El fichaje de la exministra socialista Trinidad Jiménez por Telefónica ha reabierto de par en par el debate sobre las puertas giratorias entre la política y las grandes empresas. El secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez, defendió ayer a Jiménez y negó que sea un caso de ese tenor. Según dijo, conocía su intención de incorporarse a esta compañía y "lo hará como trabajadora", en "ningún consejo de administración".

El diario El Mundo publicó ayer que Telefónica ultimaba el fichaje para un cargo ejecutivo de la que fue ministra de Sanidad y Política Social entre 2009 y 2010 y ministra de Asuntos Exteriores y de Cooperación entre 2010 y 2011 en el Gobierno de Rodríguez Zapatero.

Según explicó Sánchez en Radio Nacional, la propia Jiménez le informó de su decisión tras las elecciones generales y señaló que la respeta y le ha deseado "la mejor de las suertes". Sánchez resaltó que la ley de incompatibilidades fija un plazo de dos años y ella "lleva más de cuatro sin ser ministra. Tiene derecho a labrarse un futuro profesional", destacó Sánchez tras explicar que los socialistas quieren extender a cinco años el plazo.

La polémica del contrato de Trinidad Jiménez llega en medio de los contactos para formar Gobierno en España. Podemos ya puso hace semanas como condición para poder llegar a un entendimiento con los socialistas la necesidad de que todos sus miembros dejaran los consejos de administración de empresas estratégicas, por lo que el fichaje de Telefónica podría suponer un obstáculo. "Si Trinidad Jiménez va a fichar por Telefónica que lo reconozcan, y les plantearemos que eso no es compatible con lo que queremos hacer, que es un Gobierno de progreso", avisó ayer Pablo Iglesias, líder de Podemos.