni a lo largo del año ni por islas. En su conjunto, más de 15 millones de personas, entre residentes y visitantes, conviven al año y consumen los recursos más o menos escasos que tiene el territorio.
Los turistas ocupan las aproximadamente 450.000 camas que existen en el Archipiélago y cada uno duerme en ellas una media de siete días. Algunas islas como Gran Canaria o Fuerteventura sostienen que les faltan plazas para acoger al creciente número de visitantes que quieren viajar a las Islas, y presionan al Gobierno de Canarias para poner fin a la larga moratoria que limita su construcción en suelo ya clasificado.
El mal de altura
Sin consumir más suelo y al máximo nivel de ocupación, Canarias tiene una capacidad de alojamiento suficiente para acoger aún más volumen de turistas. Y, a corto plazo, estos seguirán aumentando mientras la inestabilidad de sus competidores siga pronunciándose con nuevos atentados terroristas. Pero, ¿es sostenible ambiental, económica y socialmente?
La proporción entre los ingresos que dejan los que vienen y los recursos que consumen está la clave del futuro modelo turístico al que debe aspirar Canarias, para evitar el mal de altura. Es decir, su falta de adaptación a las nuevas circunstancias turísticas.
La solución al problema tiene que ver sobre todo con el uso del recurso más escaso, el agua, y la capacidad del destino por incorporar mayores niveles de eficiencia tecnológica y energética. Hay diversos referente internacionales de optimización turística de los recursos a los que mirar. O puede que los mismos factores externos que han traído a Canarias esta avalancha de nuevos turistas, se los lleve con la misma celeridad con que llegaron, dada la volatilidad del mercado turístico.
Exceltur ha constatado que Canarias es el destino español que más se benefició en 2015 del desvío de turistas desde los destinos del norte de África hacia España. Un tercio del total de nuevos viajeros ha optado por alguna de las Islas frente a otros destinos españoles continentales o baleares. "Sólo hay que fijarse en la evolución del turismo francés en las Islas para darse cuenta que es este archipiélago el principal receptor de una parte importante de los turistas que han abandonado el norte de África, y sobre todo Túnez", ha analizado el grupo empresarial de referencia.
Efectivamente, el número de visitantes franceses a Canarias se acerca al medio millón anual, cuando hace no demasiados años apenas supera los cien mil viajeros. Uno de los principales impulsores de este despegue de las Islas en el mercado francés es, precisamente, un empresario de origen tunecino: el propietario de Thalasso, el turoperador que ha apostado firmemente por estos destinos insulares, sobre todo Fuerteventura y Lanzarote, como alternativa a los destinos árabes.
Otro ejemplo de lo volátil y dependiente de factores exógenos que es el turismo, pero en el sentido inverso, lo ofrecen los viajeros rusos. Un mercado por el que apostó, con gran despliegue promocional en el país, no solo Canarias sino España en su conjunto, y cuyas expectativas se vieron frustrada por la caída del rublo y los distintos pulsos geopolíticos con Rusia. La previsión ahora es que, por cada ruso, lleguen diez franceses a España.
